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Isabelle Ithurburu, la francesa que se allanó el camino y hoy pisa fuerte en el periodismo de rugby
Si de referentes del periodismo de rugby se trata, Isabelle Ithurburu es una de las profesionales que resalta en la escena ovalada francesa. Como presentadora de televisión, corresponsal en cancha y con diez años en el rubro, la periodista logró hacerse un lugar en este universo deportivo que pareciera estar reservado para los hombres pero que ella consiguió deconstruir y conquistar.
Desde su departamento de París, la profesional de 37 años contesta una videollamada de Zoom con LA NACIÓN en la que describe sus comienzos en la carrera y cuenta cuándo y cómo se enamoró del rugby.
Su labor se basa en cubrir los partidos desde la cancha todos los sábados y, los domingos, en conducir uno de los programas más importantes del rugby francés, en Canal Plus. Dice que, al principio, se le hizo más fácil el trabajo en el campo de juego que en el estudio de televisión, dado que se sentía un poco incómoda por ser la única mujer en el piso.
Sin embargo, con el tiempo -y con algo más de esfuerzo que cualquier hombre promedio- les hizo entender a sus colegas que verdaderamente le gustaba ese deporte y que tenía tanto derecho como ellos a hablar y opinar de rugby.
Su español es casi perfecto y tiene varias expresiones y palabras argentinas en su vocablo, como "mina", "tipo" y hasta la fonética de la "y", costumbres que probablemente adoptó durante los años en los que estuvo casada con el exentrenador de Jaguares y actual del Stade Français, Gonzalo Quesada.
Nacida en el sudoeste de Francia, una región muy guindera, Ithurburu cuenta cómo ven a los jugadores argentinos en su país. Comenta que a Rodrigo Roncero, Juan Martín Hernández y su generación se los recuerda "como reyes" y señala que los hinchas galos sienten cierta afección por quienes vistieron alguna vez la celeste y blanca.
¿Cómo empezaste a hacer periodismo?
Empezó todo como una sorpresa porque no era lo que yo había estudiado. Hice la carrera de Comercio Exterior y, cuando empecé en Canal Plus, trabajaba en la compañía marítima Maersk. Entonces, apenas llegué a París, en un evento de una revista, nada que ver con el rugby, me encontré con gente que le gustaba mucho ese deporte.
Y, charlando con distintas personas, el mejor amigo del director del canal Info Sport -un noticiero deportivo- se dio cuenta de que el rugby me gustaba mucho y me dijo: "No sé si te divierte pero sé que están buscando a jóvenes a quienes les encante algún deporte y que puedan formarse como periodistas".
A mí me gustaban también el tenis y el fútbol. Primero dije que no porque no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo. Pero después, pensándolo bien, dije: "Puedo ir y, por curiosidad, ver cómo es, ya que nunca me van a proponer un puesto".
Fui y charlé mucho con el hombre que al final me dijo: "Tengo muchos perfiles pero a vos realmente se nota que te encanta el deporte y que sentís pasión cuando hablás. Me gustaría que firmes". En ese momento pensé: "Tengo 25 años. Si no lo hago ahora no lo hago nunca", y empecé durante un año a aprender cómo manejar la voz y a escribir, hasta que me llamaron para tener mi primer noticiero.
¿Y al rugby cómo llegaste?
Al rugby llegué dos años después, en 2011, en el mundial, porque sabían que era mi deporte favorito pero en ese momento había solo chicos y ni imaginaban sacar a un hombre para poner a una mujer. El mundial era el momento porque me podían poner alrededor de una mesa sin reemplazar a nadie. Funcionó y de ahí me dieron el programa más groso de esa época que era Jour de Rugby.
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¿Tu amor por el rugby cuándo empezó? ¿Se jugaba en tu familia?
Nadie jugaba. No tengo muchos deportistas en mi familia pero vengo del sudoeste de Francia, que es una región de rugby, donde es el deporte número uno. Mi papá siempre miraba rugby en la televisión y, al principio, de chica, me era imposible entender el deporte pero, poco a poco, de adolescente, empecé a mirarlo más y a entenderlo.
El momento importante fue en 1999, en el mundial, cuando Francia le gana a Nueva Zelanda en las semifinales. Ahí me enamoré. Entonces, empecé a ir a ver al club de Pau -Section Paloise-, que es bueno pero está siempre noveno o décimo en el Top 14. Aunque es un buen equipo. Y desde entonces fui todos los fines de semanas a verlo. Así conocí a Gonzalo [Quesada].
Quesada jugaba ahí en ese momento...
Claro, fue en 2005.
¿Seguís alentando a ese club? ¿Sentís afección por alguno en particular?
Sí, por el equipo de Pau. No es fácil porque nunca ganan nada y descendieron en 2006/2007. Fue difícil porque estuvieron en segunda división, pero mis equipos son Section Paloise y Francia, por supuesto.
