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River: un resultado anecdótico en la visita a Junior, el contexto triste y el pedido de Marcelo Gallardo
En medio de la crisis social que atraviesa Colombia, la Copa Libertadores vivió una noche triste en la que el Millonario rescató un empate agónico; hubo disturbios, gases y bombas de estruendo en Barranquilla
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La escena es estremecedora. Mientras en el estadio Romelio Martínez se realiza el habitual minuto de silencio que establece la Conmebol en homenaje a las víctimas de la pandemia y en agradecimiento a los profesionales de la salud, irrumpe un ruido ensordecedor. Una explosión, luego otra, y otra más. Son las bombas de estruendo que se detonan en las zonas aledañas a la cancha. Es el reclamo de los manifestantes que salieron a las calles para impedir la realización del partido. Se hicieron escuchar y lograron visibilizar en parte lo que está sucediendo en Colombia, pero no pudieron frenar la pelota. Junior y River jugaron un partido de fútbol en un contexto difícil e inconcebible. Una noche triste para el fútbol sudamericano que Marcelo Gallardo resumió en una sentencia: “El resultado es anecdótico. No se puede mirar para otro lado. No nos podemos ir contentos hoy por las circunstancias”.
Desde fines de abril, Colombia atraviesa una situación crítica, con un paro nacional que ya cumplió 15 días y enormes movilizaciones sociales con millones de personas en la calle, tras una propuesta de reforma tributaria del presidente Iván Duque, que desató un marcado malestar profundizado por la crisis económica y sanitaria generada por el Covid-19. La Defensoría del Pueblo ya reconoció 41 muertos civiles y las imágenes impactan: atropellos policiales, enfrentamientos violentos, vandalismo y saqueos y cientos de heridos producto del conflicto. En el medio, anoche se jugó la Copa Libertadores.
La Conmebol podría haber trasladado la sede, pero el Gobierno le garantizó que la seguridad estaba preparada. Era una prueba clave: la Copa América está a la vuelta de la esquina entre junio y julio y la organización de Colombia podría correr peligro. Así, no se optó por la decisión de la semana pasada: aquella vez, como no estaban dadas las condiciones para jugar en Pereira, el cruce entre Santa Fe y River se trasladó a Asunción y se pasó del miércoles 5 de mayo para jueves 6. En esta oportunidad, se mantuvo el cronograma original. Y todo lo que ocurrió era predecible, a pesar del cordón de seguridad montado en el estadio.
En las redes sociales, al comienzo de la semana circularon afiches convocando marchas y alentando a la gente a salir a la calle para impedir el encuentro. Tres horas antes del partido comenzó la concentración de ciudadanos colombianos que se juntaron en la cancha con banderas y carteles. Y la paz se terminó con el correr de los minutos: tras la llegada de los micros de los equipos, comenzó el caos con enfrentamientos entre los civiles y la policía, con gas pimienta y gases lacrimógenos por doquier.
Y aunque River no tuvo inconvenientes en los traslados, los jugadores y el cuerpo técnico se vieron afectados en la entrada en calor por el humo de los gases y se retiraron a los vestuarios. En el medio, hasta Jaime Pumarejo, el alcalde de Barranquilla, dijo en TyC Sports que el partido se iba a jugar con normalidad y agregó que Marcelo Gallardo había pedido música para descomprimir, situación que rápidamente fue desmentida desde River.
El partido comenzó, pero la calma no llegó. Luego del minuto de homenaje sin silencio, a los 23 minutos de juego el árbitro Esteban Ostojich paró el cronómetro porque el humo de los gases volvió al campo de juego. Tres minutos antes, Miguel Borja abrió el marcador para Junior al aprovechar las falencias defensivas de un River alternativo que jugó un muy mal primer tiempo. Con un 3-4-1-2, el DT reguló cargas físicas y guardó sus mejores apellidos para el superclásico del domingo por los cuartos de final de la Copa de la Liga. Pero la apuesta inicial no funcionó y el equipo mostró una de sus peores versiones del último tiempo. Lógico: con suplentes, jugadores sin ubicarse en sus puestos habituales, un esquema diferente y un contexto imposible, lo raro hubiese sido jugar bien.
“Uno no se puede abstraer de lo que está pasando. Es un momento complejo y sabíamos que íbamos a venir a jugar, intentando que nos den las garantías necesarias. No es normal venir a jugar en una situación tan inestable por lo que vive el pueblo colombiano. No fue normal ni en la previa ni en el partido. Los presentes tienen que decir que se jugó en una situación muy incómoda. Con humo de gases lacrimógenos, escuchando estallidos y estruendos. Fue anormal. No podemos mirar para otro lado y no nos podemos ir contentos con las circunstancias del partido de hoy”, declaró Gallardo tras el encuentro.
“En el partido de hoy busqué gestionar minutos de la mejor manera posible, sabiendo que era un difícil de encarar por todo lo que se vivió previamente y durante el partido. Más allá de los esquemas y características, tuvimos viajes largos, concentraciones y el domingo jugamos un clásico importante… busqué gestionar minutos y tratar de estar en el partido siempre”, agregó el entrenador millonario en conferencia. “No se regaló un tiempo. Sabía que por la gestión de minutos íbamos a tratar de hacer un partido largo. En el primer tiempo, por una cuestión de obligación, Junior, que es un gran equipo, iba a tomar el control y la búsqueda del resultado. Nosotros necesitábamos estar en partido, no regalé un tiempo, se dio así. No era la intención ir perdiendo, pero el fútbol es así. Pero nunca dudé de la posibilidad de hacer rotar al equipo en todo sentido para llegar de la mejor manera al domingo”.
Así y todo, en la segunda mitad River logró cambiar su imagen con los ingresos de Jorge Carrascal, Agustín Palavecino, Rafael Borré, Matías Suárez y Fabrizio Angileri. Los habituales titulares potenciaron a un apático equipo sin juego ni asociaciones, Junior se arrinconó para defender el empate y, en tiempo de descuento, un cabezazo de Paulo Díaz le permitió al Millonario llevarse un empate agónico. El punto le permite respirar con mayor tranquilidad al ser escolta y ubicarse a dos puntos de Fluminense (líder con 8) en el Grupo D de la Copa Libertadores. Además, también le brinda algo fundamental: llega con calma para enfrentar a Boca y sin un marcado esfuerzo físico. Pero la conclusión final es muy sencilla: el resultado terminó siendo una anécdota de una jornada negra.
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