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Agustín Pichot, el rugbier rebelde que le dio lugar a un empresario implacable
Los vínculos del rugby que le dieron a Pichot un lugar en el mundo empresarial y el hidrógeno verde
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Fue en 2012. El neozelandés Greg Peters, CEO de Sanzaar, comandaba la reunión. Alguno lanzó una risotada estruendosa y John O’Neill (Australia), Jurie Roux (Sudáfrica) y Steve Tew (Nueva Zelanda) se sumaron. Agustín Pichot, en representación de la Argentina, por entonces flamante integrante del ex Tri Nations (hoy Rugby Championship), acababa de exigir el 25% de la participación en los negocios del certamen que movía por entonces más de 200 millones de dólares.
Las risas continuaron por un rato, pero el joven no estaba bromeando. Si alguno lo seguía viendo como un exjugador de rugby apasionado se terminó de convencer de que estaba ante un empresario aguerrido que se tomaba las cosas con mucha seriedad. “¿Ustedes esperaban que nosotros jugáramos gratis?”, les preguntó.
La Unión Argentina de Rugby (UAR), había ingresado en el torneo en condición de invitado, con el aval de la IRB (hoy World Rugby) y luego de una gestión iniciada por el mismo Pichot, tras aquel glorioso Mundial de 2007 para los Pumas. Consiguió, por aquel momento, el apoyo de Personal para realizar una particular protesta con una pancarta en Dublin, en la sede del rugby mundial, en la que reclamaba por el derecho argentino para ser incluido entre las potencias.
El equipo argentino no cobró en esas primeras temporadas del Rugby Championship, pero el exmedio scrum de CASI consiguió que cada uno de los participantes aceptara un recorte de 3,3% en sus ganancias para darle un 10% a la nación emergente. Esa maniobra le permitió a la UAR una facturación de 100 millones de dólares entre 2015 y 2019. Luego llegó la pandemia.
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“A mi me gustaba jugar al rugby y me gusta vestirme como en casa. No disfruto de estar de traje y corbata”, contó en una nota con LA NACION horas antes de la final del Super Rugby que los Jaguares disputaron con Crusaders en 2019. Más allá de lo que diga, ya dio demasiadas muestras de moverse a la perfección en ese mundo.
Hoy es un empresario importante en el país y, como tal, tuvo que pagar el impuesto a las grandes fortunas. “Lo pagué y lo hice con mucha responsabilidad –dijo hace unos meses en una charla con Radio con vos-. Puedo discutir muchas cosas, pero la forma de dar igualdad es pagando los impuestos. Si me va bien, no tengo una ambición desmedida ni quiero que a los demás les vaya peor. Son las reglas del juego de la democracia. No me quejo ni tampoco lo hice por obsecuencia, porque no tengo relación con el estado”. Una forma, también, de marcar su ideología.
Pero la pasión por los negocios de Agustín Pichot comenzó bastante antes. Su primer vínculo fuerte fue con un amigo, también rugbier: Gino Fisanotti (exsegunda línea de Pueyrredón), que era director creativo de Nike en Oregon. Él lo acercó a la firma y terminó generando su propia línea, AP9.
No todos sus emprendimientos fueron exitosos, por supuesto. Su cargo como embajador de la Casa de Chubut en París, por su relación con Mario Das Neves, tenía como fin promover el comercio y el turismo de la provincia, pero terminó con un escándalo de corrupción por supuesta malversación de fondos y gastos de alquileres. Pichot dijo que nunca cobró un peso por esa función y no quedó involucrado en la causa.
El negocio familiar, justamente con la empresa Familia Pichot, lo vincula también con la producción de vinos, aceto, aceite de oliva y dulce de leche. Pero su principal desarrollo en nuestro país está vinculado con Pegsa SA, relacionada con Disney, y que tiene más de 300 empleados. Se encarga de la producción de la mayoría de los programas la señal ESPN en el país hasta de series como Once (que realizó junto con Pol-ka). También tuvo una radio, la 107.9 (”Me fue mal”, dice).
Pero los disparadores del rugby tuvieron otro alcance. Desarrolló una “sociedad” estratégica con Gerardo Werthein, que le dio un lugar en el Comité Olímpico Argentino, en otro par de luchas que ganó: conseguir la incorporación del rugby en los Juegos Olímpicos en su modalidad seven y asistir en la concreción de los Juegos de la Juventud Buenos Aires 2018. Aquello no terminó bien. Cuando Pichot renunció a su cargo tras pelearse con Werthein (nunca se conocieron los motivos), alguien le dijo al expresidente COA lo difícil que iba a ser reemplazarlo. “El cementerio está lleno de imprescindibles”, se desquitó Werthein.
