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Inglaterra, rival de los Pumas, preocupa más allá del Mundial: el duro editorial que habla de “podredumbre” y “falta de humildad”
A seis meses de la Copa del Mundo, preocupa la realidad del rugby británico. Fuertes críticas a la dirigencia y el llamado a la reflexión para evitar otra catástrofe
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Cuando se realizó el sorteo para el Mundial de rugby 2023, el 14 de diciembre de 2020, en París, y la Argentina fue ubicada en el Grupo D junto con Inglaterra, Samoa y Japón (luego se clasificó Chile), sabiendo además que el partido de apertura sería contra el seleccionado de la Rosa, la percepción fue que los Pumas tendrían un durísimo compromiso de arranque. Y que de producirse eventualmente una derrota, no habría más margen para dar pasos en falso.
Tiempo después, en noviembre de 2022, llegó el enorme triunfo en Twickenham (30-29) que, de alguna manera, le dio al seleccionado conducido por Michael Cheika la certeza de que la preocupación no debía ser sólo nuestra: también Inglaterra tendría que estar bien alerta para ese encuentro del debut, en Marsella, del sábado 9 de septiembre.
Ya desde el 2022 se observó un paulatino desmoronamiento de Inglaterra, con tres derrotas en el Seis Naciones (con Escocia, Irlanda y Francia). A la derrota con los Pumas, en noviembre, se sumó la caída con Sudáfrica, un empate con Nueva Zelanda y la única victoria, frente a Japón.
La falta de confianza y de resultados impulsaron la salida del histórico entrenador australiano Eddie Jones. La entrada de Steve Borthwick renovó las ilusiones, sobre todo por el cambio de aire. Pero Inglaterra sigue “flotando”. Tiene algunos momentos positivos, pero son esporádicos, como espasmódicos. El Seis Naciones 2023 era la oportunidad de empezar a torcer la historia y mirar con más optimismo la Copa del Mundo.
Pero la derrota con Escocia en el match de apertura, en Twickenham, por 29-23 volvió a desatar los nubarrones y el escepticismo. En la segunda fecha, llegó la lógica victoria sobre Italia (31-14), pero no era la medida necesaria. Mismo, el triunfo posterior en Cardiff frente a Gales (20-10), porque el Dragón Rojo es otro de los que anda a los tumbos. Y todas las fichas se pusieron para las dos últimas fechas. Quizá no con la idea de salir campeones, pero sí para tratar de encontrar el rumbo extraviado.
Pues bien, el primero de esos choques, también en la catedral de Londres, fue un sopapo memorable de parte de Francia por 53-10. Y encima, tiene que cerrar, el sábado próximo, como visitante, ante Irlanda, invicto en cuatro partidos y decidido a conquistar el torneo, con Grand Slam incluido. Y a continuación quedarán apenas un par de partidos antes del duelo inaugural con los Pumas.
Inglaterra, a nivel rugbístico, está shockeada. Queda expuesto en las transmisiones televisivas, en las redes sociales y también a través de los editoriales de los medios más prestigiosos. Porque la preocupación excede a la Copa del Mundo: se apunta al rugby inglés en general, que paradójicamente tiene en la Premiership a uno de los torneos más importantes del planeta. Aunque últimamente con problemas financieros.
El diario The Guardian fue uno de los más enfáticos luego de la derrota abrumadora con Francia. No es que perder era una posibilidad que no se contemplara frente a uno de los grandes candidatos a ganar el Mundial, en el que además será local: perder de la manera que perdió fue lo que nadie presagiaba. Un mazazo al corazón de los ingleses.
“Se necesitan grandes dosis de humildad y una reforma drástica de la RFU para evitar otra década en el desierto”, afirma The Guardian luego de la catastrófica caída en Twickenham. Y el análisis encierra una profundidad que denota la preoocupación por el presente y el futuro de esta disciplina.
“Han pasado 20 años desde que Inglaterra se convirtiera en la primera -y única- selección del hemisferio norte en ganar una Copa del Mundo y ya no se pueden evitar algunas crudas verdades. Si su derrota récord en 113 años como anfitriona de los tests en Twickenham simbolizó algo: fue exactamente hasta qué punto ha caído el rugby inglés y cuánto va a costar devolver a la selección nacional a sus antiguas glorias”, admite el editorial de The Guardian. .
