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Los Pumas, frente a Gales y la historia: la hora de recuperar la memoria e “inspirar a una nación”
Argentina enfrenta a un rival difícil, que llega en un gran momento, por el pase a las semifinales del Mundial
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MARSELLA, Francia.– Cuando lo que ocurre adentro de la cancha logra trascender los límites del deporte, el rugby deja de ser un juego. No habla sólo de sacarle una sonrisa a un país a la deriva. Eso sería algo efímero. Se trata de construir algo que perdure en el tiempo, el germen de algo más significativo. Lo que hicieron Messi, Di María, Dibu Martínez y compañía en Qatar, es el ejemplo más cercano. No tanto por la clase magistral de fútbol que brindaron como por la capacidad que tuvieron de levantarse, una y otra vez, de los golpes que sufrían. Fue el convencimiento lo que los llevó a ganar la tercera. La quisieron más que nadie. Su legado trasciende el fútbol.
Los Pumas son un equipo que, históricamente, está inscripto en esa lógica. Un equipo con la capacidad de llegar al corazón de los argentinos, incluso a los que no les gusta el rugby. El rugby argentino, de hecho, crece de la mano de los sucesos del seleccionado. Pasó con aquel equipo del ‘65 que marcó el nacimiento de la leyenda en Johannesburgo, en los ‘80 con un equipo que se les plantaba de igual a igual a los más poderosos, en el ‘99 con la victoria ante Irlanda forjada con uñas y dientes para acceder por primera vez a los cuartos de final de un Mundial y con el gran equipo de 2007 que besó la medalla de bronce.
Inspirar a una nación
En uno de los primeros intercambios con la prensa en suelo francés, el entrenador de los Pumas, Michael Cheika, mencionó casi al pasar que había hablado con el capitán Julián Montoya de la posibilidad que tenían en este Mundial de “inspirar a una nación”. La oportunidad aparece en este partido con Gales. El sábado a las 17 (las 12 de la Argentina), los Pumas jugarán ante Gales el primer duelo de cuartos de final del Mundial de Francia 2023 en el Stade Vélodrome de Marsella. El mismo escenario donde empezaron esta aventura y les demostró una realidad muy distinta a la que creían. La desconcertante performance en el estreno ante Inglaterra dejó muy lejos el objetivo de jugar los siete partidos. Hubo que empezar todo de nuevo. Con más contratiempos de los esperados, están en el lugar que querían, a un paso de esa meta. Para cruzarla, necesitarán una de esas actuaciones que le dieron renombre a la camiseta de los Pumas. Una de esas actuaciones en la que la entrega sea total para rendir al máximo de sus posibilidades. Una actuación inspiradora.
Sólo así podrán superar a un rival que, hoy por hoy, es superior a la Argentina. En el transcurso de esta copa demostró ser más sólido, más prolijo, más contundente. Un equipo que sabe lo que tiene que hacer para llegar a la victoria y se comporta adentro de la cancha en consecuencia. Que conoce sus limitaciones y las disimula, que explota sus fortalezas, que desnuda las debilidades del rival.
Si los Pumas conservan aspiraciones de estar entre los cuatro mejores no es tanto por cómo desandaron el camino que los trajo de vuelta a Marsella sino por destellos que dispararon a lo largo del año y medio previo en el que se extiende el ciclo de Michael Cheika. En reiteradas ocasiones, aunque no sostenidamente, alcanzaron un standard que les permitió codearse con las mayores potencias y, en consecuencia, considerarse con razón superiores a lo que puede desplegar Gales. Si recuperan la memoria de actuaciones como ante Australia en San Juan, Nueva Zelanda en Christchurch, Inglaterra en Twickenham o Sudáfrica en el Ellis Park, salir airosos pasa a ser un posibilidad cierta.
A lo largo de este Mundial, la performance de los Pumas estuvo muy lejos de los mostrado en esos partidos. Más que una expresión de deseo o una ilusión, persiste el convencimiento de que en algún momento aquella identidad va a emerger. En algún momento el equipo tiene que hacer un click. Si no es en este partido, ya será tarde. Ante Japón, seis días antes, se empezó a vislumbrar algo. Alcanzó para derrotar a un equipo peligroso pero inferior. Eso sólo no será suficiente esta vez.
