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Justo Piccardo, el alma de la fiesta del SIC: un try, una pelota pescada a tiempo y el “pase” a los Pumas
El tres-cuartos, una de las figuras, disfruta del sabor especial de ganar el clásico, aunque siente que la clasificación a semifinales no está definida
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Justo Piccardo desató el carnaval. La pelota pescada por el potente tres-cuartos, con el tiempo a segundos de cumplirse, frustró definitivamente al CASI y le rompió la esperanza de dar vuelta el marcador. El arrojo del hoy wing, y a veces centro, valió un penal, cuya recompensa fue la última posesión de la tarde. “La jugada de la pesca se dio, fui a buscar al portador con el primer tackle y vino, iba a venir”, explica el dueño de la última jugada, seleccionado para sumarse a los Pumas en el Rugby Championship.
Eso significaba que el 27-26 reflejado en el tablero ya no se movería. Y el SIC se quedaría con la edición número 139 del gran clásico del rugby porteño. Apenas pudo, Mateo Albanese, otra de las figuras de un equipo compacto y comprometido, mandó la ovalada al diablo. El árbitro, Tomás Bertazza, sopló el silbato, señaló el medio de la cancha y se desató el carnaval en la cabecera de la Panamericana. Fiesta de cantos y saltos, oleada de banderas. Locura en la tribuna y sobre el ingoal. Hinchas y jugadores unidos por la misma pasión, abrazados por un sentimiento profundo, que no es posible explicar.
Y Justo Piccardo es un hincha más. Porque todos los jugadores son hinchas que llegaron a representar al equipo en la Primera y que durante años estuvieron alentando en esa misma tribuna, dejando la voz sobre los tablones, soñando con protagonizar tardes como esta ante el eterno adversario. E imaginando desde las infantiles ser la figura contra el CASI, como Piccardo, por desequilibrio y por temperamento, por ductilidad y arrojo, por anotar un try y ayudar a evitar que le marquen uno. Por darlo todo hasta el último instante y sin reclamar nada. Por todo eso, Piccardo es la figura. Y ante la requisitoria periodística se corre unos instantes de la fiesta y reflexiona.
“Creo que perdonamos un par de jugadas, un maul cerca de nuestro ingoal, al final, y la verdad que el equipo de enfrente juega. Los dejamos venir con penales y por eso sufrimos un poco, pero pudimos mantener la ventaja a nuestro favor hasta el cierre”. El hombre de la camiseta 14 afirma que nunca especularon con la diferencia en la tabla que traían a este duelo (dos puntos): “Nosotros vamos partido a partido. Estaba el condimento de la tabla, pero se trata de un clásico y los clásicos, se sabe, son partidos aparte y hay que ganarlos como sea”.
La victoria rutilante (habían perdido el choque de la primera rueda y hacía dos que mordían el polvo de la derrota en Boulogne) es un empujón anímico y un alivio pensando en los play-off, ya que ahora los separan cinco puntos de la Academia. Pero no está escrita la última palabra: “No nos sacamos de encima al CASI, los cinco puntos de distancia es un partido y todavía quedan tres: Regatas, la semana que viene, Alumni en Tortuguitas, y Champa acá”.
Hay mil preguntas, pero Piccardo se muere por volver a la fiesta. La última es referida a su marcha a los Pumas: “Sí me voy, pero mañana, hoy quiero festejar este triunfo”, dice y se aleja a los saltos. Se pierde abrazado a otro hincha con camiseta de jugador titular… Y se suma al coro de canciones con dedicatoria a los vencidos.
“Fue un partido durísimo. Estuvo para cualquiera de los dos y estoy muy contento de que nos lo llevemos nosotros”, sintetiza Mateo Albanese. “La verdad que todo el año venimos trabajando para jugar concentrados los 80 minutos. Claramente nos faltan un montón de cosas para corregir, como a todos los equipos, pero nosotros nos enfocamos en eso, en meterle y meterle los ochenta minutos para poder ganar cada sábado”, admite Santiago Pavlovsky, el apertura que este año tomó la posta de Joaquín Lamas. “Los clásicos son durísimos. Sacamos ventaja en el primer tiempo y en el segundo, por mérito de ellos, se nos vinieron encima, pero bueno, hoy la suerte picó para nuestro lado”, se sincera Marcos Borghi, otro baluarte del éxito zanjero. Y los cantos y los saltos se llevaron a todos los jugadores. La fiesta recién empieza.
El CASI se queda en el centro de la cancha. Sus integrantes clavan la mirada en el pasto, como buscando explicaciones. Devoto consuela a Luis Briatore. “Fue una lástima, en este tipo de partidos es muy importante la disciplina y creo que ellos estuvieron más finos en ese rubro”, admitió el octavo y capitán. Pasa Ricardo Pasman, ex jugador de la Primera y trata de levantarle el ánimo a Solveyra. Nieto Sánchez, Canzani, Torrado, todos sienten que pasó una inmejorable oportunidad, pero que nada está perdido del todo. “Ahora viene Champa y tenemos que ganarle. En eso tenemos que mentalizarnos”, explica Nacho Torrado, de 20 años, quien acaba de jugar su segundo clásico desde el arranque, cerca de su madre y su hermana,
Pasó un nuevo clásico. ¿Será el triunfo el empujón definitivo del SIC a los play-off? ¿Cómo reaccionará el CASI? El tiempo tiene las respuestas. Mientras tanto, hay carnaval en Boulogne.
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