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Hassane Kolingar, el Mike Tyson francés que nació "muerto" y al que el rugby le salvó la vida
Nació "muerto", creció en los arrabales de París y se dedicó al boxeo, como su padre inmigrante. Descubrió tarde el rugby, a los 15 años, y recayó en el poderoso y respingado Racing 92. Tuvo que adaptarse a una idiosincrasia distinta, lidiar con problemas de disciplina en la cancha y sobreponerse a operaciones en las rodillas. Este domingo, Hassane Kolingar estará en el centro de la escena mundial cuando haga su debut representando a Francia en el Torneo de las Seis Naciones.
Con 22 años y un portentoso físico de 1,84 metros y 114 kilos, "Tyson" Kolingar es la encarnación de la diversidad que adquirió el rugby en los últimos tiempos y que todavía lucha por dejar atrás su bien ganada etiqueta de elitista. Del Distrito 14 al coqueto barrio de Nanterre, ahí nomás del Arco de La Défense. Casi sin escalas, aunque no sin atravesar una adaptación compleja y llena de matices.
"No es fácil, no. Fue un gran cambio. Desde la música que los chicos escuchaban, el ambiente en el ómnibus... No estaba listo", reconoció el pilar en una entrevista con L’Equipe.
Ese largo camino lo condujo hasta Dublín, donde el seleccionado francés intentará este domingo mantenerse en la cima del Seis Naciones, cuando por la segunda fecha se enfrente con Irlanda en Lansdowne Road.
Kolingar nació muerto. Tuvo un soplo en el corazón y debió ser operado de urgencia. "Mis padres pensaron que todo se había acabado", cuenta. Desde entonces todo fue cuesta arriba. "Mis padres tuvieron que cambiar de trabajo. Tuve una muy buena educación de ellos, pero fui un niño muy turbulento, difícil de manejar. Me gustaba mucho pelear. También tuve malas compañías. Tengo muchos amigos que fueron a la cárcel o a los que les dispararon. Si no fuera por los deportes y mis padres, me habría ido a la deriva. Tuve suerte de que llegara el rugby".
Su padre, congoleño, fue boxeador de peso pesado (1,96m, 140 kilos). Un día "se metió en problemas con la policía" y en la comisaría un oficial, al ver su contextura, le ofreció unirse a su equipo de rugby. Llegó a jugar como segunda línea en ACBB, de la tercera categoría de Francia (Fédérale 1), hasta los 36 años.
Cuando a los 15 años Hassane se lesionó una muñeca y debió interrumpir la práctica del boxeo, su padre lo llevó al modesto club Soisy-sous-Montmorency, donde fue captado por la academia de Racing 92. Hasta entonces su único contacto con el rugby había sido mirar la final del Mundial de 2011 entre Francia y Nueva Zelanda por televisión. Ni siquiera había tocado una pelota.
En sus comienzos era común verlo salir expulsado del partido. "Tuve la suerte de estar en ese club, con gente que confió en mí y me explicó que tenía que parar. Si querés desahogarte en el rugby, hay otras maneras".
Tarjeta roja por una grosera limpieza de ruck
Su ascenso fue meteórico, aunque, como toda su vida, estuvo signado por la adversidad. Kolingar participó en el seleccionado juvenil campeón del mundo en 2018 en Georgia, pero se perdió la final por una rotura de ligamentos cruzados en una rodilla, la segunda en su corta carrera. Cuando se repuso, Racing lo cedió a su filial Vannes, de la segunda categoría, para la temporada 2018/19.
"Hay gente que está en una guerra; otros duermen afuera, abajo de los puentes. Yo soy un jugador de rugby", relativiza. "Si lo pongo en perspectiva, no puedo quejarme. Que me haya roto los ligamentos cruzados dos veces, o incluso cinco veces... Estoy enamorado de este deporte y no sé dónde estaría sin él. Me ha dado la oportunidad de seguir con mi vida. No voy a dejar que dos lesiones me detengan. En realidad, en el lugar de donde yo vengo estas heridas son muy pequeñas".
Un try conseguido con potencia y apoyo
De regreso en Racing, Kolingar resultó una de las revelaciones de la temporada 2019/20, interrumpida por el coronavirus y finalmente inconclusa. Cuando la actividad se reinició, él fue protagonista de uno de los equipos del momento, que en el Top 14 está a dos puntos del líder, Toulouse, y fue subcampeón de la Copa de Campeones de Europa. En la Autumn Nations Cup de noviembre el primera línea tuvo su bautismo de fuego en Les Bleus y sumó sus primeros dos caps.
¿Qué similitudes encuentra entre el boxeo y el rugby? "En un ring y en una cancha de rugby, sabés cómo vas a entrar, pero no sabés cómo vas a salir", responde. "Las sensaciones previas son similares: el nudo en el estómago, el miedo... Sabés que vas a recibir un golpe pero te gusta. Sabés que vas a dejar algo. Tenés ese miedo, pero se va enseguida".
El ex pilar de los All Blacks Chris Masoe, entrenador de forwards de Racing, lo llamó "Mike Tyson". "Es mi apodo aquí. Tyson, ése es mi ídolo. Sé su historia de memoria, estoy fascinado por su trayectoria. Es un ejemplo para el deporte", sostiene. "Lo que me gustaba era su rabia. Aunque la vida sea dura, no ponemos la otra mejilla para que nos peguen. Hay gente que habría pagado por recibir un golpe de Mike Tyson, y la entiendo".
Afirma que prefiere mirar una pelea antes que un test match y en cada verano, entre temporadas, vuelve a subirse al ring. Mientras tanto, Hassane Kolingar se hace su propio nombre en el mundo del rugby.
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