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El cambio de mentalidad de Los Tilos: seis divisiones campeonas en el mejor de sus 75 años
LA PLATA.– "Somos todos", convoca el eslogan debajo del escudo verde y amarillo de Los Tilos en el reciente anuario impreso del club, que se editó como anexo del libro de los 75 años publicado a principios de un 2019 en el que los objetivos planteados se convirtieron en realidad.
La historia de Los Tilos, que nació el sábado 29 de enero de 1944 como un desprendimiento del club Universitario de La Plata, puede ser un espejo en el que se refleje la mayoría de los clubes de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). Años de trabajo sacrificado, silencioso y mancomunado como bandera para superar adversidades y alcanzar una meta. Muchos lo intentan pero pocos logran desarrollarlo exitosamente, en una sociedad individualista y en un país que experimenta constantes crisis económicas y financieras. Por eso se destaca un club humilde que planifica y llega a disfrutar una temporada plena en su vida institucional.
Este año las alegrías deportivas fueron tan abundantes como el follaje verde intenso y las flores amarillas de esos árboles de origen alemán tan característicos de la ciudad de La Plata que dieron el nombre y los colores al club, y que se hacen ver y oler en el camino de ingreso a la sede.
Tras dos intentos frustrados de ascensos, en 2019 Los Tilos sí obtuvo el regreso a la máxima categoría del rugby de Buenos Aires, con una campaña brillante que incluyó 24 triunfos y apenas dos derrotas, la medalla de campeón y, lógicamente, el tradicional piletazo en su casa.
A esa felicidad se sumó la ratificación de estar en la senda correcta, con la coronación del resto de los equipos del plantel superior: intermedia, preintermedias A y B, y menores de 23 años, que compitió en el Top 12.
Y hubo más en un 2019 inolvidable: el festejo en una división formativa luego de 17 años. La menores de 16 le dio el cuarto título juvenil en la historia, compitiendo en la elite del rugby porteño-bonaerense e imponiéndose a nada menos que el San Isidro Club.
Como en todo éxito deportivo, hay una explicación y un recorrido. Este ciclo comenzó tras un 2016 en el que Los Tilos finalizó anteúltimo en el hoy extinguido Top 14 y descendió, por un punto. Al año siguiente asumieron Ramiro Bernal y Leandro Fioravanti como entrenadores y emprendieron el camino del regreso. En su primera temporada quedaron a un punto del repechaje, y en 2018 el equipo lo jugó pero perdió de manera ajustada frente a CUBA. "Recibimos un grupo golpeado, supimos ir mechándolo con jugadores a los que habíamos entrenado en menores de 19 y armamos una buena base. Los concientizamos de que para lograr el objetivo había que entrenarse y sacrificarse, y a partir de ahí se logró todo esto tan lindo", rememora Bernal.
"El primer año nos costó adaptarnos y entendimos que la primera A era difícil, por los equipos muy físicos. Luego, ese repechaje que perdimos contra CUBA, que para muchos era un paso atrás, nos hizo redoblar esfuerzos e hicimos una gira por Oceanía con cien jugadores, que reforzó el compromiso. Todo eso, más la maduración natural del grupo y el apoyo de la dirigencia, que siempre creyó en el proyecto, decantó en el logro deportivo", agrega el ex pilar de aquel conjunto que llegó a las semifinales de la URBA en 2002.
A este proyecto aportaron los dos referentes más importantes de los verdes: Héctor Silva y Joaquín Tuculet. "Pochola" Silva fue capitán general durante dos años, y luego, uno de los responsables del desarrollo de ese plan, mientras que el actual fullback de los Pumas y de Jaguares es fuente permanente de consulta de la subcomisión de rugby, que lidera Gonzalo Santamarina.
"El conocimiento para desarrollar un rugby moderno, la conducción directiva y el buen manejo económico fueron determinantes para este momento, el mejor de la historia. Y el futuro va a ser muy bueno si se continúa así; el club está como para dar un paso más. «Querer ser» es lo más importante para superarse y está en manos de los jugadores", analiza Silva, una de las personalidades más importantes del rugby argentino en la historia.
Y Tuculet deja un mensaje que resume el sentir de Barrio Obrero: "Estamos muy contentos, pero sabemos que el año que viene será más complicado. Esto es un proceso y todos los que están implicados tienen que ir mejorando año tras año: la cantidad de jugadores, las instalaciones, que mucha gente vaya al club, y a partir de eso aparecen los resultados. Se intenta que todo el mundo sea parte, con un objetivo: que el rugby siga creciendo manteniendo los valores que siempre transmitimos. El respeto, el compañerismo, el compromiso y disfrutar".
El punto de inicio dirigencial de este presente se dio durante la presidencia de Martín Carrique y continúa en la de Homero Esteban Picone. "En el nivel institucional hubo un cambio importante en 2016, mediante una reestructuración tras la cual nos propusimos que a lo poquito que teníamos en ese momento íbamos a manejarlo de manera más eficiente. Luego de ese año y medio, la idea fue superarnos para competir en el más alto nivel. Y ahora trabajamos en busca de cumplir un sueño: ver alguna vez a Los Tilos campeón del Top 12", se ilusiona el actual titular de la institución.
En este contexto de éxitos y esperanza, vale recordar el origen de Los Tilos, sus aspiraciones fundacionales. Picone se preocupa por dejar en claro el ADN de la institución platense: "No estamos acostumbrados a estos éxitos deportivos. Somos un club más de lucha que de alegrías, que se involucra mucho en el trabajo social para quienes lo necesitan en el barrio, en las situaciones de encierro... Somos un todo dentro de lo cual está lo deportivo. Queremos jugar el mejor rugby posible, pero tenemos claro que queremos construir una identidad a partir de las buenas acciones y de ser un ejemplo para el resto de la sociedad".
Fuente de valores: el trabajo social, un rasgo de Los Tilos desde 2013
El Área Social de Los Tilos se inició a mediados de 2013, tras la inundación que generó la mayor tragedia de La Plata y del asesinato a Juan Pedro Tuculet, primo de Joaquín, que jugaba en menores de 20 años. El club quiso vincularse con el barrio y la sociedad, y hoy hace colectas de ropa, alimentos y útiles, y partidos y prácticas con jóvenes en conflicto con la ley penal. Este año los menores de 19 y el plantel superior colaboraron en reparar el Hospital de Niños y, para la Fundación Ludovica, clasificaron residuos y donaron plásticos y cartones para reciclado.
La historia de NicolásA la par, trascendió la historia de Nicolás, un chico que se agregó el nombre de su entrenador Gonzalo "para recordarlo todos los días", una vez que dejó el club para mudarse con su nueva familia a Santa Fe. Jugó en Los Tilos por un programa iniciado por Gastón Tuculet –el papá de Juan Pedro– para que chicos que están a la espera de ser adoptados practiquen deporte. Y además existen bolsas de ayuda interna.
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