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Hindú: un campeón que no olvida el valor de disfrutar del club
Anteayer se consagró en el Nacional; ganó su primer título en 1996 y hoy es el indiscutido monarca del rugby argentino; “Los campeonatos no son lo más importante”, dice Senillosa
El club Hindú, un día después de una nueva consagración, se ve exactamente como uno espera encontrarlo. Tras una noche de fiesta, en la que los protagonistas juran no saber si se acostaron muy tarde o demasiado temprano, según qué día se tome como referencia, reina el silencio, que sólo se ve interrumpido por algunos chicos jugando en la cancha principal. Al lado del campo, en una ronda, charlan tranquilos los jugadores, quienes tras el partido y los festejos, se reencuentran en su club, en un ritual que se repite todos los domingos.
"Por lo general venimos a almorzar juntos. Es un lindo día para disfrutar y reirnos un rato. Nos contamos anécdotas del partido, de la fiesta. Los domingos siempre se pasan en familia acá. Es así de toda la vida. Cuando no ganábamos nada, lo hacíamos igual", confiesa Hernán Senillosa, de 38 años, y único jugador del plantel que fue partícipe del primer título, en 1996. Junto a Senillosa está su hija Josefina, como si fuera una más del equipo, mientras que su hijo Amadeo, quien viste una remera de los Pumas, corre en la cancha de rugby con el resto de los chicos.
Aunque suene raro, Hindú fue alguna vez un club que no ganaba nada. Fundado en 1919 por Francisco Borgonovo, los de Torcuato tuvieron que esperar hasta 1996 para lograr un título que ya se venía palpitando, tras los subcampeonatos de 1993 y 1994. Quizás el año de quiebre fue 1986, no por el descenso, sino porque Carlos Firpo emprendió la difícil tarea de juntar el dinero para comprarle los terrenos aledaños al club Buenos Aires y poder expandirse. Así, Hindú pasó de tener dos a cinco canchas de rugby. Aunque ascendió al año siguiente, volvió a perder la categoría en 1988, para volver definitivamente en 1989.
Fue Tito Fernández, quien tuvo un paso fugaz como jugador con tan sólo cuatro partidos en 1983, el que dejó un sello imborrable como entrenador y le cambió la cara a Hindú para siempre. Promovió a jóvenes como Gonzalo Quesada, también a los actuales entrenadores Nicolás y Juan Fernández Miranda, y hasta al propio Senillosa. Con un concepto claro: el de jugar al rugby de toda la cancha. Transformó a Hindú en lo que es hoy: un club ganador.
"Juego acá desde los 5 años y mi sueño siempre fue llegar a la primera y poder salir campeón. Admiraba demasiado a los jugadores cuando era chico. Esa época se vivía de una manera increíble", dice el apertura Joaquín Díaz Bonilla, de 27 años, goleador y una de las figuras del equipo. Es que para cualquier persona de menos de 30 años resulta difícil imaginarse a un Hindú que no sea favorito y candidato. Desde el título de 1996, el equipo de Don Torcuato se alzó con 16 trofeos, 9 campeonatos de la URBA y 7 Nacional de Clubes.
Mientras los jugadores charlan afuera, adentro del quincho repasan la final Juliana Díaz Bonilla, Ana Ostiglia, Alejandra Agulla, Marichu Iachetti, María Elena Domínguez y Cristina Fernández Miranda, la hinchada femenina del equipo. "Pará Mariano, no nos cuentes", lo retan a Mariano Caillet-Bois, el manager del club, quien se anticipa para avisarles que se viene el try de Bautista Álvarez. Es que, aunque hayan estado en la primera fila, lo reviven como si fuera la primera vez.
Cuando Hindú ganó su primer campeonato, Lautaro Bávaro tenía apenas 2 años. Parte de la nueva generación del club, el ala fue uno de las figuras silenciosas del equipo: "Los entrenadores nos transmiten las ganas de mejorar, no presión por ganar. Cada sábado venimos a aprender y si el resultado se da, mejor. Este club es mi familia, paso más tiempo acá que en mi casa. Disfruto entrenar cada semana, ver que lo hacemos bien y que podemos plasmar eso en los partidos". La de Bávaro no es una excepción. Hindú es un club familiar, donde en muchos casos han llegado a jugar tres generaciones de una misma familia.
Que un club gane lo que ganó Hindú es difícil pero pasó. Lo que más llama la atención es su permanencia. "Es difícil apartarse cuando te toca ganar y escuchás que te dicen que somos los mejores. Nosotros tratamos de tomarlo con humildad y saber que lo que hiciste no va a hacer que ganes el próximo partido, sino que siempre hay que esforzarse. Hacemos un esfuerzo grande para mantener esta filosofía, de disfrutar el juego y de disfrutar venir al club. Los campeonatos no son lo más importante", señala, convencido, Senillosa.
Es que para los jugadores de Hindú es tan importante el juego como el sentido de pertenencia, como cuando sus hijos juegan en la cancha o sus madres miran el partido. "Esta es mi segunda casa. Creo que el día que deje de jugar voy a venir más que ahora. Sabemos que por ser de la Primera los chicos nos miran y lo tomamos con responsabilidad. Por eso nos entrenamos duro y tratamos de jugar cada vez mejor", afirma Gonzalo Delguy, quien levantó su primer trofeo como capitán.
- 16 títulos ganó Hindú, todos en los últimos 20 años: 9 torneos de la URBA y 7 Nacional de Clubes, el último, anteayer, frente a Belgrano Athletic.
am/jt
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