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Matías Moroni, el “jugador del pueblo”: el Puma que empezó en el rugby a los 17 y ahora afronta su tercer Mundial
El centro es uno de los termómetros de carácter del seleccionado y el único que jugó todos los partidos del ciclo de Michael Cheika
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LA BAULE-ESCOUBLAC, Francia.– Matías Moroni se enoja cuando algo no le sale en la cancha. Ejerce su fastidio consigo y no lo disimula: es ampuloso en sus gestos. De algo hay que estar seguro: a la siguiente jugada, romperá un tackle, asestará otro contundente o ejecutará un kick que dejará al equipo en situación de ataque. No hay lagunas mentales para un jugador que, además, es una rueda de auxilio en la línea de backs. Allí donde lo requieran, en el centro de la cancha o en las puntas, estará dispuesto y rendirá. Sin ser líder, es uno de los termómetros mentales de los Pumas.
Moroni, de 32 años, siempre está. De hecho, es el único que jugó todos los partidos del ciclo de Michael Cheika: 10 como titular y 9 ingresando desde el banco. “Tenemos tres finales. Pasamos una y nos quedan dos”, repite. Y, después de advertir que lo dice “sin casete”, remata, adusto: “Hay que ganar, eso es lo que importa. Porque estamos en la misma que contra Samoa. Si perdemos, nos volvemos”. No le da muchas vueltas a la pregunta. Ya se había molestado cuando tras el partido del sábado pasado se le había marcado que Samoa era un rival de un nivel “más o menos”, y ahora, como si enfrente tuviera un adversario, mira fijo y no se sale del libreto ante la inminencia del enfrentamiento con Chile, que tendrá lugar este sábado en Nantes, por el grupo D del Mundial de Francia: “Hay que ganar”. Moroni no es de muchas palabras, pero cuando se enoja, no lo oculta, sobre todo en las redes sociales. Y además tiene una comunión fuerte con la gente, que hasta ha llegado a apodarlo “jugador del pueblo”. Tras la derrota frente a Inglaterra, no dudó de escribir en su cuenta, con toque futbolero mundialista: “Póngale el nombre que quieran, pero los invito a subirse”.
Del análisis del triunfo del sábado (19-10 sobre los samoanos), enfatiza: “Vimos lo positivo de las situaciones que logramos generar. Obviamente eso trajo lo negativo, que fue que no aprovechamos todas esas oportunidades, pero venimos trabajando en resolver esas situaciones. Algunas son más individuales; otras, más grupales, pero lo positivo es que tuvimos mucho volumen de juego, mucha iniciativa. Después, hay que seguir trabajando esos detalles para terminar esas situaciones que generamos”. Y sobre el compromiso contra Chile en Nantes, insiste: “Es una final”.
Cuando tenía 16 años, el deporte de Matías Moroni, hincha de Boca, era el fútbol, en el cual se destacaba en el equipo del colegio Los Molinos. Un amigo, Ignacio Prado, lo invitó a jugar al rugby y lo llevó a CUBA. Con 17 años, una edad no habitual para empezar a jugar al rugby, cambió la redonda por la ovalada. Tres años más tarde estaba en la primera del club y jugaba el Mundial M20 por los Pumitas. Cuando los Pumas lograron el bronce en 2007, aquí, en Francia, Moroni no jugaba al rugby. Ocho años después, en Inglaterra 2015, tuvo como compañeros a algunos de ellos en la consecución del cuarto puesto. “Al de 2007 lo miré como miraba otros deportes; al de 2011 ya sí, lo vi entero, con mis amigos de CUBA, en Villa de Mayo”, recuerda para LA NACION.
Las destrezas de Moroni
Hay una historia que retrata a “Tute” Moroni. CUBA tuvo en 2009 una excelente M19, integrada por muchos de los que después, en 2013, lograron el título de campeón del Top 14 de la URBA, quebrando una sequía del club de 43 años. Esa M19 perdió una final muy reñida contra Pucará. Tras el partido, nadie conseguía consolar a Moroni. Y en medio de la amargura, él prometió a uno de sus afectos que no iba parar hasta salir campeón en CUBA. Cuatro años tardó, nada más.
Hombre de concreciones sin pausas, el back de la camada ’91 (29 de marzo) jugó mundiales en los Pumas (peste es el tercero) y en los Pumitas. Y en los Pumas 7s protagonizó un Mundial y Juegos Olímpicos, Río 2016. También pasó por Pampas (campeón de la Pacific Challenge Cup) y por Jaguares (final del Súper Rugby). Llegó a Inglaterra en su primera excursión profesional fuera de la Argentina, y también salió campeón, en Leicester Tigers, en 2021/2022. Es, por otra parte, el hombre de los tries importantes: anotó en las semifinales y en la final en el campeonato de la consagración de CUBA y también en el enorme triunfo argentino sobre Irlanda en los cuartos de final del Mundial 2015.
El try decisivo contra Irlanda
Otra prueba de su fortaleza mental y su actitud ganadora. Cuando Cheika dio la primera lista de convocados, Moroni no figuró entre los 33. Lo habían enviado a Argentina XV. Pero pronto se lesionó Santiago Chocobares y, entonces, lo llamaron. Nunca más salió de entre los 23. En el partido con Samoa, el único cambio táctico respecto al de Inglaterra fue su ingreso. Cheika dijo: “Desde que arribamos a Portugal siempre estuvo en muy buena forma en los entrenamientos. Es muy fuerte en defensa, y hace el trabajo que necesitamos para un 13″.
Casado con Rosario Carneiro y padre de dos hijos (Milo y Mayco), Moroni desarrolla su vida fuera de los Pumas transcurre en Newscastle, Inglaterra, a donde llegó el año pasado. Aquí, al Mundial, arribó el resto de su familia. Sus padres y sus hermanos lo seguirán hasta donde llegue el seleccionado en Francia 2023. “Tute” no es un único Moroni que sabe lo que es ser campeón: Marcos, “Aco”, uno de sus hermanos, se consagró en CUBA en 2021.
Con el biotipo perfecto de deportista, Moroni se destaca no sólo en el rugby, sino también en el fútbol, en el golf y en toda disciplina que encara. Pasional, es, cuando está en la Argentina, habitué de la Bombonera, y uno de los que contagiaron el ser bostero al neozelandés David Kidwell, el entrenador de la defensa, que va a la cancha con camiseta y gorro de Boca.
Moroni tiene el alma de hincha. Agita en los momentos de festejo y es uno más cuando la gente se junta alrededor de los hoteles para alentar a los Pumas. Cuando tuvo lugar el debut absoluto de Jaguares, en Bloemfontein, Sudáfrica, salió de la cancha antes del partido para unirse a la hinchada de sus amigos de CUBA, que habían viajado 10 horas en colectivo para ir a verlo.
Si no hay lugar para que juegue de 13, Moroni va de wing, como sucedió en Japón 2019. Ya tiene 76 caps en su mochila y marcó 13 tries, desde su estreno, de junio de 2014, frente a Escocia. Es como Zelig, ese personaje de la película de Woody Allen: no cambia de aspecto, pero siempre está.
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