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El gusto más grande
El CASI derrotó por 30-20 al SIC en el clásico, en Boulogne,y vuelve a ser el dueño de San Isidro; se vengó así de la derrota en 2013 y se puso en carrera hacia los playoffs
El último scrum de la tarde, justo sobre la línea de 22 metros en campo del SIC y de frente a los postes, con el local cediendo un penal más ante la superioridad de su eterno rival, fue el nítido ejemplo del justificado triunfo del CASI por 30-20 en Boulogne, un resultado que devolvió al Atlético a la lucha por llegar a los playoffs, le sacó la amarga sensación que arrastraba desde el último clásico en los cuartos de final y le permitió estirar la paternidad en el historial (62-49).
Con la postal eterna del clásico, esa de los vencedores y vencidos, con la imponente imagen que siempre brinda una cancha desbordada de gente, el partido más emblemático del rugby nacional mostró a un CASI eufórico, consciente de que jugaba la última carta en lo anímico, pero también en lo matemático, y a un SIC que abandonó su campo preocupado y dolido por la derrota, la segunda consecutiva como local ante su rival de siempre. El CASI es ahora el dueño de la ciudad, esa ley no escrita, pero respetada por todos, y continuará siéndolo al menos hasta que se vuelvan a encontrar.
El grito de guerra, con los jugadores aplastados entre sí en una alegría exuberante, indescriptible para ellos mismos, sonó desde las entrañas del plantel del CASI y se derramó naturalmente hacia el sector de la calle Blanco Encalada: "La Academia, la Acadé, la Academia, la Acadé...", comenzó en la garganta de Mathias Pérez Güimil, y enseguida continuó en la voz de Juan Chaqueto Campero, el gran capitán. "El pack nuestro siempre estuvo, nunca se fue", arrancó el segunda línea en defensa de los ocho que ayer tuvieron una tarde perfecta, doblegando al SIC en una batalla determinante como la del scrum, y sirviendo al lucimiento de todo el equipo.
Campero hizo referencia a lo que significa ganar un clásico: "Siempre tiene un sabor distinto ganarle al SIC, pero éste es particular porque nos habían vencido en nuestra cancha en los cuartos de final, nos pudimos sacar esa espina. Confiamos en que podemos lograr el objetivo de jugar las finales en nuestra cancha, hay que seguir igual".
El libreto de ambos era muy claro: buena defensa, puntadas con los forwards y kicks al fondo de Ignacio Almela y Benjamín Madero. Pero los entrenados por Enrique Pichot se animaron a jugar, al compás de su apertura, es cierto, pero con las destrezas de Ezequiel Valy y Bruno Devoto, siempre sólidos en el juego de manos, y siempre bien sustentados en el apoyo de un pack que fue creciendo justo donde los zanjeros claudicaron: el scrum. Martín Sabatté encontró el timing para que las infracciones pasaran a la otra vereda y los derrumbes comenzaron a ser provocados por el local.
El line-out fue la otra formación en donde el CASI brilló, con una obtención certera, y en la cual comenzó a dominar hasta complicar por demás. Vencido en el scrum (perdió dos propios en el segundo tiempo), mal en la hilera y con errores de manejo en la mayoría de sus backs (no es común verlo en jugadores de la talla de Madero y Serra), los nervios también complicaron al anfitrión. Con ese panorama, arriba en el marcador, todo hacía pensar en un recorrido plácido hacia la victoria para el Atlético. "Sabíamos que debíamos mejorar, lo venimos trabajando. Estamos muy contentos y con ganas para intentar llegar a los playoffs", comentó un siempre centrado Felipe Muslera. Con las herramientas de siempre, el CASI recuperó la memoria y se dio un baño de gloria en el partido más esperado.
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