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Juan Cruz Mallía, fullback de los Pumas: la versatilidad, Antoine Dupont y jugar en la exigencia de Toulouse, el mejor equipo del mundo
El cordobés es figura en una ciudad fanática de su deporte; “la polifuncionalidad va a acompañarme siempre, pero tengo que definirme por un puesto”, se planteó cuando no tenía la titularidad
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Presa de las conquistas de romanos, visigodos, árabes y hasta de tropas anglo-hispano-portuguesas en las guerras napoleónicas, Toulouse se forjó en la confluencia de lo mejor de cada una de esas culturas que dejaron su huella sin alterar la impronta francesa. Al recorrer el barrio de Les Chalets, entre mansiones (hotêls) neogóticas y basílicas romanas de los inicios del cristianismo, como la de Saint Sernin, ubicada a 500 metros del río Garona, el visitante puede toparse con la casa donde presumiblemente nació Carlos Gardel. La tesitura se replica en Stade Toulousain, el popular y laureado club de rugby de la ciudad. Base del seleccionado francés, amalgama también figuras de los equipos nacionales más poderosos del mundo. Entre ellas, un argentino llegó silbando bajito y se hizo un lugar a fuerza de convicción y talento.
Juan Cruz Mallía se incorporó a Toulouse a principios de 2021, luego del desmembramiento de Jaguares, con 24 años y dos partidos desde el inicio en los Pumas. Tres meses más tarde fue titular y marcó un try en la final de la Copa Europea de Campeones ante La Rochelle. Hoy es titular indiscutido y uno de los preferidos del público en el conjunto más ganador del Viejo Continente. El viernes contribuyó con una asistencia en 80 minutos en la victoria por los octavos de final de la Champions League del rugby sobre Racing 92, y Toulouse marcha segundo en el Top 14, en el que defiende el título de campeón.
“Me siento muy bien. He progresado mucho en el equipo. El club me ha impulsado a crecer. El deseo de estar aquí me ha motivado a esforzarme y elevar mi nivel”, cuenta el back cordobés en un diálogo telefónico para LA NACION. “Estoy cómodo con la filosofía de juego del equipo y tengo una buena relación con los entrenadores. Eso hace que haya jugado fases finales y me dio mucha experiencia. Desde hace tres años estoy acá, estoy muy cómodo en el grupo y en la cancha”.
Acciones de Juan Cruz Mallía en Toulouse
En Toulouse, Mallía sigue los pasos de Patricio Albacete y Omar Hasan, otros argentinos que hicieron historia con la camiseta rojinegra. El tucumano incluso vive allí en la actualidad. Conocida como “la ciudad rosa”, por el color que predomina en sus edificaciones, Toulouse devino una tecnópolis industrial especializada en aeronáutica, la industria aeroespacial y telecomunicaciones, algo que no trastocó en absoluto su encanto. “Es una ciudad hermosa. Aunque comparada con las ciudades argentinas es pequeña, es la cuarta de Francia”, describe Mallía. “Hay muchas cosas como para hacer, pero sin el bullicio que hay en París. Tiene el tamaño justo. Con mi novia aprovecho para salir a recorrer. Vamos a restaurantes, cafés y pueblitos que hay cerca. El clima también es un punto en favor y ayuda bastante. Al estar en el sur, hay días de sol muy seguido y no hace el frío que existe en París y más al norte”.
Además de vivir con Francisca Luquez, a quien conoce desde chico, Mallía goza de la compañía en el plantel de Santiago Chocobares, coequiper en Toulouse y los Pumas. “Pasamos prácticamente todo el día juntos. Ahí uno se da cuenta de lo importante que es estar con argentinos”, expresa. “Durante los primeros tres o cuatro meses estuve solo, y cuando llegó Choco se produjo un cambio impresionante. Prácticamente es un hermano para mí, somos como una familia. Al principio vivíamos juntos, pero después cada uno se fue a su propio departamento. Vivimos cerca, nos reunimos todos los fines de semana y uno sabe que el otro está presente para cualquier cosa que necesite”.
