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Roberto De Vicenzo y los mejores deportistas: “Maradona, Fangio, y el tercero... no sé”
En septiembre de 1999, antes de la explosión de Messi y Ginóbili, el maestro tuvo esta entrevista con La Nacion revista, y dio su mirada sobre los más grandes deportistas argentinos del siglo XX
-¿Qué siente cuando al hablar de los mejores deportistas del siglo aparece su nombre?
–Me hace pensar un poquitito en el porqué. Será porque he ganado más de 240 torneos, 150 internacionalmente. He tenido actuaciones destacadas durante casi 40 años: comencé a ganar en 1942 y terminé casi en los años 90 en superveteranos. Estar entre los cinco deportistas del siglo es un orgullo no sólo para mí, sino también para los golfistas, porque el golf es un deporte que no es conocido, sobre todo en la Argentina.
–¿Qué significaría Roberto De Vicenzo en el golf actual?
–Es muy difícil ahora, porque la competencia es mucho más dura. Los premios son más grandes, la exigencia del público es mayor y la ambición de los jugadores, también. Dentro de un año se va a jugar aquí la Copa del Mundo, con tres millones de dólares en premios. ¿A quién se le podía pasar por la mente que en la Argentina se iba a jugar un torneo por ese dinero? Todavía yo no lo puedo creer. ¿Quién podía pensar que iban a superar los 10 millones de dólares que le pagaron a Maradona cuando hizo su contrato?
–¿Cómo era su relación con otros deportistas?
–Yo fui amigo de Fangio, no digo íntimo, pero andaba bastante con él. Nos buscábamos en cualquier reunión. Teníamos conversaciones muy amistosas. Era un hombre muy tranquilo, sereno, amistoso. Daba gusto charlar con él.
–¿De qué temas hablaban?
–Generalmente de automovilismo, porque él de golf no sabía nada. Yo de automovilismo tampoco, pero creía que estaba sabiendo. Hice un viaje con él de Buenos Aires a Mar del Plata en auto. Llegamos en tres horas...
–Con otros deportistas argentinos, ¿qué relación tuvo?
–Muy poca. Con Maradona y Monzón casi nada. Con el que sí me acuerdo haber estado es con Bonavena. Tuvimos una entrevista en Mar del Plata con un periodista norteamericano. Nos dijo que él también jugaba al golf y que boxeaba. Bonavena le dijo: “Entonces lo puede desafiar a De Vicenzo a jugar al golf y a mí a boxear”. Y el periodista le contestó: “Mejor lo desafío a usted a jugar al golf y a De Vicenzo a boxear”. ¡Lo sonó!
–Si tuviera que elegir un acontecimiento deportivo para ver de nuevo, ¿cuál elegiría?
–Me gustaría ver la pelea de Monzón con Benvenuti. Monzón cada paso lo hacía con una seguridad tremenda. No hubo titubeos, especialmente cuando lo noquea. A mí me gusta mucho el boxeo. ¿Sabés por qué no fui boxeador? ¡Porque a esta nariz grande quién le erraba, viejo!
–¿Qué otro deporte practicó en su vida?
–Jugué al tenis, fútbol, hockey, criquet, pelota paleta. Me crié en un club deportivo: el Mitre. Cuando era pibe estaba en la mente de mi familia salir a triunfar a través del deporte. Nosotros éramos siete hermanos varones y cinco hemos vivido del golf. Los otros dos trabajaban...
–¿Por qué terminó eligiendo el golf?
–Porque ganaba. Era caddie y le ganaba a todos los caddies. Cuando comencé a jugar, en 1938, con sólo 15 años, lo hice bastante bien.
–¿Qué es lo que más le gusta del golf?
–Todo. Es un ambiente agradable, nada conflictivo. Aquí no hay peleas ni discusiones. Hay llantos. Cuando uno juega mal llora su propia derrota. No hay razón para echarle la culpa a nada, el culpable es uno. Cuando viene un llorón hacemos bromas, lo pasamos bien, le damos fuerza. Todos estamos en ese llanto porque nadie juega bien siempre.
–Usted habló de que no es un ambiente conflictivo, cosa que sí ocurre en otros deportes...
–Es que son deportes conflictivos. El fútbol lo es. Son 22 hombres peleando por una pelota. El rugby lo mismo, el hockey... Siempre hay roces. Y cuando hay roces, quedan resentimientos.
–¿Usted lloró muchas veces?
–Por supuesto. Muchas veces me he ido contra un árbol para romper los palos. Le echaba la culpa, ¿y qué culpa tiene el palo?
