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Los Pumas: tras el juego del gato y el ratón de All Blacks, dos meses parecen poco tiempo para estar bien los 33 de la lista para el Mundial
Habrá que ver qué pasa, qué es lo que hace que cada vez que hay presunción de triunfo contra All Blacks en casa sobrevenga una paliza. Por qué se les hace más fuerza a los neozelandeses en Oceanía que en Argentina. Es tentador adjudicar la causa a la presión de la localía o la sobreconfianza, pero las cuestiones psicológicas son difíciles de sondear. El juego es más franco para el análisis. Y a dos meses del Mundial de Francia, lo que mostró el 41-12 de unos “vulnerables” All Blacks a unos esperanzados Pumas en Mendoza cambia los papeles.
Michael Cheika tiene tres premisas para el seleccionado: hacer más variado y sostenido el ataque, mantener la disciplina y sostener la concentración durante los 80 minutos de cada encuentro. Este Nueva Zelanda de las siete derrotas en dos años, del entrenador Ian Foster despedido a futuro (se irá tras la Copa del Mundo aunque la gane; ya hay contratado otro entrenador), puede recuperar la memoria en un instante y ser lo de siempre: defensa flotada en sectores inofensivos, presión a fondo en zonas de riesgo y ejecuciones rapidísimas y perfectas en ataque. Un equipo que parece descansar durante parte del partido, activarse cuando lo cree conveniente y arrasar con incisiones relampagueantes. Va por una autopista ahorrando combustible y de golpe acelera para meterse en los huecos de los carriles. Le sale bien; llega antes, y a salvo. Lee el juego, explota cuando huele sangre (espacios, retaguardias mal paradas) y factura en el in-goal.
Y en esta primera fecha del Rugby Championship los Pumas opusieron más intenciones que realidades. En el segundo tiempo equilibraron los porcentajes de posesión y territorialidad, con no muchos más recursos que el empuje y el ruck tras ruck. Los hombres de negro los dejaron hacer hasta tres cuartos de cancha, y entonces sí, a defender y contraatacar. Y a herir, con posesiones cortas y fulminantes. Fue el juego del gato y el ratón. Trasladado al fútbol, este 41-12 sería un goleada más de un equipo de José Mourinho que de uno de Pep Guardiola. Manejo de tiempos, regulación y estiletazos más que control abrumador del desarrollo e imposición por volumen de generación.
Porque el rugby es tanto un juego de fuerza como de velocidad. A veces, más de lo segundo que de lo primero. Velocidad física, y velocidad de ejecución. Son muchos los hombres en el campo, 30, y la pared defensiva es demasiado ancha. Dan ventaja decisiva la rapidez mental y la posibilidad de descarga inmediata en la inercia. La precisión en velocidad es técnicamente lo más difícil del deporte en general, y All Blacks hace de esas coreografías de pases a las corridas un espectáculo magnífico aunque esporádico. No brilla todo el tiempo. Quizás por aquello mismo: guarda energía para cuando realmente hace diferencia pisar el acelerador.
Tal vez por eso, entre sus muchas virtudes no es la garra una de las más reconocidas. Los Pumas sí viven del coraje en cuanto a marketing –aclaración: lo tienen en la cancha, no es humo–, pero como alguna vez dijo Emanuel Ginóbili, no todo es agallas. Hay juego, hay inteligencia. Cuando se avanza rápido y viene el tackle ajeno, el compañero debe estar ahí para el pase instantáneo. Y al lado de él, otro. Lo hace perfectamente Nueva Zelanda, con los tres cuartos pero también con los gordos (dicho sea de paso: impactante corrida del hooker Dane Coles a sus 36 años a la par de un back rival –Lucio Cinti–, y en defensa). Le cuesta a Argentina, que todavía debe mejorar en esa inercia de señuelos, relevos y combinaciones a mil por hora.
Los ochenta minutos siguen quedándoles largos a los Pumas. Antes solían desarmarse en los últimos 15, 20. Esta vez, fueron barridos con tres tries en los primeros 11. Y para el resultado cuentan tanto los puntos tempraneros como los tardíos. Pero si la defensa ante la inercia ofensiva en bloque es esperar parado, en lugar de acompañar en retroceso –como se hace en el seven–, All Blacks es demasiado.
Compacto de los Pumas 12 vs. All Blacks 41
En el corto ciclo de Cheika, este fugaz Championship es visto más como preparación para Francia 2023 que como torneo oficial en sí. A 63 días del estreno contra Inglaterra en Marsella todavía hay 47 candidatos para 33 lugares en la lista. Nunca se debe tomar como estado de situación lo sucedido en el último partido; las cosas cambian de una actuación a otra. Pero la tercera caída seguida del seleccionado (Gales y Escocia a fines de 2022), y el juego (ataque, defensa, concentración), sugieren que hacen falta más de dos meses para encontrar el plantel definitivo para la Copa del Mundo. Y para que, además, estén bien los 33.
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