LA BAULE-ESCOUBLAC (Francia).– A medida que se acerca el otoño, la tranquilidad que caracteriza a esta ciudad se acentúa. Hay menos turistas, ya no hace tanto calor, la playa es más un lugar de paso que de relajación o divertimento. Una ciudad que se levanta tarde y se acuesta temprano. Un entorno que a los Pumas les puede ayudar a despejar la mente y abstraerse del estruendo que provocó su caída en el debut. Aun así, es raro, sino excepcional, cruzarlos por las calles o la playa. Lo que no sorprende es estar desayunando un café au lait y un pain au chocolat en la vereda de una típica boulangerie y que aparezca Michael Cheika y se ponga a conversar con los periodistas de LA NACION.