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Roland Garros. Gestos que hermanan: Del Potro supo mejor que nadie lo que le estaba pasando a Almagro
El argentino tuvo una actitud paternalista ante la lesión del español; llanto y consuelo con un mensaje que enaltece los valores del deporte más allá de los resultados
PARIS.- Casi que lloramos todos. Fue dramático, sí. El llanto desgarrador de Nicolás Almagro encierra lo peor que le puede pasar a un deportista: lesionarse, no poder seguir. Las derrotas duelen. Y las más importantes dejan secuelas mentales, muchas veces irreversibles. Pero no poder moverse y pensar en todo lo que viene detrás para quien ante todo necesita estar sano llega hasta el alma. Para protagonistas y para los que están afuera. ¡Qué le iban a explicar a Juan Martín del Potro en ese momento! Justo a él, que en seis años pasó cuatro veces por el quirófano y tuvo que volver a empezar.
Por eso se entendió que cruzara la red sin pensar en su propia molestia de aductor, después de conectar un ace y advertir que el español estaba tomándose la rodilla izquierda y la mirada clavada en el piso. Petrificado. Y que como si el dolor fuera propio pidiera la urgente entrada del fisioterapeuta cuando su rival se dejó caer hacia atrás y se quebrara. Llanto que revuelve y desespera. Incluido al tandilense, a quien no hacía falta que le decodificaran nada.
Momento sorpresivo y duro en que #Almagro no puede continuar jugando. Gran gesto de @delpotrojuan que enseguida se acerco a contenerlo! pic.twitter.com/qxZYQq15ry&— HV Delpo (@HinchadaDelpo) 1 de junio de 2017
Roland Garros da grandes emociones y también de golpes al corazón. El día anterior fueron las lágrimas del norteamericano Steve Johnson recordando a su padre, fallecido hace unas semanas. Contrastando con esas lágrimas de la checa Petra Kvitova en su regreso a las canchas tras cinco meses, por el ataque de un asaltante que la hirió con un cuchillo en la mano izquierda, feliz por haber vuelto a jugar al tenis. El desconsuelo de Almagro y la actitud paternalista de Del Potro quedarán para siempre grabadas en la historia del torneo. Del tenis. Del deporte.
Hay un momento en que el argentino puede volver a su silla, dejarlo procesar solo la impotencia al español, pero toma otra decisión: como si fuera un capitán de Copa Davis, corre el bolso y las raquetas de Almagro y se sienta al lado. Le habla, trata de sacarlo de ese angustioso momento. Le acomoda las pertenencias. Se levanta con él y se funde en un abrazo de hermano. Son hermanos del deporte y también de los sinsabores por imprevistos que frenan sus carreras. Hace unas semanas el español ya se había quedado parado en Roma, mientras jugaba con Rafael Nadal. Esa rodilla izquierda le había dado una señal, pero salió adelante. Aquí no perdonó, cuando en realidad, hasta ese instante, el que parecía que estaba más cerca del adiós era… Del Potro.
.@delpotrojuan asistiendo y acompañando a @NicoAlmagro hasta que se retiró del estadio! #GrandeTorre#GestosQueEnseñan#Orgullo???????????? pic.twitter.com/RQ6D0naUmD&— HV Delpo (@HinchadaDelpo) 1 de junio de 2017
Al ganar por 6-3, 3-6, 1-1, 30-0 y abandono, Del Potro pasó a la tercera rueda de Roland Garros, en su vuelta al certamen tras cinco temporadas de ausencia. Seguramente se cruzará el sábado con el N° 1 del mundo, el escocés Andy Murray. Pero a punto estuvo de quedarse sin nada. Jugando un tenis explosivo, de altísimo vuelo, break arriba y en ventaja por 4-1 en el set inicial, una pelota jugada a contrapierna por Almagro provocó un inocultable gesto de dolor. Se tomó la zona de los aductores. Siguió, ganó el set y pidió asistencia del trainer. No eran buenos signos. Mucho menos estando 1-2 y sacando en el segundo: en el mismo sector de la cancha donde recibió la primera luz roja, fue a pegar un revés y se quedó como una estatua. Gran preocupación. Ni siquiera se sabía si volvía a la cancha. Lo hizo, jugó con muchos temores y recaudos, se le fue el set. Pero parecía estar en condiciones de competir.
"Es difícil que un jugador, en un Grand Slam, cuando tiene una molestia se plantee seriamente la posibilidad de pensar a futuro. En realidad lo que está viendo es cómo se siente, cómo reacciona, qué tanto puede seguir jugando y cuáles son los impedimentos principales que tiene. A Del Potro ese primer dolor lo paró, le sacó movilidad, pero me imagino que más que nada porque la cabeza está evaluando todo. El jugador no piensa en irse de la cancha. Salvo que venga el fisioterapeuta y te diga que no es aconsejable continuar por las características de la lesión. Ahí sí el tenista tiene que tomar una decisión, viendo si seguir o no, ya que después le puede costar estar tres meses afuera del circuito", analizaba Daniel Orsanic, capitán del equipo de Copa Davis, mientras miraba el partido, aunque sin oficiar de coach del tandilense en esta oportunidad.
Cuando eran todas especulaciones sobre cómo afrontaría Del Potro un partido extenso en esas condiciones, llegó la lesión de Almagro. La incredulidad. La tristeza. En esa cancha 2 casi que se siente la respiración de los jugadores de tan próximas que están las tribunas. Nadie festejó la clasificación del tandilense. El respeto fue el mejor regalo que tuvo el deporte en medio de la congoja del español: una sentida ovación lo despidió, incluidos los muchos argentinos que tantas veces aplaudieron en Buenos Aires ese maravilloso revés. Minutos después, el ganador salió hacia el sector opuesto, acaso pensando en el destino. Quizás entendiéndolo un poco más.
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