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Río 2016: Toda América del Sur en la mira
La región ganó la sede en buena parte porque nunca los Juegos habían llegado a esta parte del mundo, pero las fallas de organización de Brasil pueden horadar las pretensiones de Buenos Aires para la cita olímpica de 2028
RÍO DE JANEIRO.- Aquel 3 de octubre de 2009 en el que la voz aguardentosa de Luiz Inácio Lula da Silva se quebró en Copenhague mientras las lágrimas le inundaban el rostro, todo era un enorme sueño hecho realidad, todo era pura ingenuidad. Hoy, 31 de julio de 2016 en Río de Janeiro, ya no hay ingenuos, y la insistente duda es más bien si los Juegos ganados en Dinamarca no incluyen una o varias pesadillas junto al ya muy manoseado sueño olímpico sudamericano.
A esta altura, a sólo cinco días de la ceremonia inaugural, hay algo que está muy claro: ganar los Juegos le fue a Brasil mucho más sencillo que organizarlos. Si la campaña comandada por Carlos Nuzman y el gobierno e ideada por el spin-doctor Mike Lee fue ejemplar, el proceso inmediatamente posterior fue caótico. Es caótico.
Y uno de los problemas es que, si Brasil falla, la cosa no termina en sus fronteras. Técnicamente débil -fue, por lejos, la peor candidatura en el puntaje de la comisión evaluadora-, Río se hizo fuerte jugando con la conciencia -y otros factores, claro- del centenar y algo de miembros del COI con derecho a voto. Les mostró a todos un mapamundi en el que América del Sur era región virgen de Juegos, les dijo que los cinco anillos nunca habían llegado allí. Así, el slogan se salteó el habitual "los queremos" y se fue directamente a un muy efectivo "nos los merecemos".
Hoy, casi siete años más tarde, el fuerte hedor a putrefacción que emana del agua en varios sectores en torno a las instalaciones olímpicas tiene un tremendo simbolismo. Algo huele a podrido, en efecto, y quizás fuera ya en Dinamarca, aunque en aquellos años aún no fuera posible advertirlo. Hoy, el New York Times se queja del olor que se siente ya al aterrizar en el mismísimo aeropuerto internacional del Galeao, y en el fondo no sorprende: según DPA, a la Bahía de Guanabara llegan a diario una cantidad de aguas fecales que equivalen a 93 piscinas olímpicas.
Utilizar esa unidad de medida no deja de ser una pequeña maldad por parte de la agencia alemana, pero lo cierto es que en esas aguas negras se puede hundir el prestigio organizativo de América del Sur. Y quizás también indirectamente el de la Argentina, aunque Thomas Bach, presidente del COI, le haya dicho recientemente a LA NACIÓN que Buenos Aires "está en condiciones de ser exitosa" presentando su candidatura para los Juegos de 2028. Gerardo Werthein, que recogió el guante, aspira a que lo Juegos de la Juventud de 2018 sirvan para subir las acciones porteñas. Podría ser, aunque cabe preguntarse qué pesa más a los ojos del poder deportivo: ¿el éxito de una competencia menor como los Juegos juveniles o un tropiezo serio del país vecino y socio de la Argentina?
Mientras esa pregunta espera respuesta en una Río de Janeiro invernal que ofrece verano y otoño en el mismo día, los problemas diarios continúan. Nuzman, presidente del comité organizador, está entre oculto y mudo, y en la villa olímpica que aloja a los deportistas todos los días afloran nuevos problemas. "Arreglás una cosa y se rompe otra", graficó un responsable de equipo que debe lidiar con esa villa terminada a los apurones. "No es que se te caigan las paredes, pero se te tapa el baño o no sale agua caliente".
"Lo de Río es una vergüenza", sintetiza un miembro del COI al que no se le puede sospechar antipatía por los brasileños. Bach hace bromas en público acerca de "los brasileños" y su gusto por resolver cosas a último momento, pero actúa discretamente, sin hablar: varios cuadros técnicos del Comité Olímpico Internacional están dedicados a trabajar codo con codo con Rio 2016 para resolver los múltiples problemas.
Alcanza sin embargo con recorrer el moderno y gigantesco Centro Principal de Prensa (MPC) para entender que no todos los agujeros pueden ser cubiertos. El fuerte recorte de gastos que sufrió el comité organizador en el último año se está haciendo sentir. Desde el Servicio de Información de los Juegos (ONS), que a diferencia de ediciones anteriores no tendrá gente propia en cada una de las competencias, hasta la insólita situación generada por uno de los siete patrocinadores oficiales de los Juegos, una empresa de telefonía celular, que este fin de semana debió decir "no" cuando los periodistas extranjeros (son más de 30.000) querían comprar una tarjeta prepaga para tener un celular con número local. "No, no están funcionando para la gente que viene de afuera. No se puede cargar el perfil en inglés". Bueno, cárguelo en portugués. "No? tampoco está funcionando bien. Creemos que el lunes se arreglará".
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