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El SIC y una hazaña deportiva inolvidable: a 35 años del histórico empate contra los Wallabies con try de scrum, “un sello de la casa”
En Vélez se escribió uno de los momentos más importantes del rugby argentino a nivel clubes
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El partido está por expirar y el San Isidro Club lo tiene acorralado contra su ingoal al mismísimo seleccionado australiano que días antes había terminado cuarto en la primera Copa del Mundo. El resultado favorece a los Wallabies por 22-18, en tiempos en los que el try valía cuatro tantos. El escenario es el estadio de Vélez y en sus tribunas saltan 15 mil personas. Los australianos tacklean pero en un instante quedan en offside en sus 5 yardas. El referee argentino Efraín Sklar sanciona penal. Todos los que están ahí saben lo que va a pasar. Y pasa. El SIC pide scrum. Se lo pide su historia. No bien Alfredo Soares Gache lanza la pelota, el pack empieza a empujar. La araña camina, se mete en el ingoal y el octavo, Ignacio Cirio, apoya el try. Los jugadores se abrazan, Soares Gache se trepa al alambrado que da a la avenida Juan B. Justo y donde los hinchas del SIC bajan a festejar; Roberto Lucke, que había dejado de jugar hacía poco tras ser uno de los baluartes de la era gloriosa que empezó en 1970, salta y salta al borde de la platea y parece que se va a caer a la cancha. Restan la conversión que no acierta Marcelo Loffreda y dos minutos en los que los australianos se lanzan por la victoria mientras son detenidos a tackles y Soares Gache lo taladra al oído a Sklar para que lo termine. Final. Es empate en 22. La tarde comienza a caer en ese sábado soleado de Liniers y los jugadores siguen en el césped. “Me quiero quedar a vivir acá”, dirá después el Bambi Soares Gache.
La hazaña deportiva del SIC cumple 35 años este lunes 10 de octubre. Forma parte de la trilogía de resultados históricos que clubes argentinos consiguieron ante potencias extranjeras. El primero fue en 1952, cuando Pucará venció a Irlanda en GEBA. El último llegó en 1990, con el espectacular triunfo de Banco Nación sobre Inglaterra, también en Vélez. De aquellos tiempos de giras –los seleccionados que venían a la Argentina jugaban 7 partidos, el primero ante el campeón local y al final, dos test con los Pumas–, el SIC guarda otros dos impactos: el empate en 13 con los Gazelles sudafricanos en 1972 y la victoria ante Fiji por 28-11, en 1980, ambos en Ferro. Y hay que agregar otra medalla a su leyenda: el triunfo 16-10 ante Cardiff, en el Arms Park galés, también en 1980.
¿Cómo se construyen la identidad y la historia? Juan José Angelillo, el hooker del empate con los Wallabies, da una pista en un escrito en el libro del SIC que rememora ese día: “El partido contra Australia empezó para mí a los 9 años mientras miraba cómo la Primera empataba con Gazelles, en Ferro, en 1972. Recuerdo la dimensión que representó en mi infancia lo que consideré una epopeya casi imposible de repetir”. Y completó: “Para muchos clubes la mejor manera de ganar un partido es haciendo un try de toda la cancha. Para nosotros, por nuestra historia, es entrar con el scrum”.
Juan José Barceló, entrenador ese año junto a Carlos Veco Villegas, aún se emociona cuando habla de aquella tarde de hace 35 años: “Fue una de las alegrías más grandes de mi vida y algo que me marcó. En cuanto al partido, nosotros íbamos de punto, pero teníamos jugadores extraordinarios que estaban convencidos de que podíamos ganar. Creo que la clave fue la presión a la que los sometimos los 80 minutos. En ningún momento se aflojó”. El Tano Marcelo Loffreda, el capitán y autor de seis penales, considera que “hicimos con los entrenadores una excelente planificación del partido. No era normal en esa época estudiar tanto los movimientos como al rival. Y ese plan lo ejecutamos a la perfección”.
Los Wallabies tenían unos backs extraordinarios y venían de perder una de las semifinales del Mundial ante Francia en la última pelota, con aquel try famoso de Serge Blanco. Nick Farr-Jones, Michael Lynagh y Matt Burke, por ejemplo, fueron campeones del mundo cuatro años más tarde. El wing Williams era imparable. Los australianos también poseían un line muy efectivo, con segunda líneas torres como Cutler y Coker, además del capitán Simon Poidevin. Villegas había planteado la estrategia de evitar el line. Por eso, Rafael Madero, el apertura, pateó siempre buscando dejar la pelota adentro.