Que no escatima adjetivos en la autocrítica deportiva que merece la conducción de rugby de ese país. “Tal vez esta derrota sea el duro despertar necesario para alertar a la Rugby Football Union de la magnitud de la podredumbre que se ha instalado, dentro y fuera del campo. Porque, cada vez más, no parece importar quién entrena a Inglaterra, qué jugadores seleccionan, cómo intentan jugar o incluso el volumen de ruido que hacen sus seguidores. Ahora se hace evidente un panorama más amplio: el rugby inglés necesita ser salvado de su aburguesamiento, miopía y bajo rendimiento.
“El marcador final de 53-10 refleja el abismo moderno que se ha abierto entre las dos naciones. La diferencia de clase en el tackle, el número 8, el medio scrum y el centro interior fue especialmente marcada, al igual que los apuros de Inglaterra en el breakdown. Si no mejoran notablemente contra una Irlanda que persigue el Grand Slam el sábado en Dublín, no tardará en producirse otro espectáculo de terror”, afirma el editorial.
Más allá de destacar sobremanera las capacidades de Francia, a partir de jugadores como Antoine Dupont, Grégory Aldritt, Thibaud Flament y Jonathan Danty, se remarca un aspecto: la falta de humildad. Y es el principal reclamo que se le hace a la RFU. No es casual.
“La humildad no siempre ha sido el principal rasgo asociado a la RFU, pero ahora se necesitan grandes dosis de ella, ya que el rugby inglés apenas está en mejor forma que el atribulado rugby de Gales. Si no se reforman las prioridades y las estructuras del sindicato, nos espera al menos otra década en el desierto”, apunta el medio británico.
Otro aspecto que se remarca es la cantidad de gente que se fue de Twickenham mucho antes del final del partido. Totalmente abatida, avergonzada por la paliza que le estaba dando Francia. Y The Guardian hasta se permite el sarcasmo: “Los que más rápido se fueron del estadio se perdieron el suntuoso último try de Francia, culminado por Damian Penaud, que de tan bello podría haberse colgado en el Louvre. Pero su paciencia se había agotado. Hoy en día, invertir cientos de libras para ver a Inglaterra ya no garantiza el mismo halo de satisfacción que antaño”.
La goleada de Francia a Inglaterra
La crítica también abarca las carencias estructurales que se le imputan a la RFU. “La canalización de talentos tiene demasiadas grietas y el desarrollo coordinado de jugadores entre los 17 y los 23 años sigue siendo un área de frustración continua. Puede que la Premiership haya sido divertida de ver esta temporada, pero ya no suministra a Inglaterra delanteros de calidad listos para los tests. En todos los niveles, los sistemas de Francia e Irlanda están proporcionando jugadores de mayor calidad. El viernes por la noche, en Bath, los Sub 20 franceses se impusieron a los ingleses por 42-7, mientras que los Sub 20 irlandeses le metieron 82 puntos a los Sub 20 escoceses.
Cuando se habla de que no importa si Steve Borthwick o Eddie Jones están al mando, se puntualiza en los últimos compromisos. “Hasta su arrebato tardío contra Nueva Zelanda, Inglaterra perdía por 25-6 en Twickenham contra los All Blacks al entrar en los últimos 10 minutos. Contra Sudáfrica cayeron por 27-13. Contra Escocia concedieron cuatro triess y ahora, en su supuesta fortaleza, Francia les ha endosado siete tries. No es una racha alentadora antes del Mundial”.
La crudeza del análisis expone el sentimiento británico. Por cuarta vez en los últimos seis años, Inglaterra no estará entre los dos primeros del Seis Naciones. “Y ahora vamos a Dublín, con el Día de San Patricio y el Festival de Cheltenham como telón de fondo. En esos momentos, uno siente lástima por los jugadores, todos ellos hombres decentes. Pero el deporte internacional es la jungla más despiadada. Y las hojas de parra del optimismo que preservaban la modestia inglesa han sido arrancadas”, concluye The Guardian.
Campeón en Australia 2003. Subcampeón en Japón 2019, en Francia 2007 y en Inglaterra 1991. Cuarto en Sudáfrica 1995. Sólo quedó eliminada en la primera rueda en el Mundial de 2015, como anfitriona. Ahora, Inglaterra, además del inminente duelo con Irlanda en la fecha final del Seis Naciones, tendrá una dura misión en la Copa del Mundo de Francia 2023. Golpeada, bajo la incredulidad de la gente y también en medio de las críticas de los medios. Un escenario global que parece conjugarse a pedir de los Pumas, para empezar a soñar con serias pretensiones.
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