LA NACION

El scrum, otra vez en la picota en el Mundial de rugby

Las infracciones en esa formación se están volviendo repetitivas e incontrolables para los árbitros; los Pumas están lejos de su mejor nivel y ya recibieron cinco penales y un free kick en contra en esa situación; críticas hacia las tácticas de Inglaterra

Actualizado el 6 de septiembre de 2020
PARA LA NACIONAlejo Miranda

BURTON-UPON-TRENT, Gran Bretaña.- "Sólo los cuatro pilares involucrados saben realmente lo que pasa dentro de un scrum". A partir de esta afirmación de Marcos Ayerza , pilar de los Pumas , ¿qué les queda entonces a los encargados de impartir justicia, por no hablar de los meros espectadores? La innumerable cantidad de penales cobrados en el scrum durante los primeros 10 días de acción en el Mundial de Inglaterra 2015 volvieron a poner a esa formación en el centro de la discusión entre jugadores, entrenadores y analistas especializados.

El viernes, los Pumas padecieron el scrum de Georgia y les sancionaron cuatro penales (ante Nueva Zelanda habían cometido uno y les cobraron un free-kick por pre-push). "Fueron penales de interpretación", justificó Pablo Bouza, entrenador asistente de Daniel Hourcade, no conforme con la actuación del irlandés JP Doyle. La situación parece estar escapándoseles de las manos a los árbitros. Muchas veces da la sensación de que cobran uno para cada lado.

La situación se repite. El árbitro se pone en un costado del scrum, éste se derrumba por el otro. En la siguiente oportunidad se cambia de lado, el derrumbe se produce en el flanco opuesto. El juez asistente no ayuda. Al final, termina cobrando penal por cobrar.

Las infracciones en un scrum que pueden derivar en penal o free-kick son múltiples. Desde un simple feet-up (cuando el hooker levanta la pierna antes de que el medio-scrum introduzca la pelota, situación que los Pumas reclaman que se repite con frecuencia y pocas veces se cobra), hasta empujar torcido y no hacia adelante, pasando por un derrumbe premeditado, explotar hacia arriba o el desprendimiento de un tercera línea, entre otras.

Pero, ante un derrumbe, ¿cómo saber si lo fuerza el que retrocede para evitar ser arrollado o el avance se produce merced a una acción ilícita del que empuja? Cuando el scrum gira, ¿es porque el pilar izquierdo de un equipo empuja torcido o porque el derecho del otro retrocede premeditadamente? La línea es muy fina. "Es como el cuento del huevo o la gallina", grafica Ayerza. "Son cuestiones de interpretación que requieren de una mirada especializada que no todos tienen".

Diez años atrás, la preocupación de la IRB pasaba por el tiempo que se tardaba en reiniciarse el juego cada vez que había un scrum y las múltiples repeticiones que demandaba porque se caía. Modificó las reglas con el fin de tener un scrum más veloz, pero aumentaron las infracciones. Luego del último Mundial, volvió a cambiar las reglas en pos de un scrum más estable. Aunque bajaron las infracciones, subió el número de resets (scrums que se deben jugar más de una vez, generalmente por derrumbe).

Los Pumas se vieron favorecidos con este nuevo giro, donde el impacto inicial tiene menos peso y cobra valor la estabilidad y la coordinación, lo que se ajusta más a su filosofía. Mientras que la mayoría de los equipos usa el scrum como mero instrumento de obtención de la pelota y plataforma de ataque (o a lo sumo como fuente de penales), para los Pumas también es una cuestión de dominación psicológica y desgaste del rival. Los Pumas son uno de los pocos equipos que, salvo situaciones extremas, no hace hooking (acción que realiza el hooker taconeando la pelota cuando el medio-scrum la introduce), sino que la pelota llega al 8 empujando al pack rival y pasando sobre ella. Si se observa con atención, los scrums de los Pumas tienen una duración hasta tres veces más prolongada que los del resto desde que se introduce la pelota hasta que sale. Tonga, el próximo rival, tiene un estilo similar y ante Namibia demostró ser muy fuerte en esa formación.

Inglaterra es otro equipo que se jacta de tener un scrum históricamente dominante. Sin embargo, llegó a este Mundial con muchas dudas al respecto, sobre todo a partir de la paliza que le pegó en esa área Francia en el penúltimo partido preparatorio. En el encuentro inaugural ante Fiji perdieron tres de nueve scrums propios aunque forzaron tres penales, y el sábado ante Gales empezaron dominando y terminaron sufriendo (perdieron uno de seis, cometieron un penal y forzaron cuatro de los galeses).

"Inglaterra trabaja por tener una reputación de un scrum legal haciendo lo contrario", se quejó en el Daily Telegraph Bob Dwyer, entrenador de Australia campeón del mundo aquí en 1991, atajándose de cara al crucial partido del sábado en Twickenham que puede determinar la eliminación prematura del local. No fue el único que acusó a los ingleses. Más sutil, el ex árbitro sudafricano Jonathan Kaplan, considerado uno de los mejores de todos los tiempos, twiteó: "Me gustaría ver si el pack de Inglaterra está encuadrado en el lado izquierdo… aunque sea una vez".

Las críticas apuntan Joe Marler, al N°1 inglés. Una foto de un scrum del partido ante Gales tomada desde arriba y difundida en Twitter muestra cómo el pilar de Harlequins forma totalmente torcido, poniendo presión sobre el hooker rival. La posición de Chris Robshaw, el ala que forma detrás suyo, totalmente abierta, da cuenta que se trata de una acción premeditada. E ilegal. Los australianos empezaron una campaña en Twitter con el hashtag #ScrumStraightJoe (empuja derecho, Joe).

El scrum será una de las claves el sábado. Los australianos, históricamente débiles en esa formación, crecieron mucho de la mano del argentino Mario Ledesma.

Ayerza es reconocido como uno de los mejores jugadores de scrum (scrummagers) de la actualidad, sino el mejor. Pero ya le cobraron tres penales en dos partidos. Nahuel Tetaz Chaparro fue culpable de los otros dos. ¿Será el turno del regreso de Ramiro Herrera a la titularidad como pilar derecho? Ante Tonga, los Pumas tendrán un nuevo examen y una nueva posibilidad de seguir creciendo en una formación que todavía no dominan como quisieran de cara a duelos más decisivos.

Por Alejo Miranda
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