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Ruben Capria
Lentes oscuros, jeans, remera azul noche y un pequeño bolso debajo del brazo. Así Rubén Oscar Capria, de 29 años, salió del vestuario del campo de deportes del Círculo de Suboficiales de la Fuerza Aérea, en Ezeiza. Allí se entrena Chacarita, su club desde hace tres meses. Pero antes de referirse a su buen momento deportivo y a mostrar su perfil familiar, El Mago hizo un pedido especial, para sacarse de encima cuanto antes un tema que lo perturba: las fotografías.
"Saquemos algunas fotitos rápidas, sin demasiados firuletes, que me hacen sentir incómodo", disparó sin mediar palabra y a modo de súplica.
Esto de resistirse a una producción poco tiene que ver con una postura elitista. "El problema es que soy un tipo muy tímido y me siento mal cuando hay que posar", aclaró.
Después, sí, Capria se soltó y comenzó a hablar de lo que para él es su pasión: el fútbol. "¿Querés que te confiese algo? Ahora disfruto más del fútbol que antes. Me dí cuenta de esto cuando estuve en México, en Cruz Azul. Allá no la pasaba bien, y como no logré un buen rendimiento deportivo, todo estaba mal. Además, comprobé las ventajas que tiene jugar en el fútbol argentino: tenés cerca a tus seres queridos, tu novia, tu familia. Te aseguro que eso no lo pagás con nada", manifestó.
Se lo nota más distendido que en aquellos tiempos de Racing. "El 98 fue un año nefasto para mí en la Academia, plagado de lesiones tontas", reconoció. Y no le escapó a una palabra:fracaso. "Admito que tuve momentos malos en mi carrera, pero creo que fue por darme mucha manija con el físico. Me pasé de rosca".
Involuntariamente, la charla retomó un tema: el de las fotos. Y Rubén fue más específico. "No hay caso: no me gusta. Te cuento una anécdota. Una vez tuve que ir a una producción para la revista Gente y me sacaron fotos con Matías Camisani y Juan Cruz Bordeu. Todo iba bien, hasta que me tocó el turno. El tipo me dice: Poné la carita entra las manos y mirá la cámara. ¿Te imaginás? Lo llamé y le dije: yo soy futbolista, la de modelo no me va. Así voy a parecer medio... raro", finalizó, en medio de las carcajadas.
Chacarita, su lugar
Culminó la tortura para El Mago y Chacarita dominó la escena. "Chaca, para mí, es todo un desafío, porque soy consciente de que muchos pensaron que estaba loco al aceptar venir acá. Pero el tiempo me dio la razón; recién ascendidos, octavos y creciendo día tras día."
-¿Se podría decir que en Chacarita encontraste tu lugar?
-Sí. Yo me siento muy cómodo. Chacarita es una de las últimas posibilidades que tengo para demostrar lo que soy, lo que valgo.
A este buen momento de Capria se suma el de todo el equipo. "Estamos muy confiados en que podemos dar más. Y en lo personal, creo que alcancé la madurez que me faltaba", dijo.
Un dato: Chacarita no pierde en San Martín desde el 2 de diciembre de 1998; en aquella oportunidad, cayó ante Banfield por 2 a 1, cuando todavía estaba en la B Nacional. "No estaba muy al tanto de ésto. Lo importante es que el equipo se siente ganador en nuestra cancha. De entrada sabemos que vamos a ganar y atacamos con toda la fe", comentó.
En sus recuerdos aparecen aquellas seis horas de viaje en el Rápido Argentino desde General Belgrano -su pueblo natal- hasta La Plata, donde se entrenaba con las inferiores de Estudiantes. Este esfuerzo tenía un justificativo, un sueño: "Miraba el Mundial 78, cuando tenía 8 años, lo veía a Mario Kempes en la fila cantando el Himno y era yo. Lo observaba a él, al resto del equipo, y por eso creo que hoy estoy acá", asegura.
En el cierre de la charla, su familia es la protagonista. La mención especial es para su hermana Alejandra, que le dio a Facundo, su sobrino de 9 meses: "Es la alegría de todos y en algún tiempo más seguro que va a empezar a hacer goles".
Atrás quedaron buenos y malos recuerdos en la vida de Rubén Oscar Capria. Hoy es tiempo de disfrutar, de Chacarita, de los siete goles que lleva convertidos en el torneo Apertura... y por supuesto, de la familia. "Me voy rápido porque me espera Facu. Soy el padrino y no sabés la baba que tengo".
Un Mago diferente.
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