Juanchi Mallía menciona que, con el paso del tiempo, el afecto de los hinchas se hace sentir en sus recorridas por la ciudad. Termómetro de su crecimiento, y también del fanatismo que despierta el equipo. “Toulouse es una de las ciudades más fanáticas del rugby. El fanatismo se siente en todas partes, incluso por la calle. La gente aquí vive y respira rugby”, explica. “Antes, el fútbol ni siquiera era relevante. Desde hace unos años hay un equipo en la primera categoría y ganó un poco de popularidad, pero la gente de Toulouse es mucho más fanática del rugby. Siempre jugamos a estadio lleno, la atmósfera es espectacular y no hay más entradas en la segunda mitad de la temporada. Al mismo tiempo, son bastante exigentes. No basta ganar. Hay que hacerlo por una buena diferencia, jugar bien al rugby, jugar desde todos lados; no podemos perder contra determinados equipos como visitantes. Es una presión linda. Obliga a ganar todo lo que jugamos. Es parte de la cultura de Toulouse”.
Con 23 coronas del Top 14 y cinco de la Copa Europea de Campeones, Stade Toulousain es el club más ganador de Francia y de Europa. ¿Dónde está el secreto? “Cuando llegué tuve una charla con los entrenadores y me preguntaron cuáles eran mis objetivos. Ganarme un lugar, de mostrarme... «Ésa es la actitud», me dijeron, «pero sumale una cosa: acá venís a salir campeón. Sirven solamente ganar y salir campeón». En infraestructura no es de los mejores de Europa; ha quedado un poco viejo. En su momento fue de los primeros en hacer su centro de alto rendimiento. Pero no nos falta nada. La diferencia está en la mentalidad. Estamos obligados a ganar todas las competencias, también teniendo en cuenta la calidad de los jugadores. Los entrenamientos son hasta más duros que los partidos. Competimos con jugadores de clase mundial. El fin de semana eso se siente en la cancha. Eso hace que el equipo tenga esta mentalidad. Hay mucha competencia interna en todos los puestos. La mayoría de los jugadores es de nivel internacional; hay dos o tres jugadores por puesto. La competencia para ganarse un lugar el fin de semana es tremenda. Eleva el nivel de todos”. Entre sus compañeros se cuentan los franceses Antoine Dupont, Romain Ntamak, Thomas Ramos, Julien Marchand, el australiano Rory Arnold, el inglés Jack Willis, el escocés Blair Kinghorn y el italiano Angelo Capuozzo.
Destrezas de Mallía en Toulouse y en los Pumas
Formado en el Jockey Club de Córdoba, Mallía fue capitán de los Pumitas que en 2016 lograron su mejor ubicación histórica en un Mundial Juvenil al terminar terceros en Manchester, un equipazo en el que también brillaban Marcos Kremer, Bautista Delguy, Domingo Miotti, Matías Osadczuk y Franco Molina. En 2018 saltó a Jaguares, en el que se destacó por su polifuncionalidad en la línea de backs: actuó como centro, wing y fullback. En Toulouse incluso jugó partidos importantes como apertura y hasta asumió el rol de pateador. Esta versatilidad le valió el apodo de couteau suisse (cortaplumas suizo) en el sur de Francia y al inicio de su carrera le permitió ganarse minutos de juego, pero al mismo tiempo hacía que no pudiera establecerse como titular.
“Es verdad que al principio, al poder cubrir varias posiciones, uno tiene más chances de formar parte del equipo. Cuando arrancaba me resultó muy bueno para ganar minutos y estar en la pelea. Pero a medida que fue pasando el tiempo, eso hacía que no pudiera definirme en un puesto. Venía un entrenador y me ponía de centro, otro me ponía de fullback... En un momento llegué a estar un poco mareado. Después de llegar a Francia y de quedarme fuera de una convocatoria para una ventana de julio, dije «la polifuncionalidad va a acompañarme siempre, pero tengo que definirme por un puesto». Fue entonces cuando dije «yo quiero ser fullback». Entendí que a la decisión tenía que tomarla yo. La ecuación era al revés: yo soy fullback, después puedo aportar donde quieran. Eso me ayudó a tener una definición: «Yo quiero ser el fullback de los Pumas». Se dio de manera natural, fue saliendo. Los entrenadores lo vieron y empecé a jugar de fullback en los Pumas”.
