Río 2016. El comportamiento no olímpico de la gente, un punto en contra

RIO DE JANEIRO.- Por cuestiones obvias, tenemos más registro de lo que fueron las reacciones del público brasileño cuando hubo de por medio algún atleta argentino en una competencia. Abucheos, silbidos, cantos de apoyo al rival. Lo que ya se percibió en la ceremonia de apertura apenas Luis Scola asomó la cabeza con la bandera en el Maracaná se reprodujo en muchos escenarios. La excepción, curiosamente o no, se dio en la entrega de premios de vela de la Clase Nacra 17 con Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli: mucho respeto, aplausos y reconocimiento a la trayectoria. Además de su historia deportiva y personal, Lange y Carranza están desde noviembre en la bahía de Guanabara y los consideran "casi cariocas".

Sin embargo, los problemas no fueron exclusivamente de los deportistas argentinos. Además del desafío económico-organizativo que significa concretar y ejecutar los Juegos Olímpicos, también cuestionados por sectores de la sociedad que entienden, con sensatez, que existen otras prioridades, hay un punto que probablemente el COI no haya contemplado o, quizás, hasta subestimado: tiene que ver con el comportamiento olímpico de la gente. Y en esto siempre puede haber atenuantes: si los 50.000 voluntarios no tuvieron la capacitación adecuada, ¿qué les queda a los aficionados, en gran cantidad concurrentes por primera vez a competencias novedosas?

Las quejas de los atletas se fueron multiplicando. La más dura fue la del subcampeón olímpico y récordman mundial de salto con garrocha, el francés Renaud Lavillenie. Medalla dorada en Londres 2012, era "el enemigo número 1" de la esperanza local Thiago Braz. Y si bien los participantes suelen invitar al público a que acompañen con aplausos sus intentos para darse ánimo, no están acostumbrados al abucheo y los insultos. Lavillenie lo padeció y explotó: “Es jodido tener un público de mierda así en los Juegos Olímpicos”. Lejos de atemperar los ánimos, dobló la apuesta: "Es un ambiente de fútbol que vemos demasiado seguido. Es la primera vez que se da ésto en el atletismo. La última vez que lo vimos fue cuando Jesse Owens corrió en 1936 en Berlín", sentenció. No fue casual la mención a Owens y los Juegos de Hitler: buscó poner en su punto justo la indignación que sentía. Luego se disculpó, pero ya era tarde: el martes por la noche, en la premiación, fue nuevamente abucheado y se lo vio conmovido. Hasta el presidente del COI, Thomas Bach, criticó la reacción del público: la tildó de "chocante" y dejó en claro que no es la conducta que caracteriza a los Juegos Olímpicos

¿Fue un hecho aislado lo de Lavillenie? No. Hubo quejas de otros atletas, y no argentinos: ¡hasta en tenis de mesa! Y las autoridades tuvieron que esmerarse para controlar los desbordes, manejando situaciones atípicas. Fue una constante en el Estadio Actuático el pedido de silencio para que los nadadores pudiesen escuchar debidamente la señal de largada y no partir en falso. Lo mismo en atletismo en la carrera de los 100m, donde además le hicieron sentir al norteamericano Justin Gatlin que era "persona no grata" solamente por ser el rival del favorito Usain Bolt.

La llegada de los Juegos Olímpicos a América del Sur encontró un obstáculo impensado, aunque no tanto: la pasión latinoamericana sorprende a todos, incluidos europeos que filman con asombro las distintas formas de aliento y de "desaliento" hacia los competidores. ¿Una a favor respecto del Primer Mundo? Aun cuando hubo hechos delictivos, ataques a ómnibus de prensa y episodios confusos, llegando a la recta final no se registraron choques violentos entre hinchas como en la última Eurocopa de fútbol en Francia. En eso, el espíritu olímpico preservó las formas. Afortunadamente.

cc/fc

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