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Mundial de rugby: para Corcho Fernández Lobbe, hay un "5 o 10% para la sorpresa"
TOKIO.– Fue un acto fallido, pero en un ataque de literalidad uno podría interpretar que Juan Martín Fernández Lobbe vino a vivir a Japón. "Ya estamos instalados acá y ojalá haga las cosas bien para que quieran que me quede", expresa. Pero "acá" no es el Hotel New Otani, con sus conmovedores jardines zen, catarata incluida en medio de los rascacielos. No es el Palacio Imperial de Akasaka, que no tiene nada que envidiar al Buckingham Palace londinense, ni siquiera la Guardia Imperial. Tampoco la Avenida Aoyama con sus locales de McLaren, Lamborghini, Tesla, Bugatti y Aston Martin. Cuando "Corcho" dice "acá", no se refiere a Tokio ni a Buenos Aires, sino a los Pumas. Los Pumas son su casa.
Después de 13 años en Europa, después de cuatro años alejado del seleccionado, Juan Martín Fernández Lobbe volvió a la Argentina y a los Pumas con un nuevo desafío, el de acompañar a Mario Ledesma como parte del staff de entrenadores.
"Yo estaba en Toulon. Había empezado un proyecto para seguir porque el presidente [Mourad Boujdellal] tiene una estima especial para conmigo. Me llamó Mario, me preguntó si estaba como para sumarme, y enseguida la respuesta fue «sí». La mudanza que iba a tardar un mes y medio, tardó tres", cuenta a la prensa en uno de los salones del laberíntico hotel donde los Pumas esperan el gran duelo del sábado contra Inglaterra, en el estadio de Tokio. "Estoy muy contento porque me encontré con un staff y un plantel de jugadores que trabajan muy bien. Me cargan un poquito porque yo soy muy cabeza cuadrada y las cosas son muy prolijas y correctas y Mario es muy preciso en lo que quiere de cada uno. Es intenso el trabajo, es intenso el nivel de detalles, pero es lo que más me apasiona".
Vuelve, es cierto, pero en un rol distinto al que cumplía hasta la Copa del Mundo de 2015, cuando se despidió como rugbier del seleccionado, del cual es uno de los máximos exponentes de su historia, uno de los cinco jugadores que alcanzaron dos semifinales mundialistas, junto a Marcos Ayerza, Horacio Agulla, Juan Manuel Leguizamón y Juan Martín Hernández. Como entrenador, tiene una función diferente y una relación distinta con cada jugador. "Cambia. Me costó un poco menos el cambio en Toulon", acepta Corcho. "Acá, al haber sentimientos involucrados, se hace más difícil, pero es algo que cada día me gusta más y por lo cual tenía que pasar".
Fernández Lobbe llegó para cumplir el papel específico de entrenador de line-out, pero su impronta excede por mucho la parte técnica. Como el resto del staff, fue partícipe en la medalla de bronce conquistada en Francia 2007 y aquí intenta trasladar esa mística al plantel actual.
"Eso fue hace mucho", interpone Corcho acerca de aquel inolvidable tercer puesto. "En ese momento, 25 de 30 jugaban en Europa. Nos juntábamos solamente para el Mundial. Estos chicos llegan con otra preparación. El juego cambió mucho, pero es el mismo que jugábamos cuando éramos chicos. Se trata de poner todo en la cancha y al servicio del equipo. Cambian los planes de juego, las tácticas, pero el juego es el mismo. Todo lo que podemos hacer el sábado es dejar todo lo que tenemos en la cancha y tener una buena actuación para conseguir un buen resultado".
Y no hay otro resultado posible que ganarle a Inglaterra el sábado a partir de las 17 (5 de la madrugada argentina) para seguir en carrera. Una misión imposible en función de los antecedentes recientes, pero factible de acuerdo con la mística que envuelve a la camiseta de los Pumas.
"Un ingrediente que siempre está es poner al equipo por encima de todo. Cuando todo lo que uno hace está al servicio del equipo, normalmente nueve de cada diez veces tiene éxito", sentencia Fernández Lobbe. "Primero, está la camiseta. Esa tiene que ser la motivación más grande para todo lo que hagamos. Todo el trabajo que pusieron para estar acá, todo el esfuerzo que sus seres queridos hicieron para estar acá... Son muchas cuestiones. ¿Ganás? Te quedás. ¿Perdés? Te volvés. Es algo grande, y vamos a prepararnos para eso. Vamos a tirar todo lo que tengamos, vamos a salir vacíos de la cancha y vamos a ver adónde nos lleva el rugby".
