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Río 2016: Las Melli Sánchez, una vida juntas y la satisfacción ante la despedida olímpica
Las rosarinas, casi con 27 años, viven su última experiencia en nado sincronizado; detrás de escena, una historia de sacrificios y desgastes físico y psicológico
RIO DE JANEIRO.- Lejos de la pasión desmedida y del bullicio, el nado sincronizado es una de las disciplinas olímpicas con un atractivo especial. Duetos que desarrollan rutinas acompañadas por una música armoniosa, pero a la vez impactante. La afición argentina admiraba su estética, las imágenes, las fotografías subacuáticas, la coquetería de las participantes que, en muchos casos, hasta parecían hermanas. Siempre desde afuera. Hasta que aparecieron Las Melli Sánchez. Sofía y Etel. Rosarinas. Y llevaron a la Argentina a vivir dos Juegos Olímpicos consecutivos. Con orgullo, dedicación y mucho esfuerzo. Una historia que trasciende hasta su propia disciplina.
Las Melli en realidad son trillizos y le siguieron en el orden familiar a Matías, el mayor de los cuatro hermanos. El varón que se gestó con Etel y Sofía, Tomás, también eligió el agua, aunque más relajado: practica waterpolo. Cuentan que Analía, la mamá, tenía la angustia que persigue a muchos padres, y llevó a sus hijos a natación, para que aprendiesen a nadar. Y ya a los 8 Sofía y Etel, siempre juntas, eligieron lo que querían hacer, atraídas por lo que practicaban en otros andariveles de la piscina del Club Gimnasia y Esgrima de Rosario (GER). "Mamá siempre dice que del agua de la panza durante el embarazo pasamos al agua de la pileta. Como que teníamos la idea fija", admite Sofía, la más locuaz. "Nos pusieron juntas desde chicas. Gustaba la idea de que fuéramos mellizas para un deporte así", agrega.
A la par de los estudios, fueron incorporando las bases de una disciplina que requiere de enormes sacrificios cuando se decide abrazar el rango de competidor. Lo asumieron con convicción. Gimnasio, rutinas, corregir detalles, repetición de ejercicios, dietas. Y resignar muchas tentaciones, con la particularidad de que al tener las mismas amigas, llegaban desde dos frentes. "A veces nos decían de salir, pero teníamos que acostarnos temprano para competir al día siguiente. Lo hicimos siempre con gusto", confesó alguna vez Etel. Desde aquella primera competencia en 2001, las ilusiones y los objetivos fueron creciendo. Con los Juegos Olímpicos como meta. Un mundo que descubrieron en Londres 2012, donde concluyeron en el 22° puesto, sin poder acceder a la final.
El nado sincronizado olímpico incluye dos etapas: rutina libre y rutina técnica, en días diferentes. Oscilan entre los 2m30s y los 3m. Pero detrás de esa puesta en escena hay un trabajo que no se ve, aunque sí se siente…en el cuerpo. En los tiempos de preparación, Sofía y Etel repiten hasta 10 veces una rutina. Deben ser mellizas también en los movimientos. Hay preparación de gimnasio. Y dentro de la piscina, se ejercitan con cargas en los pies (de hasta 2kg), que van disminuyendo de acuerdo con la planificación. Los ganchitos que llevan en la nariz, como se presume, son para evitar que entre el agua. Porque hay tiempos de la rutina en la que sólo se les ven las piernas: ellas están sumergidas. "¿Si abrimos los ojos? ¡Claro, nos vemos permanentemente. Forma parte de esa conexión necesaria. Igual, nosotras estamos conectadas de por vida!", contaron.
Les llega el turno en sus segundos Juegos Olímpicos, casi a los 27 años (los cumplirán el 23 del actual). Pueden sentirse privilegiadas: ingresan en el sector de competencias del complejo María Lenk inmediatamente después de la participación del dueto de brasileñas, las anuncian y no hay reprobaciones del público, un clásico de Río 2016 para con los atletas argentinos. "¡Vamos Mellis!", gritan desde las tribunas cuando salen lentamente, saludando, tras la rutina libre de 3m4s1 y de recibir 79,8333 de puntaje que las posiciona en el puesto 19°. También privilegiadas porque durante la madrugada, la organización, en una decisión que demoró muchos días, resolvió cambiar el agua de esa piscina, mientras en la de al lado "el pantano verde" de saltos ornamentales conserva la coloración que desató la polémica. Están felices y no lo ocultan. Es su primer día… de la despedida olímpica.
