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Los Springboks de la integración, el viejo sueño de Nelson Mandela: "Un equipo, un país"
Los Springboks sumaron otra foto emblemática a la historia de la Copa del Mundo de rugby. Si aquella de 1995 con Nelson Mandela entregándole la William Webb Ellis a François Pienaar en el Ellis Park de Johannesburgo significó un hecho que por primera vez trascendió al deporte, esta con Siya Kolisi como el primer jugador negro levantando el trofeo más preciado viene a completar el cuadro de honor. Más que nunca el legado de Mandela, el de "Un equipo, un país", quedó reflejado en este seleccionado sudafricano que apabulló a Inglaterra en la final de Japón: seis negros estuvieron en el XV inicial. Si bien está lejos de representar la realidad de una nación cuya población es 92 por ciento negra, estos Boks, que fueron un símbolo de los blancos en la larga y cruenta era del apartheid, son un triunfo de la integración.
Kolisi vio en un bar la final de 2007, cuando los Springboks vencieron precisamente a Inglaterra, en París. No tenía televisión en su casa. Formaba parte de la enorme mayoría de la población negra que vive en la pobreza. Quedó impactado por la euforia de la gente, de blancos y negros, empujando por el seleccionado ícono del país. Soñó ese día con estar en el lugar de John Smit, el hooker que capitaneó la conquista en Francia. Esa noche, otro presidente negro, Thabo Mbeki, fue quien le entregó la copa. Después, el plantel fue a verlo a un Mandela convalesciente (murió en 2013). Smit dijo ahora que el hecho de Kolisi levantando la copa supera todo lo vivido antes. Bryan Habana, el hombre try de aquel torneo, coincidió.
Otra foto de la noche de Yokohama es que dos negros terminaron definiendo el partido. Uno en cada punta: Makazole Mapimpi y Cheslin Kolbe. Un signo más de la integración que este año, empujada por un entrenador blanco, Rassie Erasmus, había tenido un hecho histórico hace unos meses, cuando en el inicio del Rugby Championship, también ganado por los Boks, el equipo tuvo desde el comienzo a ocho jugadores negros, más tres entre los suplentes.
La integración, vale recordarlo, es empujada desde el gobierno y hacia todos los deportes de equipo. Como los Springboks no podían avanzar con el porcentaje del 50 por ciento del plantel exigido por ley, Sudáfrica se tuvo que bajar de la postulación para la Copa del Mundo de 2023, que se jugará en Francia. Esta conquista, sin dudas, abrirá una nueva etapa en la ya riquísima historia del seleccionado con mejor récord en los Mundiales: con dos torneos menos que el resto de las potencias (arrancaron en 1995, ya que antes no podían hacerlo por el boicot internacional a la política de segregación racial), suman 3 títulos (1995, 2007 y 2019, uno cada 12 años) y dos terceros puestos (1999 y 2015). En Australia 2003 y en Nueva Zelanda 2011 se quedaron en cuartos de final.
En 1995 hubo un solo negro en el plantel: Chester Williams, recientemente fallecido. En 2007, dos: Habana y JP Pietersen, también wines. Ahora, los negros ya no son sólo los rápidos que definen. Con el tiempo, se fueron sumando los forwards. Kolisi, ala como Pienaar, se transformó en el emblema.
Identidad y ahora integración
La identidad siempre fue un punto decisivo en el poder de los Springboks. Su orgullo físico, con el que demolían a los rivales, sigue siendo el punto que los destaca, además de su pasión por el juego. Con esa herramienta empezaron a demolerlo a Inglaterra, el rival al que más quieren ganarle a raíz de la historia que dejó el enfrentamiento de los Boers contra los británicos. Como contra Japón en los cuartos, en los últimos 15 minutos lo liquidó con esa locura tan característica de su juego. Sudáfrica es rugby.
Pero en los últimos tiempos, a esa identidad se le viene agregando la integración. Todo un país empuja por los Springboks. Uno de los grandes secretos de los All Blacks es precisamente esto último: desde su comienzo, anglosajones y maoríes tuvieron el mismo rol y el mismo amor por la camiseta negra. Ningún otro seleccionado lo había hecho.
Es un mito que los negros en Sudáfrica no jugaban al rugby. Lo hacían y bien, como lo revela el documental History of Rugby, que fue emitido por ESPN. Ocurre que, como tantas otras cosas, lo tenían prohibido. El rugby, según los jerarcas del apartheid, era para los blancos. Errol Tobias, al comienzo de la década de 1980, fue el primer negro que jugó en los Springboks. Sufrió ofensas de los dos lados: de los blancos, porque no lo consideraban uno de ellos, y de los negros, por ponerse una camiseta que era el símbolo de la opresión.
Sudáfrica, el país que más ayudó a la Argentina en su proyección internacional, vuelve a reinar en el rugby. El símbolo es el camino que fue de Mandela a Kolisi. Y que continúa.
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