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La relación rota dirigentes-jugadores, el no eterno a Quesada y el entrenador extranjero como variable, claves de la elección del coach de los Pumas
En este zigzag de resultados y situaciones que vienen protagonizando los Pumas en los últimos cuatro años, con dos cambios de entrenadores en el medio, lo que importa saber ahora es si el australiano Michael Cheika, el nuevo head coach que asoma, y su futuro equipo de colaboradores podrán construir una eficaz línea recta de preparación y de juego en el lapso del año y medio que resta para la Copa del Mundo de Francia 2023. Habrá que ver si es posible y ligero dejar la hoja en blanco, lugar al que solía recurrir Mario Ledesma, el conductor hasta hace un mes, y, vaya paradoja, quien acercó a Cheika para que colabore con el equipo antes del Rugby Championship 2020, el del triunfo frente a los All Blacks y, en parte, el del punto de quiebre en la relación entre la dirigencia de la UAR y los jugadores.
Una primera lectura a esta nueva resolución de la UAR es que se optó por un entrenador de larga y probada trayectoria internacional. El nombramiento de Cheika no ofrece mayores discusiones a priori. Tiene los conocimientos como para darle al seleccionado un salto de calidad. Un segundo vistazo permite observar que no se hicieron esfuerzos suficientes para intentar traer a Gonzalo Quesada, el preferido de los jugadores y del grueso del ambiente rugbístico local. Quedó claro algo que se huele con sólo asomar una pizca de nariz: mientras siga esta estructura de poder en la UAR, el ex coach de Jaguares nunca será entrenador de los Pumas, salvo un gran colapso que no deje otra opción. Es más: si la actuación en Francia es decorosa –al menos el acceso a cuartos de final– seguirá Cheika o, seguramente, alguno de sus colaboradores más cercanos.
Más allá de las medallas del australiano –finalista en el Mundial de Inglaterra 2015, donde Ledesma era su entrenador de scrum– y también de la categoría de los jugadores argentinos, debe tenerse en cuenta que la situación del seleccionado está atravesada por la nueva y lejana configuración internacional que provino tras el no va más de Jaguares, y por un evidente falta de rumbo que se percibe en la UAR con todo lo que tenga que ver con el alto rendimiento y la competencia. Son momentos de incertidumbre, aunque el próximo cambio del consejo –en unos días asumirá Gabriel Travaglini como presidente en lugar de Marcelo Rodríguez– no varíe el rumbo político ni el eje en la toma de las decisiones de peso económicas y deportivas.
Hay que volver por un rato al 9 de febrero para sacarle una foto más amplia a este momento. Ese día, abruptamente, Ledesma dejó de ser el entrenador de los Pumas. La UAR anunció a las 13 una conferencia de prensa para ese mismo miércoles a las 17. El día anterior, el ex hooker había estado en el entrenamiento de Jaguares XV. Si la renuncia de Ledesma fue 100% una decisión suya es una duda que quedó rondando en el aire. Lo que sí es cierto es que lo venía madurando, especialmente cuando observó que el fuego también venía del lado amigo. También está claro que no fue la salida más elegante por más que se la haya presentado así. La misma situación había vivido Daniel Hourcade en 2018, a pesar de haber llegado a la semifinal de Inglaterra 2015. Ambos dejaron al seleccionado en medio de una seguidilla de derrotas duras en resultados y rendimientos.
Desde el episodio del no homenaje a Maradona y de la viralización de viejos y horrendos tweets que derivaron en la quita de la capitanía a Pablo Matera –ahora triunfando en Crusaders, el mejor equipo del mundo–, la relación entre la dirigencia y los jugadores se rompió. Lo reconoció el vicepresidente segundo de la UAR, Ariel Mammana, en un reportaje que le realizó Alejo Miranda en LA NACION. Desde ahí, es un tira y afloje, que en la cabeza de los jugadores hizo mella al ritmo, por otro lado, de ciertas decisiones y posturas de Ledesma. Esperaban ellos un cambio de aire –y lo empujaron, de algún modo–, y quizá no era éste el que querían, pero al no haber posibilidades de que sea Quesada, preferían un entrenador extranjero.
Veremos cómo se sigue jugando este partido en julio, cuando para los Pumas llegue la hora de retornar a la cancha y, además, de volver a jugar en la Argentina tras más de dos años dando vueltas por el mundo, en permanente zigzag.
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