-¿Es cierto que no competirán más?
-Sofía: Hasta fin de año seguimos porque tenemos un calendario armado, pero son los últimos Juegos, sí. Ya tenemos 27 años, el cuerpo nos pasa factura. Es un deporte muy físico y también muy psicológico. Hay que luchar contra uno mismo, con 8 horas de entrenamiento diario y corrigiendo hasta el más mínimo detalle. Mentalmente es muy cansador. Igual, es una gran satisfacción volver a estar cuatro años después en los Juegos, y superarnos técnica y psicológicamente.
-Además, les condiciona el tema de los estudios. Una de ustedes está en una impasse en la universidad, ¿verdad?
-Etel: Sí, ésa soy yo. Arranqué en medicina, se me complicó bastante la carrera, la universidad tampoco me ayudó demasiado en el cursado. Viajamos bastante. Veremos qué me depara el destino.
-Sofía: Estoy tratando de terminar 4° año de ingeniería industrial. Todavía tengo que cursar 5°. Se hace difícil. Es una de las razones por las que tenemos que analizar nuestro futuro.
-¿Es caro practicar nado sincronizado?
-Sofía: No, no es caro. El tema es abrir más escuelas o piletas municipales. Nosotros estamos en el Club Gimnasia y Esgrima de Rosario y la cuota no es accesible para todos. El deporte en sí es muy barato, se requiere una malla de entrenamiento, una gorra, unas antiparras, un ganchito y hasta te puedo decir que es lo mismo que natación. El equipo de música se puede conseguir mediante rifas y una vez que lo comprás, ya está, queda en el club.
-Son las referentes de este deporte en la Argentina. ¿Cómo lo viven?
-Etel: El público siempre espera el nado sincronizado en los Juegos porque no lo pueden creer. Les gusta, les parece espectacular. Después de Londres 2012 tomó impulso en la Argentina, hubo muchas nenas que quisieron arrancar. Pero GER tiene un cupo limitado porque tampoco es una pile súper grande. Hay un proyecto de la Nación y hace dos meses abrimos escuelas cerca de Rosario, una de ellas en Carcarañá. En cada una tenemos 70 nenas. Es una cantidad que no imaginábamos. Tenemos ganas de abrir otra en Rosario porque siempre estamos limitados con el tema de la cantidad que llega a primera categoría. Sobre esa cantidad hay que hacer calidad.
-¿Cómo es la dieta de ustedes?
-Sofía: Hay cuidados, pero no son tan extremos. Depende del país, de las personas, de las contexturas. La nuestra es muy delgada. Tampoco es que nos matamos haciendo dieta. Sí hay que distribuir un poco las cargas de calorías en cuanto a proteínas e hidratos, dependiendo de si hicimos un trabajo físico. Somos altas, medimos 1,70m, bueno yo 1,68m, y estamos entre los 57-58 kilos. Tenés que estar bien, tener una contextura agradable porque el deporte de lo exige, pero no es lo primordial.
-Tienen que estar muy coquetas a la hora de participar….
-Sofía: Sí, pero no es lo primordial. Hay cosas más importantes. Y no está bueno mostrar eso. La bulimia y la anorexia son temas serios, muy metidos en la sociedad, y hay que tener cuidado con los mensajes que se dan.
-¿Las afectó el tema del agua verde?
-Etel: Afecta porque nos pudimos entrenar una sola vez acá en la pileta. Pero creo que no hay que matar a Brasil por esto. Un error lo tiene cualquiera. Todas las nadadoras estábamos bajo las mismas condiciones. Si había que nadar en una pileta verde, lo hacíamos. Todas. Al principio sí hubo un poco de bronca porque decíamos "no puede pasar esto en los Juegos Olímpicos", pero ya lo solucionaron.
-¿Qué es lo más lindo que se llevan de dos experiencias en los Juegos Olímpicos?
-Sofía: Lo más lindo que me llevo es poder competir junto con mi hermana. Tiene algo especial, algo místico. Es una de las experiencias más lindas de mi vida.
-Etel: Lo mismo. Y que tu familia lo viva por partida doble. Es mágico.
-Están en Rosario, un fin de semana con mucho calor y húmedo. ¿Qué eligen: aire acondicionado o pileta?
-Etel: ¡Aire acondicionado!
-Sofía: Ja. Pileta, pero afuera. Ni tocamos el agua…
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