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Du Toit, el guerrero sudafricano que casi pierde una pierna y fue la figura de la final… otra vez
Dueño de una historia de superación increíble, volvió a erigirse en un jugador decisivo en el partido por el título
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PARÍS, Francia.– Cuando terminó el partido y Sudáfrica empezaba a gritar campeón mundial, en lugar de ir a festejar con sus compañeros, el capitán Siya Kolisi fue a abrazar a Cheslin Kolbe. El diminuto wing terminó viendo el partido desde el borde del campo, solo en un pequeño banquito, llorando desconsolado porque un error suyo había dejado a su equipo con 14 en un desenlace infartante. Si algo distingue a este equipo sudafricano, a este equipo bicampeón del mundo, es su espíritu de equipo. Esa imagen lo graficó como ninguna otra en la noche parisina.
Cualquier integrante del plantel de 33, extendido luego a 35 por dos lesiones, está a la altura del de las circunstancias. Lo sintetizó el capitán unas semanas atrás al decir que si el apertura erraba un penal, no era un yerro individual sino un fallo colectivo. Otra prueba de ello es el ya famoso ‘bomb squad’, el escuadrón explosivo, un banco de suplentes que tiene tanto o más protagonismo que los titulares a partir de la teoría de que los partidos se ganan en los últimos minutos.
En la electrizante noche que vivió el Stade de France, Sudáfrica ganó su cuarto Mundial respetando esa máxima y llevándola a la práctica como ningún otro: el equipo está por sobre todo. Sin salirse de esa lógica, hubo un jugador que sobresalió por sobre el resto: Pieter-Steph du Toit, un jugador que hace tres años estuvo cerca de perder una pierna por una inusual lesión y estuvo 14 meses sin jugar. En un partido que se definió por la intensidad antes que por la técnica, el rubio tercera línea fue omnipresente.
Cuando el hooker Bongi Mbonambi dejó la cancha lesionado a los dos minutos, surgió la duda sobre quién sería el forward que jugaría los 80 minutos. Con un banco con siete delanteros y un sólo back, sólo un forward debería sufrir el desgaste de principio a fin. Cuando terminó el partido, pareció que Du Toit tenía cuerda para jugar un partido más. Su despliegue fue asombroso y excede la astronómica cifra de 28 tackles. Si no todos, al menos la mayoría fueron dominantes, mandando a los de negro para atrás. Recuperó una pelota en el ruck y enlenteció muchas más, fue para adelante con la pelota en las manos, logró dos quiebres (el máximo de su equipo). En fin, una actuación imperial que no se reduce sólo a los números.
Un paso atrás de Du Toit aparecen el apertura Handré Pollard, autor de todos los puntos de su equipo por la vía de los penales, incluido uno anotado casi desde mitad de cancha y considerablemente sesgado hacia la izquierda. En tres de sus cuatro conquistas mundialistas, Sudáfrica se consagró sin apoyar tries en la final (1995, 2007 y 2023). También fue colosal lo del medio-scrum Faf de Klerk, que como en los partidos anteriores jugó los minutos decisivos. La diferencia fue que en éste además fue titular y estuvo los 80 minutos adentro de la cancha. En el mismo nivel se ubica Kwagga Smith, el abanderado del ‘bomb squad’.
Una costumbre, podría decirse. Du Toit, de 31 años, ya había sido la figura de los Springboks en la conquista de Japón 2019, al punto que fue elegido como jugador del año. En esta oportunidad llegó con un perfil más bajo y no está en la terna del premio anual que otorga este domingo World Rugby en la Opéra Garnier. El único sudafricano nominado es el segunda línea Eben Etzebeth.
Jugando para Stomers en el Super Rugby en febrero de 2020, ante Blues, Du Toit sintió que la pierna se le dormía pero siguió jugando. Al rato sufrió un golpe en el lugar exacto que lo afectaba, el aductor, lo que le produjo una afección denominada síndrome compartimental agudo, de la que sólo se conocían 43 casos, según el médico de Stormers Jason Suter. El hematoma le produjo una hinchazón que duplicó el tamaño de su pierna. En un momento, las chances de que se la amputara en 50 y 50. Peor: cuando los médicos le hicieron un incisión de 40 centímetros, no pudieron cerrarla y permaneció 14 días con la herida abierta. Recién volvió a jugar en mayo de 2021.
Rubio de ojos celestes, el tercera línea sudafricano es séptima generación de Pieter-Stephanus du Toit, un linaje que se remonta a 1690. Su abuelo representó 14 veces a los Springboks y sus tres hermanos menores también juegan al rugby. Cuando eran chicos, hacían tocatas que a los cinco minutos terminaban en una batalla campal. En 2015 sufrió la rotura de los ligamentos de una rodilla y recibió el trasplante de un ligamento del padre.
Un escalón abajo de Toit se ubicó Handré Pollard, protagonista de otra historia particular. Una lesión en la pantorrilla y una larga recuperación lo dejaron afuera de la lista inicial de 33 convocados. Reapareció jugando para Leicester y justo cuando se lesionó el hooker Malcolm Marx. Cuando lo llamaron para avisarle que iba a ser el reemplazante, creyó que era una broma. Entró desde el banco en cuartos ante Francia y en semis ante Inglaterra, allí a los 30 minutos de juego. Esta vez fue titular. Metió todo lo que pateó y redondeó 100% de efectividad en Francia 2023 (9/9). Manejó el partido como un maestro.
Por último, cabe destacar la actuación de Kwagga Smith, uno de los integrantes del ‘bomb squad’. Ingresó a los 18 minutos del segundo tiempo y fue una bestia pescando pelotas en el ruck. Tres en total en momentos en que Nueva Zelanda atacaba a todo vapor en busca de la victoria, dos de ellas en extrema defensa. Excepto por los cuatro line-outs perdidos, Deon Fourie se suma a la lista de notables.
Sudáfrica es campeón gracias a su espíritu de equipo. La performance de Pieter-Steph du Toit no se queda atrás.
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