Por el amor de nuestra gente. ¡Argentina! 🇦🇷
— Los Pumas (@lospumas) October 13, 2023
Los Pumas realizaron su Captain’s Run en el Stade Vélodrome. ¡Estamos! 🫡#SomosLosPumas pic.twitter.com/QCEg320LEH
Apareció otra actitud, por empezar. Las ganas de ganar, de llevar la pelota al in-goal rival aun cuando algunas cuestiones no terminaban de calibrar. Actitud para reponerse de los errores en lugar de alimentarlos. Aparecieron individualidades en un rendimiento alto, capaces de hacer jugar al equipo pero también de levantar a compañeros que todavía parecen ir a 110 voltios. Apareció el liderazgo de los más grandes y el desparpajo de algunos chicos.
Al mismo tiempo, persisten desacoples en el juego que, de no superarse, conducirán a una derrota. Las pérdidas de pelota en el contacto, por errores de manejo o por permitir la pesca del rival, fueron una constante durante los cuatro partidos previos. La utilización del pie, ya sea para salir del campo propio o como arma para quebrar la defensa rival, viene siendo deficiente. El scrum está cediendo un exceso de penales cuando lanza el rival, aun cuando no sea dominado. La defensa por las puntas permitió tres tries ante los nipones.
Un equipo conservador que ejecuta casi a la perfección
Gales es un equipo que, al revés de los Pumas, llegó como punto después de dos años oprobiosos, un cambio repentino de entrenador al final de la campaña 2022 y una sangría de jugadores históricos. De la mano del gran Warren Gatland, se reconstruyó a tiempo, se refugió en sus fortalezas y llega en un gran momento. Se trata de un equipo conservador que ejecuta casi a la perfección los fundamentos del juego. Fortalezas similares a las que presentó Inglaterra en el debut. Un equipo que no necesita tener la pelota para dominar. La defensa es agresiva y asfixiante. Las formaciones fijas son sólidas, especialmente el scrum. Patea mucho y pone el juego lejos de su in-goal. Tiene una tercera línea combativa y dinámica que recupera pelotas. El apertura es muy certero en sus envíos a los palos y sabe llevar el juego a donde le conviene a su equipo. Los tres del fondo son letales. En resumen, tiene la capacidad de capitalizar las falencias que arrastra hasta aquí la Argentina si no las corrige a tiempo.
Sus principales armas están en los terceras líneas, jóvenes y dinámicos (24,3 años), aunque no de gran tamaño (1,84m de promedio), encabezados por su capitán Jac Morgan. Los wings Louis Rees-Zammit y Josh Adams y el fullback Liam Williams. El segunda línea Adam Beard. El veterano apertura Dan Biggar, clínico con sus envíos a los palos.
Dicho esto, cabe consignar que Gales sigue estando un paso por debajo de las potencias y los Pumas pueden considerarse afortunados de que ése seal el rival en cuartos. No se trata de un equipo de elite. Los argentinos tienen la capacidad de dictar el ritmo del partido con el pack de forwards, que es más potente, y desequilibrar con sus backs. Lo que no pueden hacer es darse el lujo, como ocurrió ante Inglaterra, de facilitarle la tarea al rival. La clave va a pasar por evitar las acciones que alimentan el juego de Gales, como errores en el campo propio y penales innecesarios. Sobre todo, que cuando las cosas no salgan en lugar insistir y entrar en pánico busquen alternativas, porque en algún momento las oportunidades van a aparecer. Finalmente, hay que anotar cuando exista la oportunidad. Ante Gales, no alcanza con dominar el juego, también hay que dominar el marcador.
Se espera una tercera ola de argentinos en Francia, entusiasmados con lo que insinuaron los Pumas en Nantes, que se sumará a los que vinieron para los últimos partidos de la zona confiando en que la clasificación a cuartos de final se iba a consumar. No alcanzará, no obstante, a superar en número a los galeses, una de las hinchadas más fieles, al margen de la ventaja que tienen en distancias. Va a ser necesario el fervor de la hinchada argentina, como ocurrió ante Japón, para hacerse oír más fuerte en esa marea roja que dominará los 67.000 asientos del Stade Vélodrome, que en función de la cantidad de entradas que hay todavía a la venta se espera tenga algunos claros. Y si el equipo logra contagiar desde adentro de la cancha, tanto mejor.
El rugby es un juego. Puede ser mucho más, también.
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