Que en la extensa conversación para LA NACION el tema haya tardado en surgir no implica que sea menos importante. Contrariamente, lo mejor quedó para el final. Desde que se afirmó como fullback en 2021, Juan Cruz Mallía es el dueño de la camiseta 15 de los Pumas. De hecho, su buen rendimiento mucho tuvo que ver en la apuesta de Santiago Carreras como apertura. En el Mundial de Francia Juanchi reafirmó su calidad internacional y ahora apunta a seguir creciendo en el nuevo ciclo con Felipe Contepomi al frente del seleccionado.
“No sé si es nuevo proceso. Más bien es una continuación de lo que veníamos haciendo con Michael Cheika, en lo que Contepomi cumplía un rol muy importante. Fue muy bueno. Ahora apuntamos a ser aun mucho mejores”, aclara Mallía, algunas semanas después de que los jugadores argentinos se reencontraran en una concentración en Londres. “Juntarnos siempre nos gusta. Después de estar todo el tiempo juntos, cuando nos separamos se extraña. Ya teníamos definidas algunas cosas, ahora queremos ir más allá. Ya habíamos definido los valores y el propósito de este equipo, ahora hablamos de acciones concretas para lograr ese propósito y una identidad. Qué queremos como equipo, hacia dónde queremos ir, adónde queremos llegar”.
La pregunta que se desprende por añadidura es, claro, hacia dónde apuntan. “No hablamos en términos de resultados”, responde Mallía. “Nos enfocamos en lo que queremos mostrar como equipo. Estamos en medio de un proceso con miras al próximo Mundial. Cuatro años se pasan rápidamente, pero tenemos claro hacia dónde queremos ir. Trazamos una línea que irá guiándonos, como convertirnos en una gran defensa, tener formaciones fijas mucho más sólidas, y a partir de eso construir para al Mundial”.
Toulouse va a disfrutarlo al menos hasta mediados de 2026, cuando vencerá su contrato. El Mundial Australia 2027 es el próximo objetivo. Con Juan Cruz Mallía, los Pumas tienen bien cubierta la espalda.
Dupont y una lección para los entrenadores argentinos
En Toulouse, Mallía tiene la posibilidad de entrenarse día tras día al lado de Antoine Dupont, el mejor jugador de la actualidad. El medio-scrum del seleccionado francés es clave para los rojinegros. “Es un crack. Es uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida. Lo muestra en los entrenamientos, también”, confirma el cordobés. “Nos llevamos muy bien fuera de la cancha. Al mismo tiempo, es una persona muy normal. Hace lo mismo que todos, sale a comer como uno más. Con nosotros tiene la mejor. El año en que llegamos nos invitó a Choco y a mí a comer a su casa. Pensamos que iba todo el equipo, pero cuando caímos estaba con los amigos de la vida: «éste habla español», «éste fue a Colombia», nos los presentaba. Intenta hablar español con nosotros. Sigue juntándose con los mismos amigos de donde nació; eso habla de su humildad. Técnicamente es diferente: le pega con las dos piernas como si fuera fácil, hace todo muy natural. En los entrenamientos es incluso mejor que en los partidos. Intenta todo el tiempo, sigue yendo; bien o mal, no se frustra, no se queda con el error. Así ha logrado tener esa templanza en los partidos. Está completamente focalizado en la siguiente jugada”.
A partir de este análisis, Mallía marca una diferencia importante respecto a la formación en la Argentina: “Es diferente cómo se toma el error en Francia. El error acá es parte del aprendizaje, sobre todo en los entrenamientos, pero en los partidos también. En la Argentina el error está muy castigado, inhibe; acá hace completamente libre. Los entrenadores valoran mucho el intentar. Eso permite progresar. Si no, uno no sabe hasta dónde puede llegar. Hace empujar los límites”.
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