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El rugby sufre por la muerte de Lucas Pierazzoli: entre la jugada desafortunada y la impotencia
El accidente ocurrió durante el partido entre Hurling y Sitas
- 4 minutos de lectura'
El deporte argentino vive un momento de conmoción por la muerte del rugbier de Hurling, Lucas Pierazzoli, tras sufrir un golpe durante un partido que le provocó fracturas en dos vértebras y un edema cerebral.
El accidente que sumió al rugby en la tristeza lo obliga, también, a repensar qué tipo de medidas se pudieron haber tomado para disminuir los riesgos y evitar las acciones peligrosas. Incluso cuando todos coinciden en que se trató de una acción poco común y desafortunada.
La impactante noticia recordó de inmediato el caso de Jerónimo Bello, pilar del SIC que falleció en 2019, luego de padecer una lesión similar en 2016. La coincidencia trágica es que Pierazzoli y Bello habían sido compañeros de la misma división en el colegio Pilgrims.
Pierazzoli, segunda línea de 28 años, se accidentó durante la disputa de un partido en el que su club, Hurling, se enfrentaba como visitante a SITAS, en la localidad de El Palomar, partido de Morón de la zona oeste del Gran Buenos Aires, por la Primera División B del torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). El accidente se produjo en el marco de un ruck, cuando sufrió un golpe en la zona cervical y quedó desplomado en el piso.
“Faltando 3 o 4 minutos para que terminara el partido se golpeó y cayó al piso. Enseguida nos dimos cuenta que era algo grave. Sufrió un paro cardiorrespiratorio y de inmediato fue asistido por los médicos de los dos clubes y se le hizo RCP [reanimación cardiopulmonar] durante 40 minutos”, contó a LA NACION Bianca Palermo, jugadora de Sitas y estudiante de medicina que colaboró con el proceso de RCP. “Fue una situación horrible para todos los que estábamos presentes. No estamos acostumbrados. Este tipo de cosas no son frecuentes”.
Posteriormente, el jugador fue trasladado en ambulancia al Hospital Posadas, ubicado también en la localidad de El Palomar, a 2 kilómetros del club, donde falleció cerca de la medianoche. “La Unión Argentina de Rugby despide con profundo dolor a Lucas Pierazzoli, jugador de primera división del club Hurling. Nuestra institución acompaña a los familiares, amigos y seres queridos en este triste momento”, expresaron. Y agregaron: “Recordamos a Lucas del mismo modo que lo hicieron quienes tuvieron la fortuna de conocerlo: como un amante del rugby que disfrutaba del deporte cada día, reconocido dentro y fuera del campo de juego, tanto por sus compañeros como sus ocasionales adversarios deportivos”.
Los duros antecedentes
En 2008, el jugador de CUBA Juan Cruz Migliore fue víctima de una acción similar en un partido ante San Fernando. Aquella vez, falleció antes de llegar al nosocomio.
La última muerte que lamentó el rugby argentino producto de una lesión durante un partido fue la de Jerónimo Bello, en mayo de 2019. Tres años antes, en septiembre de 2016, el pilar del SIC había sufrido la fractura de dos vértebras al derrumbarse un scrum en un encuentro ante Newman que lo había dejado en estado de cuadriplejia. Aquella había sido la tercera lesión grave en un año, luego de las sufridas por Juan Gastaldi, pilar del CASI, e Ignacio Maeder, segunda línea de Duendes de Rosario. Las tres se produjeron en el marco de derrumbes del scrum.
En ese momento, la Unión Argentina de Rugby dispuso modificaciones reglamentarias en torno al scrum y desde entonces no ha habido que lamentar lesiones graves en esa formación. Ahora, el empuje sólo puede generar desplazamientos de hasta un metro y medio. Luego, los jugadores están obligados a “hookear” y poner la pelota en juego.
Otros casos recientes de lesiones cervicales en el rugby argentino son los de Diego Elías (Universitario de Tucumán), Iñaqui Benítez Cruz (Deportiva Francesa) y Nicolás Becerra (Universitario de Rosario), quienes sufrieron daño permanente.
Acciones peligrosas y cambios
Felipe Gutiérrez O’Farrell, de CUBA, en 2009, sufrió una lesión que comprometió a las vértebras quinta y sexta, pero después de una larga recuperación volvió a su vida normal, aunque no pudo volver a jugar al rugby.
En aquella ocasión, la jugada que provocó la lesión de O’Farrell fue lo que se conocía como “casita”; hacer un techo sobre la pelota para protegerla antes de comenzar el ruck. La URBA decidió por entonces prohibir la ejecución de ese tipo de acción.
Según el registro de la Fundación de la Unión Argentina de Rugby (FUAR), hay 35 casos de lesiones cervicales con daño permanente en partidos oficiales en el rugby argentino.
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