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Mundial de rugby. Agustín Creevy con LA NACION: el récord que puede quebrar, su suplencia y el partido límite para los Pumas
TOKIO.- "Los Pumas están por encima de todo". Lo dice tres veces. Una más enfática que la otra. Y a la última le agrega: "De los jugadores, de los entrenadores, de los presidentes. De todo". Agustín Creevy está a las puertas de la gloria personal, ya que si juega con Inglaterra se convertirá en el jugador con más test-matches en la historia del seleccionado argentino. Llegará a 88 y superará de ese modo a Felipe Contepomi. El momento aparece en una situación no común para él en los últimos cinco años: perdió la titularidad. El sábado anterior ante Tonga y el próximo con los ingleses jugará quien fue su suplente en todo este tiempo, Julián Montoya.
"Es algo que ya lo vengo pensando y me propuse disfrutarlo donde me toque estar. Uno nunca sabe cuándo se va a poner esta camiseta por última vez ¿Además, por qué tengo que jugar siempre yo? ¿Por qué no puede entrar Juli? Acá lo importante es el equipo, no mis 88 caps, no cada situación personal".
Creevy, platense de San Luis y de Estudiantes -"tierra de campeones", acota-, viene de un tiempo de pérdidas desde que llegó Mario Ledesma. Primero le quitaron la capitanía de Jaguares; luego, la de los Pumas. Pero nada de eso le sacó el foco. Todos reconocen que no le restó la energía ni un segundo a la construcción del equipo. Él apunta este trayecto: "Lo vivo como lo tengo que vivir. Obviamente que siempre a uno le gusta ser titular. Cuando a uno le toca estar del otro lado, como me ha pasado tantas veces antes (fue suplente primero de Ledesma y después de Eusebio Guiñazú, ambas en la era de Santiago Phelan), hay que saber qué lugar tenés que tomar. A uno no le gusta, pero el enojo tiene que pasar rápido y darle lo mejor al equipo. No es algo armado, yo lo digo con sinceridad. Si los entrenadores piensan que es lo mejor, hay que respetarlo y no bajar los brazos".
Creevy fue designado capitán de los Pumas cuando asumió Daniel Hourcade, y su primer test en esa condición fue contra Sudáfrica, en el Rugby Championship 2014. Luego sumó 48 más hasta la derrota anta Australia, el año pasado, en el mismo torneo. En el camino hubo una Copa del Mundo y un cuarto puesto en Inglaterra 2015 y la primera victoria de la historia ante los Springboks de visitante. Un camino que tuvo un inicio cuando a comienzos de 2009 Santiago Phelan lo llamó para decirle que lo necesitaba para el arranque del Pladar pero no de tercera línea, su puesto natural, sino de hooker. Así arrancó con el primer equipo de Pampas XV que intervino en la Vodacom Cup. Fue toda una transformación.
"Fue una gran decisión. Yo estaba en Biarritz y tenía un contrato firmado con London Irish para la temporada próxima. Era difícil, porque ya tenía 24 años y tenía que cambiar radicalmente mi juego. Lo consulté con mi familia, con la que en ese entonces era mi novia y ahora es mi mujer, pero había algo adentro que me decía que debía hacerlo, porque de lo contrario no iba a jugar más en los Pumas. Así que decidí volverme al país y a mi club, que me abrió las puertas como siempre. Fue duro, porque además San Luis estaba en Segunda, y porque sufrí cuando tiraba mal la pelota en el line, cuando tenía problemas en el scrum, pero todo valió la pena".
Creevy está en su tercer Mundial como hooker después de haber jugado el Mundial Juvenil en Mendoza en 2005 como tercera línea. En varios momentos fue considerado uno de los mejores del mundo en su puesto. Es respetado por todos los rivales. Y ahora está ante la posibilidad de establecer un récord histórico ("todavía no caigo") y frente a un partido que marcará el destino de los Pumas en Japón. Recostado en uno de los sillones de la multitud de salones que tiene el impresionante hotel en el que paran los Pumas en Chiyoda, en una de las zonas céntricas de Tokio, Creevy empieza a hablar del test que se viene en el Tokyo Stadium.
-¿Por dónde se va a definir el partido?
-Por todos los factores. Por la cabeza, fundamentalmente. Pero también por los forwards y el uso del pié. Creo que este partido, como el de Francia, tiene que pasar por los forwards, que son el motor. Si el pack funciona, el equipo va para adelante. Inglaterra tiene buen line, buen scrum, buen maul. Nosotros también. Va a ser una linda batalla. Ellos se hacen los distraídos, pero saben que nosotros tenemos uno de los mejores packs del mundo. Y, claro, para nosotros va a ser fundamental la defensa y no cometer penales.
-¿Hay que sorprenderlo a Inglaterra?
-Totalmente. Es un equipo muy completo, muy anglosajón, que juega por zonas, que no arriesga. Sabe qué hacer en cada pelota. Hay que tener mucha paciencia y otra clave va a ser la zona del breakdown. Ellos pescan muy bien, hacen lenta cada pelota, y ya nos lo demostraron cuando jugamos en la Argentina en 2017.
-¿Cómo están ustedes?
-Muy bien. La victoria ante Tonga fue una inyección anímica. Vamos a jugar una final sencillamente porque si ganamos nos quedamos y si perdemos, nos vamos. El equipo está bien, muy motivado, disfrutando de esta oportunidad que tenemos enfrente. Sabemos también que jugar contra Inglaterra siempre es especial, forma parte del folklore deportivo, y si eso sirve para meter más combustible de energía positiva, lo vamos a meter. Cada uno de nosotros está pensando en qué hacer el sábado para que Inglaterra no esté tranquila y para que no tenga una buena tarde.
Tiene una hija recién nacida, Helena. El sábado, en Osaka, estaba en la tribuna alzada por su madre. Hacia ellas dos y hacia sus padres, Agustín Creevy, de 34 años cumplidos el 15 de marzo, miró no bien terminó el partido contra Tonga. Ya estaba primero en una de las listas de la historia Puma. Ahora, en Tokio, puede quedar solo en ese primer lugar del podio. Desde el banco (Ledesma menciona que los ocho que van ahí son los que terminan el partido) y ante un test crucial para el destino del seleccionado. Pero con un solo foco: "Estoy muy motivado y muy feliz. Si Dios quiere podrá cumplir los 88 caps, si no será en otra oportunidad. Pero nos jugamos todo y a eso vamos".
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