Otra clave la explicó Veco en un escrito que realizó luego del encuentro: “Sobre la defensa, el SIC presentó una novedad desde los line-outs, en los que la pelota era introducida por nuestros visitantes. Diego Cash ocuparía la plaza de medio scrum y el Bambi se ubicaría detrás de los backs. Esta idea fue del propio Bambi, quien nos la hizo llegar a Juanjo (por Barceló) y a mí para que la analizáramos, y contaba con dos hipótesis básicas y determinantes: la superioridad australiana en el line-out y la mayor velocidad de sus backs en el juego abierto. Creemos que esta táctica dio excelentes resultados”. De hecho, en la última jugada esa fórmula valió para evitar el try australiano cuando el partido ya estaba empatado.
El SIC se juntó el martes en el club y el miércoles realizó una fuerte práctica en la que los forwards de Manuel Belgrano hicieron oposición en el scrum. El jueves el entrenamiento fue más liviano y el viernes por la noche el plantel durmió en Hindú, en Don Torcuato, desde donde el sábado a las 13 partió hacia Liniers. Estanislao Corral, quien formó parte de los suplentes, recuerda esa semana: “El viernes 9 de octubre cumplí 22 años y estar encerrado junto a muchísimos de los jugadores a los que había admirado durante tantos años excedió mis sueños más disparatados. Fue en esa concentración donde me llevé una lección que todavía está conmigo. Durante la charla previa, el Veco, el Gringo (Emilio Perasso), Juanjo y los referentes, entre los que recuerdo al Bambi y al Tano, trazaron la estrategia de cómo le podíamos ganar a Australia. Yo no podía entender cómo estos tipos creían que le podíamos ganar a semejantes monstruos”.
Ricardo Tacho De Vedia, en uno de sus hermosos escritos en libros y redes, apeló a ese partido para recordar cómo todos esos jugadores se forjaron en un enunciado de Veco que según Tacho seguramente se lo había transmitido Catamarca Ocampo: “Previo al mejoramiento está el reconocimiento del error”. De Vedia completa: “Durante años fuimos obsesivos de los errores, parecía que no disfrutábamos de todo lo bueno que hacíamos en el juego. El partido con Australia fue un gran objetivo, un enorme desafío. Hicimos increíbles prácticas, charlas, análisis del rival y llevamos adelante un plan estratégico que fue de vanguardia para ese momento. Fue tanta la energía entregada para asumir ese compromiso, tantas las cosas que dejamos de lado para concentrarnos sólo en el juego, que después de todo sentí un gran vacío”.
El SIC formó esa tarde con Carlos Pirán; Fernando Sainz Trápaga, Alejandro Ramallo, Loffreda y Diego Cuesta Silva; Madero y Soares Gache; De Vedia, Cirio y Fernando Conti; Carlos Durlach y Gonzalo Gassó; Cash, Angelillo y Luis Lonardi. En el banco estuvieron Corral, Carlos Zervino, Roberto Petti, Carlos Fullaondo, Cristián Pérez Cobo y Pablo Chevallier Boutell. Sainz Trápaga, Loffreda, Madero, Soares Gache y De Vedia habían estado siete años antes en el XV del triunfo ante Cardiff. Y también ellos, menos Soares Gache, en la victoria frente a Fiji.
En esa gira, que comenzó el 10 de octubre y finalizó el 7 de noviembre, los Wallabies jugaron nueve partidos –uno fue en Paraguay– y sólo no perdieron ante los Pumas y el SIC. El seleccionado argentino, que venía de ser eliminado sorpresivamente en la primera ronda del Mundial, empató 19-19 el primer test y ganó 27-19 el segundo. El SIC hizo su aporte con Madero, Cuesta Silva, Loffreda, Soares Gache, Cash y Angelillo.
El sábado 10 de octubre de 1987 culminó con el tercer tiempo en la sede del SIC, en Boulogne, donde Alan Jones, el entrenador de los Wallabies, destacó “la técnica sobresaliente del pack del SIC” y “la excelencia de sus backs”. Poidevin deseó que su club, el Randwick, el mismo de Michael Cheika, el actual entrenador de los Pumas, pudiese tener una tarea tan descollante ante los All Blacks como la del campeón de Buenos Aires esa tarde. El empate del SIC ante Australia también fue un hito para el rugby argentino. Al año siguiente, Villegas y su esposa, Maricha, murieron en un accidente de aviación. Soares Gache dice que ese partido y ese try de scrum del final “fue el mejor regalo que le pudimos hacer a Veco”.
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