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La paradoja de los Pumas en el Rugby Championship: más experiencia, pero parecido a 2012
La transición post-mundialista resultó más abrupta de lo esperado y la actualidad de los Pumas tiene similitudes con la de cuando ingresó en el certamen
Finalizado el Rugby Championship 2012, la primera incursión entre las potencias del hemisferio sur que concluyó con un empate y cinco derrotas, los Pumas llegaron a la ventana de noviembre con la necesidad de dar algún golpe en la gira europea para terminar entre los ocho mejores del ranking y asegurarse un sorteo favorable para el Mundial de Inglaterra 2015. Cuatro años más tarde, la situación es la misma: el ranking que se actualiza hoy los muestra peleando palmo a palmo con Francia y Escocia por el 8° lugar.
Esta comparación, que a simple vista denota estancamiento, no deja ver la evolución resultante de cinco participaciones en el certamen, pero sí delata la suerte de transición permanente que atraviesa el seleccionado e impide trasladar ese crecimiento a los resultados.
El recorrido de los Pumas por el Rugby Championship puede dividirse en tres partes: en los primeros dos años, con Santiago Phelan como entrenador y Graham Henry como asesor, fueron de adaptación. Once derrotas y un empate evidenciaban la distancia que persistía con las potencias (la garra mas no el juego propiciaba desarrollos más o menos parejos), así como también falta de cohesión en el cuerpo técnico y los jugadores que desembocaron en la salida abrupta del DT. Daniel Hourcade imprimió cambios profundos de personal y de estilo y, sumado a la experiencia acumulada, los Pumas alcanzaron un nivel de juego más afín al que exigía la competencia y las victorias empezaron a llegar: dos en los nueve partidos de los dos años subsiguientes, que pueden considerarse de consolidación.
Este año, los Pumas iniciaron un proceso de superación y salen a jugarle a cualquier equipo que no sean los All Blacks en igualdad de condiciones. El roce que adquirieron al medirse año a año con los mejores ha dado sus frutos, acaso antes de lo esperado. El 4° puesto en el último Mundial es una demostración cabal de ello. Pero el ingreso en el Super Rugby y la decisión de marginar a los que actúan en Europa significaron una contramarcha cuyos beneficios todavía no se alcanzan a materializar y los seguidores deben conformarse, otra vez, con buenas intenciones que terminan en derrotas.
En este Rugby Championship, los Pumas desplegaron momentos de un rugby de altísimo nivel, sometiendo a los tres rivales (a Australia y a Sudáfrica en mayor proporción que a Nueva Zelanda) y demostrando capacidad de quebrar la defensa desde cualquier lugar de la cancha. En Salta, hasta tuvieron la madurez para cerrar un partido que se había tornado adverso por circunstancias fortuitas. Sin embargo, prevalecieron los lapsus de desconcentración que, al igual que en los primeros años, terminaron alejando al equipo de la victoria.
La falta de definición en los últimos metros de la cancha y la inconsistencia defensiva fueron los déficits técnicos más salientes. Los 27 tries en contra es la cifra más alta en los cinco años de recorrido y los 11 a favor no alcanzan el ratio de 2015 (dos por partido). En donde más se evidenció el aporte de la experiencia en el Super Rugby es en las estadísticas individuales, algo que en 2012 era impensado: Facundo Isa lideró en acarreos (las veces que corren con la pelota en las manos), con 85, mientras que y Pablo Matera y Agustín Creevy estuvieron entre los cuatro mejores; Martín Landajo fue el que más pases en el contacto dio (14), quedando Matera tercero e Isa, quinto; el santiagueño, además, terminó tercero en defensores superados (19) y quinto en metros recorridos con la pelota (361).
La excusa del recambio es relativa. Mientras que en este año en los Pumas debutaron dos jugadores (Enrique Pieretto y Marcos Kremer), en Australia hubo once que ganaron su primer cap y en Sudáfrica, siete. Pero existe un atenuante que no se debe obviar: sudafricanos, australianos y neozelandeses llegan al seleccionado luego de un buen recorrido en el Super Rugby, donde eligen jugadores de sus cinco o seis franquicias. La Argentina recién se incorporó este año y sólo tiene un equipo del que seleccionar; Tomás Cubelli es el único que está fuera de la órbita de los Jaguares. Ya se está hablando a nivel dirigencial de la posibilidad de tener una segunda franquicia, pero hasta tanto esto no ocurra (difícil antes de 2019) habrá que apuntar a capitalizar de la mejor forma posible esta coyuntura.
Lo cierto es que por el momento son más las promesas incumplidas que el paraíso que parecía ser el Super Rugby. Por haber sido un primer año lleno de variables desconocidas no se lo puede cargar como negativo, pero lo concreto es que el desgaste se pagó con siete titulares lesionados para el último partido del Championship.
Y si en el mediano plazo cabe esperar que los beneficios de tener un plantel con los mismos calendario y estilo de juego todo el año se potencien, persiste el riesgo latente de qué va a suceder a la hora de renovar los contratos de los jugadores, la gran mayoría de los cuales vencen a fin de 2017. La oferta que recibió Guido Petti Pagadizábal por parte de Toulon encendió una alarma que no se puede desestimar. Tener que rearmar el equipo a mitad de camino sería, una vez más, volver a empezar.
El pico de rendimiento de los primeros cuatro años de experiencia en el Rugby Championship llegó en el momento justo: el Mundial de Inglaterra 2015. El nuevo objetivo es Japón 2019 y cualquier análisis debe contemplarlo. Del mismo modo, el ranking juega un papel importante (aunque no decisivo) en esa meta y las seis derrotas en los nueve partidos que van en el año y que reflejan el rendimiento dentro de la cancha no se ajustan a ésta. Todavía quedan muchos kilómetros por recorrer (Tokio, Cardiff, Edimburgo y Londres son los últimos y próximos del calendario) y cuatro partidos por jugar para enderezar una transición que resultó más abrupta de lo esperado.
En noviembre de 2012, los Pumas derrotaron a Gales antes de caer, extenuados, ante Francia e Irlanda. Con la ayuda de un try de Kurtley Beale en el último minuto del partido que cerró la ventana entre Australia y Gales, alcanzaron el 8° escalón del ranking y tuvieron un sorteo favorable que redundó en el 4° puesto en Inglaterra. Hoy la realidad no es tan distinta.
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