¿Tuviste que hacer un esfuerzo extra por ser mujer para pisar fuerte en el mundo del rugby?
Sí. No puedo decir que no pero no sé si más en el rugby que en otro deporte. Creo que la novedad no les gusta a los hombres. En el fútbol ya había mujeres así que era más normal, aunque es difícil tratar con los futbolistas, pero para mí era más difícil imaginar que a una mujer pueda gustarle este deporte.
En Argentina, también es un deporte muy familiar, ¿no? Por ejemplo, en Francia, en el estadio siempre había muchas mujeres, chicas y adolescentes, y no me parecía raro. Pero cuando llegaba al estudio, sí que no había ninguna mujer.
Es como que no pueden imaginar que nos guste, que entendamos y que podamos hablar. Aunque yo no puedo comentar un partido entero, me parece imposible porque hay muchas cosas que no veo, que no siento. Pero en el estadio, cuando iba con el micrófono, no me resultaba difícil sentirme en mi lugar. Y en el canal sí porque eran solo muchachos.
Claro, porque en el estadio te identificabas con otras mujeres...
Exacto porque ahí las mujeres pensaban: "Es nuestra voz. Nosotras estamos cada fin de semana acá y hay una mujer que por fin va a hablar como nosotras". Es que se dieron cuenta de que no era nuevo para mí estar en una cancha, mirar un deporte bajo la lluvia, con o sin tacos.
En el estudio es distinto. Pero no duró mucho, después de unos meses los colegas, menos el que reemplacé, porque él perdió un programa y no le gustó, cuando vieron que me gustaba el rugby, que era humilde, que escuchaba lo que decían y que podíamos comunicar, todo bien. No me hicieron pasar momentos duros.
¿No viviste ninguna situación machista en el trabajo?
No, pero en las redes sociales un poco sí. Al principio en Twitter. Ahora no, pero antes algunos se animaban a decirme cosas por Twitter porque ahí les resultaba más fácil criticar.
Los argentinos y la actualidad del rugby francés
Ante el futuro incierto de Jaguares como consecuencia de la pandemia, algunas figuras argentinas como Guido Petti, Marcos Kremer y Jerónimo de la Fuente fueron convocados por equipos franceses y otros destacados como Matías Moroni y Agustín Creevy definieron su partida a Inglaterra. Algo positivo para el rugby europeo, según manifiesta Ithurburu.
¿Cómo ves a los argentinos que están allá en Francia y a los que llegaron en medio de la pandemia?
Pude conocer muy bien a varios argentinos acá en Francia y en París. Rodrigo Roncero, Juan Martín Hernández y su generación, en esa época, eran como reyes acá. Reyes en el talento y en el deporte pero también en la manera de actuar. Eran muy buenos tipos, realmente gentlemen. Muy educados. Bueno, los franceses son amorosos pero los argentinos siempre están un poco más adelante: los hinchas los quieren, hay algo distinto con ellos.
En cuanto a los que llegaron en el último tiempo, hace mucho que no había tantos porque la Argentina estaba transitando un buen momento ya que había un poco más de profesionalismo. Pero la realidad es que los extrañamos. Lo único bueno del Covid-19 es que ahora van a volver muchos.
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Los argentinos son distintos porque, en Francia, cuando empezó el profesionalismo, cambió un poco la manera de actuar en el rugby y los argentinos guardaban eso que logra el amateurismo. Tienen algo más en su vida, se nota cuando juegan, se nota cuando hablan.
Entrevistar argentinos es un placer, ya porque en dos meses hablan francés, es impresionante como tratan de integrarse. Y la verdad que no sé si hay algún argentino que la gente no haya querido en Francia. Son los favoritos.
A pesar de las rivalidades entre Los Pumas y la selección francesa...
Sí (se ríe). Pero hasta con la rivalidad porque preferimos que sea contra ellos que contra otro equipo. Hay rivalidad contra los ingleses y no nos gustan los ingleses pero hay un respeto muy fuerte con los argentinos. 2007 fue un horror, 2011, también. Todos los mundiales, menos el último (suspira).
Volvieron los amistosos y dentro de poco se supone que vuelve el Top 14, ¿cómo observaste el estado físico de los jugadores después de la cuarentena?
Esperemos que vuelva el Top 14. No pude ver los amistosos porque no fueron televisados. Lo que sé es que están a full pero hay un estrés enorme con este virus. El Stade Français no puede estar pasando por un peor momento.
Para nosotros, trabajar es un horror porque nadie quiere abrir los entrenamientos, tienen miedo de contagiarse y, la verdad, no sé cuáles van a ser los efectos físicos de lo que pasa en sus cabezas. Sé que físicamente están a full, algunos de los jugadores no pueden más, quieren jugar y eso es algo bueno.
Pero hablé con Gonzalo [Quesada] y sé también que el Stade Français va a tratar de no jugar el primer partido y creo que otros equipos empezaron a tener mucho miedo también. No sé lo que va a pasar este año.
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