–¿Cuál fue su peor llanto?
–Cuando firmé la tarjeta en Augusta, en 1968. Lloré, no sólo ese día, sino varios meses. Cuando me acordaba, lloraba. Se te caen las lágrimas.
–¿Cómo recuerda aquel momento?
–Con tristeza, hasta el día de hoy. Firmé y le di la tarjeta a una persona que la estaba esperando. La agarró y dijo: “Esto está equivocado”. Entonces te dan ganas de pegarle al que hizo la tarjeta...
–Pero no lo hizo...
–No. La primera reacción que tuve fue pensar en el fútbol, cuando un referí penaliza a alguno de los jugadores porque protesta mucho, lo expulsan. Pensé: “Si protesto, voy a tener problemas”. Entonces acepté la reglamentación como un buen deportista.
–¿Pudo dormir esa noche?
–No. Y la que siguió tampoco. Pero a las dos semanas me recuperé y gané un torneo en Houston. Cobré 25.000 dólares, el premio más grande de mi vida hasta entonces.
–¿Qué hizo con ese dinero?
–Mirá, yo tengo fama de amarrete. Dicen que tengo los primeros pesos que gané. Y es cierto, pero lo que gané después me lo gasté todo.
–¿Antes había más deportistas de calidad?
–No, ahora son más piolas. En los años 70, los jugadores antes de un partido iban a un almuerzo. El deporte cambió de manera espectacular.
–¿A favor?
-A favor, sí. Ambiciosamente a favor.
–¿El deporte perdió parte de su esencia?
–Perdió la dulzura. Y es lógico. Hay más ambición, más pretendientes.
–¿A usted le gustaba la época de la dulzura o la época actual?
–Si vos estás sentado cómodamente en tu casa, te gusta la dulzura. Ahora, si pagaste 20 pesos para estar en una tribuna, te gusta lo intensivo.
–Y como protagonista, ¿qué época le hubiera gustado?
–Yo viví la época de la dulzura. Entonces no veo con tanta alegría cuando no hay dulzura.
–¿Quiénes son los tres deportistas argentinos más grandes de la historia?
–Maradona, Fangio, y el tercero... no sé. Otro Maradona nunca salió, igual que Fangio. El otro yo diría que, si vamos a juntar todos los deportes, es [el ex presidente Carlos] Menem. Lo hace todo: juega golf, tenis, fútbol... Hasta basquetbol, a pesar de que no llega hasta allá arriba. No sabría decir quién es el otro. Podría ser Vilas, Sabatini, Riquelme, Bochini...
–¿De Vicenzo no?
–De Vicenzo está en un deporte que no tiene fuerza. Si no, si se mira mi récord, entre nosotros ni Fangio llega. Pero es un deporte que no cuenta. Hay que buscar deportes más conocidos... Yo voy por la calle y la gente no me conoce. Los otros días en un garaje había dos muchachos. Uno mira al otro y le dice: “¡Uy!, ése me parece que era Fulano, que jugaba en San Lorenzo”.
–¿Y cuáles fueron los tres hechos deportivos más significativos de la historia argentina?
–Las Copas del Mundo de fútbol, los triunfos de Fangio y la pelea que Monzón le ganó a Benvenuti. De Vilas no te puedo decir nada porque hizo un cachitito así. Su deporte le da una vida deportiva chica. En cambio Fangio tuvo una vida deportiva larga, lo mismo que Monzón.
–Supongamos que usted tuviera la oportunidad de decirle algo a Fangio, Vilas, Monzón y Maradona, ¿qué le diría a cada uno de ellos?
–A Fangio le diría te felicito por lo que hiciste, por lo bien que nos hiciste quedar. A Maradona le diría te felicito por los partidos que ganaste. Lástima que... ¿no? Lástima que... Nada más.
–¿A Monzón?
–Lo felicitaría por las peleas que hizo. Lástima que... Lo dejaría ahí.
–¿A Vilas?
–Te felicito por la perseverancia, el trabajo, el entusiasmo y el impulso que le diste al tenis. Cuando Vilas llegó el tenis no era conocido, algo parecido al golf.
–¿Y a De Vicenzo qué le diría?
–Que estuvo bien. “Debés de ser un tipo satisfecho, no sólo deportivamente, sino por lo que hiciste en tu vida.” Soy un tipo tranquilo. Cada vez que quise hacer una travesura, me encontré con un montón de árboles delante. El golf me enseñó mucho en mi vida...
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