Duendes, símbolo de vigencia apoyada en tres generaciones

Duendes fue y sigue siendo uno de los mejores equipos de rugby del país. No solamente por los resultados que logró en los últimos años, sino también por la unidad y la identidad que forjó durante ese período tan abundante en satisfacciones y que, por tercera vez consecutiva, le permitió festejar en Boulogne. Porque por la segunda fecha del Nacional de Clubes, edificó una victoria inobjetable ante el San Isidro Club por 42 a 16.

Duendes, tricampeón del Torneo del Litoral, bicampeón del Torneo del Interior y defensor del título en el Nacional, tiene tres patas que contribuyen a sostenerlo y que le permiten mantenerse en vigencia pese a que los nombres vayan rotando. Porque logró equiparar las edades y dar a su juego una dosis de experiencia y juventud combinadas. Maximiliano Nannini, de 34 años; Pedro Imhoff, de 24, y Emiliano Boffelli, de 19, reflejan esa mezcla generacional y la filosofía de un club que, más allá de su amplio abanico de edades, comparte el fanatismo por la institución y por el rugby.

Esa comunidad y ese compromiso llevaron al conjunto rosarino a los primeros planos tanto en el Litoral como en el país, y a ser un modelo. "El presente del equipo fue armándose con el correr de los años. No fue fácil, costó. Pero hoy en día disfrutamos con mucha intensidad este momento", sostuvo Nannini, el más experimentado. "Se hace un gran trabajo en las divisiones juveniles desde hace tiempo y volvieron los jugadores que estaban afuera, y a eso se suma que se juntaron estas camadas que nos permitieron crecer", se explayó el capitán verdinegro.

"Estar en un equipo como Duendes obliga a dar lo mejor y a hacer el mejor papel posible con el material que haya en cuanto a jugadores. Y tenemos todo como para ser el mejor equipo del país", agregó Imhoff, medio-scrum y hermano de Juan, el wing de los Pumas.

"Me tocó ver el crecimiento del club desde afuera, pero ahora que estoy entre los 15 que entran en la cancha tengo que estar a la altura de las exigencias", añadió el menor de los tres jugadores, que ante el SIC mostró un nivel superlativo y abrió el camino hacia la resonante victoria, anotando 17 puntos.

Cada integrante de estas generaciones, desde su función, da vida a Duendes. Y cada uno aportó lo suyo en el partido de ayer: Imhoff manejó los tiempos del equipo, Nannini lideró desde el fondo y marcó un try, y Boffelli se volvió decisivo por su seguridad en el juego aéreo, cuando pateó a los palos y en la corrida que terminó con su zambullida en el in-goal. Estas individualidades, sumadas a un estilo de juego definido y a un equilibrio en todas las líneas, fueron causando mella en la estructura zanjera, a tal punto que en 73 minutos de partido el anfitrión logró sumar apenas seis puntos, mediante penales de Santiago Méndez, luego de chocar varias veces con la defensa rosarina.

"Sabemos que no nos sobra nada y que somos un equipo que siempre tiene que pelearla. Hoy estuvimos firmes en defensa y en el line, y aprovechamos las oportunidades", analizó el centro Nannini. "Ante equipos como el SIC uno no puede dormirse ni un segundo, porque en cinco minutos pueden pintarle la cara", expresó Imhoff. "Fue un partido duro, en el que mantuvimos la concentración y una línea de juego. Esta victoria es clave para nosotros", se extendió Boffelli, que también se dio el lujo de compartir la cancha con su hermano Simón.

Maxi Nannini, Pedro Imhoff y Emiliano Boffelli. Representantes de la etapa de mayor auge de Duendes y quienes reflejan tres generaciones distintas (setentas, ochentas y noventas) de un equipo que viene haciendo ruido desde hace varios años en el nivel nacional.

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