También se lanzó como candidato a presidente de World Rugby el año último. Promovió la idea de una Liga de rugby mundial que incluyera a los países con menos recursos (Fiji, Samoa, Tonga, etc.), que tenía el apoyo de Wanda e Infront Sports, de Phillippe Blatter. Si, el sobrino de Joseph, hombre fuerte de la FIFA durante muchos años. Proponía disolver el histórico Seis Naciones y generar un sistema de ascensos y descensos, algo que la tradición aún no está dispuesta a aceptar. Creyó tener el apoyo necesario para conseguir los votos, pero no contó con el peso de la tradición. Los europeos se asociaron con Bernie Ecclestone, ex “dueño” de la Fórmula 1, que desde CVC, inyectó el dinero necesario para que ninguno de los integrantes del torneo más antiguo del rugby rompiera filas.
En la lucha del dinero, tenía mucho por ofrecerle al rubgy, pero no tanto como sus rivales. Y algún que otro voto traicionero se le escapó en el camino. Perdió con el inglés Bill Beaumont, por 28 votos contra 23. En el rugby argentino hay quienes creen que eso fue lo que le hizo perder fuerza a la Argentina y por eso los Pumas no tienen tanto “apoyo” como antes.
“Tal vez fui muy radical con los cambios y el establishment no quiso que siguieran -analizó Pichot-. No sé si hay pases de facturas. El sajón se adapta rápido. Muerto el rey, viva el rey. Pero no creo que tengan resentimiento. Ellos son muy pragmáticos y la Argentina sigue siendo una potencia. No va a perder peso en los escritorios”.
Pero el vínculo más fuerte del rugby lo consolidó con Andrew “Twiggy” Forrest, poseedor de una fortuna calculada en 27.250 millones de dólares.
Forrest, propietario de Fortescue, la empresa que anunció una millonaria inversión en la Argentina para desarrollar hidrógeno verde, es también el dueño de Western Force, un equipo de rugby en el que hasta la última temporada jugaron los argentinos Tomás Cubelli, Tomás Lezana, Domingo Miotti y Santiago Medrano. Por supuesto, forma parte del Super Rugby, certamen organizado por Sanzaar.
Pichot ya no tiene cargo alguno en la UAR. El actual presidente de la entidad es Marcelo Rodríguez, gerente del Proyecto FIT AP en San Juan, un desarrollo que explota el mercado de minerales industriales no metalíferos. Su esposa, Jimena del Valle Daneri, es la asesora legal de Fortescue Metals Group en América Latina.
Pichot es muy amigo de Forrest. Él mismo reconoce que fue quien lo instruyó acerca del trabajo que desarrolla como asesor de la firma en Latinoamérica. “Me enseñó a trabajar en el mundo de los recursos y hace tres años le dedico la mayor parte de mi tiempo a este proyecto que tiene como fin descarbonizar la raíz energética”.
Alguna vez lo tentaron para trabajar en política, pero nunca se decidió a hacerlo. Dice no tener banderas políticas y que no votó en las últimas elecciones porque se encontraba fuera del país. Pero aclara que, de haberlo hecho, hubiera votado en blanco. “A mí me gusta votar a alguien en el que crea y me de una alternativa. Mis hijas me putean por eso. El voto en blanco es una demostración de que estoy disconforme con los candidatos”, argumentó.
En aquella entrevista le preguntaron también qué pensaba de las dos últimas presidencias. “No me gustó el gobierno de Macri. Aposté a venir a la Argentina como empresario para producir y dar trabajo. En esa época te decían: no es bueno tener empleados y yo tengo muchos empleados”.
Y dijo que hay que ser más cuidadoso para evaluar al de Alberto Fernández. “Hay que tener mucha prudencia, porque se desarrolla en medio de una pandemia. No es lo mismo”. Aunque aclaró: “Por supuesto que me sentí un pelotudo con la foto del cumpleaños después de haber pasado tanto tiempo encerrado”.
Seguro que este último no habrá sido un tópico de las últimas reuniones con el presidente Alberto Fernández, que concluyeron este lunes con un anuncio importante en Glasgow, con la inversión para producir hidrógeno verde en la Argentina.
Fe de erratas: en una versión anterior de esta nota se informó de manera errónea que “Fortescue tenía denuncias por contaminación en San Juan”. La empresa no tiene denuncias por esos motivos en esa provincia.
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