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Ellas también rugen
El seleccionado femenino se alista para disputar el torneo continental en Río de Janeiro, el fin de semana próximo; cómo viven y sienten las chicas el deporte de la ovalada
"¡Queremos salir campeonas!", dijeron al unísono las Pumas, el seleccionado de rugby femenino, que el fin de semana próximo jugará en Río de Janeiro el Sudamericano de Seven, en el que también participan Paraguay, Colombia, Chile, Venezuela, Perú, Uruguay y Brasil. Hace ocho años que la Argentina compite para ganar y obtener una plaza en el Mundial de Seven de rugby femenino, pero hasta ahora el mejor puesto que alcanzó fue el de subcampeón.
"No nos conformamos, venimos trabajando duro para lograr el título", anticipó Gisela Acuña, de 32 años, que vive en la localidad de Santo Tomé, provincia de Santa Fe. Un sentimiento atraviesa el relato de Gisela, que trabaja en una empresa de refrigeración; al igual que sus compañeras, su gran pasión es el rugby. Pasión a la que se entrega por entero el tiempo que tiene disponible. Es que Gisela tiene un ritmo de vida agitado. Trabaja nueve horas diarias y se entrena todos los días, menos los domingos. Su rutina es muy exigente: del trabajo va al gimnasio, luego cena en su casa y sale nuevamente a correr por la Costanera. Desde hace seis años forma parte del seleccionado y descubrió este deporte a los 16, en el Charonga Club, donde juega. "Recuerdo que las chicas siempre opinábamos sobre cómo jugaban los varones, hasta que un día un amigo nos increpó: «¿Por qué no se entrenan ustedes en vez de ser opinólogas?» Una amiga me miró y me dijo: «Vamos a jugar». Probamos y me encantó. Lo que más me gusta es el trabajo en equipo. Te genera el valor de la solidaridad", concluyó.
El rugby femenino en la Argentina se juega bajo la modalidad de seven, disciplina que se convirtió en olímpica hace tres años. Clasificarse para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 es su sueño. "Por ahora este deporte no está totalmente instalado en nuestra sociedad. Culturalmente se lo considera de varones. Las chicas no lo juegan de pequeñas, incluso lo descubren por amigos, novios o hermanos", dijo Miguel Seró, el entrenador del seleccionado desde hace dos años. "Además, en nuestra sociedad, lo natural es que la mujer haga gimnasia artística, danza u otros deportes. Una chica a los 6 años no va a recibir de regalo una pelota de rugby. Sin embargo, más allá del imaginario social en el que se cree que es un juego violento, el rugby es un deporte de contacto y muy completo, en el que se usan las manos, los pies, la velocidad; se hacen estrategias y además, es formador de personas. Es como la vida misma. Si te caés, te levantás, y si te quieren derribar, seguís para adelante", agregó el coach.
Miguel está contento con este proceso en que se embarcó para que el rugby femenino se convierta en un deporte con más adhesión. La selección tiene hoy 22 jugadoras preseleccionadas, de las cuales 10 viajarán para competir. Además, en los campeonatos regionales y nacionales, se encarga de reclutar chicas para que se unan a la selección. "Mientras más jugadoras de rugby haya en el país, mejor material habrá para elegir y que conformen una selección competitiva", sostuvo Seró.
En los últimos años, esta disciplina creció mucho en nuestro país. La organización de la competencia en la Argentina cuenta con torneos locales, torneos regionales y torneos nacionales de clubes. Hoy, en el rugby femenino, el camino recorrido es largo. Hace algunos años la selección se juntaba a entrenarse de vez en cuando; ahora hay un programa establecido y se entrena una vez por mes, con las correspondientes concentraciones.
Leticia Alcaraz, de 36 años, es profesora de gimnasia y juega al rugby desde 2005. Antes practicaba fútbol: "Me encanta este deporte porque reúne todo. Desde lo deportivo hasta lo personal. El rugby es un deporte de contacto y choque que aprendimos como se aprende cualquier juego, y por eso nos fue natural. Además del contacto aprendés técnica, pases y carrera".
"El rugby se juega igual en hombres como en mujeres, con la salvedad de que a la hora de enseñarlo los chicos llegan más curtidos. Ya se cayeron, se golpearon y jugaron un picadito. Por eso el aprendizaje es más lento en las mujeres", comentó Miguel.
"Yo le dedico al rugby más de 30 horas semanales. Lo entreno, lo juego, lo estudio y lo enseño", dijo Isabel, de 23 años, que siente un profundo orgullo por llevar la camiseta argentina. Isa, como la llaman, vive en Tucumán, donde estudia profesorado de educación física. Juega en el Cardenales Club y ahí se enamoró de este deporte. "Es un gran sacrificio porque vivís para esto. Además, nosotras nos pagamos todo, desde la nutricionista, los pasajes, la cuota del gimnasio y del club e incluso el suplemento vitamínico", contó Isa.
Las chicas sueñan con ganar el Sudamericano y competir en más torneos internacionales y, algún día, firmar un contrato para hacer lo que aman y representar a su país. "Sabemos que nos queda un largo camino por recorrer. Recién ahora los Pumas firmaron su primer contrato", dijo Leticia. "Estamos encaminados", afirmó Miguel.
Mientras recorren ese camino, forjan su sueño con el objetivo de hacer historia y esperan pacientes los próximos desafíos.
UN TRABAJO INTENSO
Ayer las rugbiers dirigidas por Miguel Seró trabajaron en doble turno en el anexo del SIC. Por la mañana, las jugadoras hicieron ejercicios de destrezas individuales y carreras; luego practicaron códigos, movimientos preestablecidos y salidas desde la mitad de la cancha. "Veo bien al equipo, con muchas expectativas", dijo María Botelli, del Club Argentino.
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