La posibilidad de quedarse fuera en la primera rueda del Mundial por segunda vez en 20 años es para Fernández Lobbe un abono para la motivación de los Pumas. "Si perdemos estamos afuera. Por supuesto que ayuda", piensa. Y desafía. "Si como jugador de rugby no estás a la altura del desafío... Si estuviste esperando esto por cuatro años... No hay nada más grande que un Mundial y queremos jugar hasta el 2 de noviembre".
Sabe que para eso deberá mejorar en mucho respecto a las actuaciones de los últimos dos partidos, la derrota ante Francia y la victoria sobre Tonga, rendimiento al que los entrenadores no le encuentran la causa: "Si tuviera la respuesta, no habría pasado. Estamos tratando de llegar ahí. Sacamos un par de conclusiones y sería grandioso juntar el primer tiempo de un partido y el segundo del otro y tener muy buenos 80 minutos de rugby contra un equipo que vino a levantar la copa. Va a ser un desafío muy grande", sostiene el extercera línea.
El déficit claramente pasa por la cabeza. Y si bien Corcho afirma que "las dos cosas", es decir, la parte técnica y la mental, serán trascendentes el sábado, pone el énfasis en la segunda. "La técnica para saber bien dónde y cómo vamos a jugar y en qué momento, y la mental porque la mente es la que domina todo. Cuando la mente está en el lugar correcto, uno se siente todopoderoso. Entonces hay que ir a ese lugar. Lo más importante es tener la claridad mental de canalizar esa energía y llevarla a los lugares correctos".
–En junio, el director técnico de Inglaterra, Eddie Jones, minimizó el éxito de Jaguares y dijo que no influiría en el Mundial. ¿Utilizan eso como motivación?
–Es tan grande y lindo el desafío que tenemos el sábado que ni pensamos eso. Tiene razón en decir que es distinto el Súper Rugby a un Mundial, para el que todos se preparan de una manera especial y en el que juegan mejor. Ojalá estén pensando en los cuartos de final, en Australia y Gales, y no dediquen toda la energía que merece un partido como este. Eddie es muy inteligente. Le gusta jugar sus juegos mentales. Dijo que quería un equipo bien inglés: buenas formaciones fijas, buena defensa, jugadores corriendo buenas líneas y un buen juego con el pie. Todos esos ítem pueden ser reconocidos en el esquema actual, y además Inglaterra tiene jugadores de primer nivel que pueden desequilibrar en el uno contra uno.
–¿Y tiene debilidades?
–Creemos que sí. Todos las tienen. Pero todo el análisis que hagamos y los videos que veamos se reducen a ser lo más clínicos posible el sábado. Va a ser un partido muy físico y apretado.
–¿Cuál es el jugador inglés que necesitan neutralizar?
–Es un equipo muy bueno que tiene tres o cuatro ball-carriers y buenos operadores en las posiciones 9, 10 y 12. Tiene una buena zurda en el fullback [Elliot Daly], buenas formaciones fijas, buen line-out. Puedo hablar de muchas cosas buenas de Inglaterra, pero confío en que los chicos harán lo que hace falta para sacar un buen resultado.
–¿Qué tan importantes son Billy Vunipola y Manu Tuilagi?
–Si cada equipo tuviera dos o tres jugadores que cada vez que tocan la pelota ganan la línea de ventaja... Sería el partido más fácil de la vida. Así es el rugby hoy en día. Pasa lo mismo con Australia, con Sudáfrica, y con nosotros también. Si conseguimos que nuestro ball-carrier ponga la pelota adelante, va a ser mucho más simple para nosotros atacar. Si logramos que su ball-carrier no lo haga, se nos va a hacer mucho más fácil defender. Así es el rugby hoy. Se trata de ganar esos milímetros, la línea de ventaja.
–¿Este partido es comparable con el de Escocia en 2011?
–Es la misma situación que en 2011, la misma que en 2003. Distintos rivales, pero la misma situación que en 2015, también. Cuando se pierde el primero, todos los partidos pasan a ser definitorios. Ahora nos enfrentamos con un serio candidato al título, pero ¿qué mejor desafío para expresarse y salir vacíos? Prepararse de la mejor manera, saber todo lo que hay que hacer y después vaciarse en la cancha, sabiendo que el trabajo está hecho.
–En un rugby tan estructurado, ¿hay espacio para la sorpresa?
–Siempre hay algo. Hay un 95% del partido que es esas pequeñas batallas que vamos a tener. Hay que tratar de ganar la mayor cantidad. Después, hay un 5 o 10% para la sorpresa.
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