Rio 2016: El bebé de Hiroshima, un Alí emocionante y la velocista que se fugó... Historias detrás del encendido del pebetero olímpico

Berlín 1936: El primero

Fritz Schilgen se metió para siempre en la historia de los Juegos Olímpicos al ser el responsable de encender el primer pebetero olímpico. La idea fue de Carl Diem, presidente del Comité Organizador, interesado en seguir buscando vínculos con la Era Antigua de la competencia.

Además de ser un destacado corredor de mediana y larga distancia, Schilgen fue un importante ingeniero eléctrico.

Aquel primer recorrido de la antorcha se extendió por 3187 kilómetros entre Olimpia y Berlín, y formaron parte 3331 relevistas.

Helsinki 1952: El Finlandés Volador

Fue el reconocimiento que Paavo Nurmi merecía de su pueblo, luego de que el Comité Olímpico Internacional le negara formar parte de Los Angeles 1932, acusándolo de haber cobrado dinero por correr antes de la cita en suelo estadounidense.

Lo insólito es que Paavo casi se pierde la fiesta, debido a que por estrictas medidas de seguridad, los responsables de permitir o no el acceso al estadio olímpico no podían dejar pasar a nadie que no mostrara su acreditación correspondiente. Y Nurmi no la tenía…

Después de varios minutos de desesperación, El Finlandés Volador logró que un dirigente del COI explicara la situación y lograra que le permitieran ingresar.

Tokio 1964: El bebé de Hiroshima

El hecho de que Yoshinori Sakai haya tenido la responsabilidad de encender el pebetero olímpico de Tokio 1964 fue todo un simbolismo. El joven había nacido en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, el día que una bomba atómica arrojada por los Estados Unidos destruyó esa ciudad (la otra hizo impacti en Nagasaki).

Desde entonces fue apodado "el bebé de Hiroshima".

Mexico 1968: La primera mujer

Por primera vez, en suelo mexicano el pebetero lo encendió una mujer. Enriqueta Basilio.

La oriunda de Mexicali (Baja California) fue campeona nacional en los 80 metros con vallas y, según especialistas, es considerada la mejor atleta femenina de su época.

Moscú 1980: El último doble

La figura de Serguéi Belov como responsable de encender el pebetero en la capital de la Unión Soviética fue un gran reconocimiento al basquetbolista, y a la vez una suerte de recordar un hecho histórico en el cual la víctima había sido Estados Unidos, impulsor del boicot que distorsionó aquellos Juegos.

Todo ocurrió en Munich 72, cuando la final por la medalla dorada involucró, en plena Guerra Fría, a soviéticos y estadounidenses. Después de dos cierres de partido que favorecieron a los americanos, los últimos segundos se jugaron por tercera vez. Entonces, los europeos no fallaron y lograron el resonante triunfo.

Belov está considerado como uno de los mejores basquetbolistas soviéticos de toda la historia.

Barcelona 92: Desde el arco

Cuando el basquetbolista Juan Antonio San Epifanio se paró en el medio del estadio olímpico, nadie entendió nada. El anteúltimo relevista se situó demasiado lejos del pebetero. Entonces, entró en acción el arquero Antonio Rebollo, que encendió con fuego la punta de su flecha, apuntó y elevó por los aires la llama.

Ante la alternativa de que el tiro no diera en el blanco, la organización preparó un plan B, que consistió en encender de todas maneras el pebetero, con o sin flecha.

Fue uno de los momentos más celebrados de la historia.

Atlanta 1996: The Greatest

Si lo de Rebollo había sorprendido a toda Barcelona, cómo explicar la emoción que vivieron los que asistieron a la ceremonia inaugural de Atlanta 96 cuando vieron que entre las sombras surgió el enorme Muhammad Alí, de pie y haciéndole frente al Mal de Parkinson.

El mejor boxeador de todos los tiempos tuvo ese gran honor y se llevó una ovación inolvidable.

Sydney 2000: Encendido dorado

Cathy Freeman asombró a los espectadores al pararse en el medio de una gran pileta circular en un costado del campo del estadio, y encender lo que luego se convirtió en el pebetero.

Cathy se quedó inmóvil en el pequeño círculo central y vio como ese anillo de fuego pasó por encima de su cuerpo para elevarse por una de las tribunas y convertirse en el pebetero.

Días más tarde, Freeman ganaría la medalla dorada en los 400 metros llanos.

Atenas 2004: Plan B

El regatista Nikolaos Kaklamanakis no se olvidará jamás la experiencia, pero su presencia y su responsabilidad de encender el pebetero en Grecia fue un plan B de los organizadores.

En realidad, quienes iban a prender el fuego en la cuna de los Juegos era la pareja de velocistas Kostas Kenteris, uno de los grandes ídolos griegos, y Ekaterini Thanou. Sin embargo, ambos fueron protagonistas de un hecho bochornoso.

Kenteros y Thanou eludieron un control antidoping por segunda vez, fueron a sus hogares, se subieron a una moto y escaparon. Con la mala fortuna de sufrir un accidente leve y terminar hospitalizados.

Ante esta situación, el Comité Organizador le regaló a Kaklamanakis un honor eterno.

Beijing 2008: Por los aires

La ceremonia de apertura de los juegos realizados en China fue sensacional desde todo punto de vista. En el recorrido visual se destacaron alegorías al papel, la imprenta, la brújula, la porcelana, la Gran Muralla China y la seda, entre otras. Como era de esperar en el país de la pólvora, todo finalizó con un show extraordinario de fuegos artificiales.

En ese contexto, el encendido del pebetero también fue innovador. El gimnasta Li Ning fue elevado por un sistema de cables y una grúa que permitió la ilusión óptica de que el atleta corriera por todo el borde del estadio, para culminar con el brillo de la llama olímpica.

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