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Panamericanos: quién es Diógenes de Urquiza, el hombre más cuestionado del deporte argentino
LIMA, Perú.- El deporte argentino tiene mucho para festejar en estos Juegos Panamericanos, pero muy poco si se habla de cuestiones presupuestarias. La disparada del dólar y la crisis económica hicieron estragos en cuanto a los apoyos y los números tuvieron que achicarse forzosamente para adaptarse a una nueva realidad. En este contexto apareció Diógenes de Urquiza, presentado en algunos medios como "la cara salvaje del ajuste" y criticado por su vínculo previo con Signia, la marca que provee de indumentaria a la delegación argentina desde Guadalajara 2011.
A través de un decreto del 29 de enero pasado que generó revuelo, a De Urquiza (57 años) le cayeron cuando fue designado para conducir la Agencia de Deporte Nacional (ADN), que reemplazó a la Secretaría de Deportes, cuyo último titular había sido Carlos Mac Allister. Es amigo personal del presidente Mauricio Macri desde la juventud y juntos fundaron la Asociación Padel Argentino en 1988.
–¿Cómo sigue su labor en la Agencia de Deporte?
-A partir de que comenzamos como Agencia, el 15 de mayo, pudimos regularizar las becas de todos los deportistas. Hoy les estamos pagando del 1 al 10. Después de no recibir en 30 años la beca en tiempo y forma, las están cobrando regularmente. Logramos aplicarles dos aumentos: uno del 15% en abril y otros 15% en las becas de julio, así que estamos contentos porque ordenándonos se pueden hacer cosas muy buenas.
–¿Cuál es el presupuesto anual de la Agencia hoy?
-Está entre los 1400 y 1500 millones de pesos.
–El presidente del COA Gerardo Werthein dijo hace unos días a LA NACION que el presupuesto debía estar por encima del doble.
-El presupuesto hay que ejecutarlo. Vos podés tener más del triple, pero si no lo ejecutás, queda en el Estado. No es fácil trabajar en el Estado rápidamente, aunque gracias a la Agencia lo podemos hacer. Igual, a fin de año haremos un estudio de becas con el Enard, el Comité Olímpico, las federaciones y los deportistas, porque hay que ordenarse. Por supuesto que plata faltará siempre porque queremos que el deportista tenga lo mejor, pero hoy trabajamos con lo que tenemos.
–¿Qué es lo que quieren ordenar?
-Por ejemplo, hoy estamos gastando mucha plata con viajes al exterior para entrenamiento en altura, cuando tenemos dos o tres lugares que si los desarrollamos, nos ahorraríamos mucho. Estamos pagando en dólares, cuando en nuestro país podemos gastar en pesos y hay buenos sitios, como Tafí del Valle, donde se entrena el canotaje. Pero por supuesto, son escenarios que no están en condiciones; el problema es cómo los mantenés. Me puedo hacer un centro de entrenamiento en Salta y lo primero que me van a preguntar es: ¿Quién sostiene esto? Ojalá yo hoy tuviera 20 años para desarrollar un plan a largo plazo. Lo bueno es que hay diálogo con los secretarios de deportes.
–¿Y el sistema de becas?
-Hay atletas que reciben becas de nuestra Agencia, del Enard, del Comité Olímpico, de la Secretaría de la Ciudad, de la Secretaría de la Provincia… O sea, es raro. ¿Por qué no nos ordenamos un poco?
–También hay veces en que se vuelven difusas las tareas que les competen al Enard y a la Agencia.
-Técnicamente, el Enard se encarga del alto rendimiento y nosotros nos ocupamos del deporte social y los atletas de transición, de los chicos jóvenes. Hoy está complicado porque es un mix: yo le doy becas a gente de alto rendimiento y está desordenado. Y además faltan definiciones acerca de "qué es alto rendimiento". Sucede que hay federaciones que promueven a chicos muy jóvenes, otras a gente grande y otras más a los profesionales o semiprofesionales de alto nivel. Es un tema de las propias federaciones, que a la vez se encargan del desarrollo del deporte. Nosotros no tomamos la decisión sobre a quién se le otorga la beca. Sí cuando surgen dudas y de repente te preguntás: "Che, ¿quién es esta persona que no la ubico? ¿Y por qué está becado?". La beca debe ser asignada de manera clara, nada más que eso.
Se creó la Agencia de Deporte Nacional (ADN). [R]https://t.co/DVs4mAu5K3pic.twitter.com/HZayDE2Hj5&— Agencia de Deporte Nacional (@DeportesAR) January 30, 2019
–Cuando surgió el cambio de Secretaría de Deportes a Agencia, usted quedó en el ojo de la tormenta y fue muy cuestionado. Al mismo tiempo, no respondió mayormente a las críticas. ¿Cómo vivió toda esa situación?
-Mirá, yo tengo 35 años en el deporte. O sea: tuve la suerte de trabajar con los mejores deportistas de la Argentina. Poca gente disfruta del deporte como yo. Me encontré con una agresión gratuita, que a mí no me afecta por mi forma de ser, pero familiarmente fue muy duro, ¿viste? Que mis hijos escuchen que su padre es un chorro o un delincuente, la verdad es que no fue agradable. Fue muy fuerte sobre todo para mi mujer, pero bueno: hay gente que tiene maldad.
–¿A qué gente se refiere?
-Y qué se yo. Es gente que no quiere el progreso o cree que estamos equivocados. Ojo, no digo que yo tenga la razón, pero estoy convencido de lo que hago y "no soy el amigo del presidente", como suelen decir. Te repito: hace 35 años que trabajo en el deporte. Podés hablar de Ginóbili y Vilas hasta de un chico de transición, pero hablo con ellos todos los días.
–¿Pero las agresiones de dónde surgen?
-Del ámbito político y social. Te dicen "el gordo", "el profesor de pádel". A los 20 años fui profesor de pádel y a mucha honra. A esa edad me podía mantener: yo fui profesional de este deporte y el Estado nunca me ayudó. Me pagaba todo yo para ir a jugar al pádel a Europa, Estados Unidos, Uruguay, Chile o al interior de Argentina. No sé qué tiene de malo haber sido profesor de pádel. También soy ingeniero en producción agropecuaria y tengo un Master en Dirección de Empresas. Eso no lo dice nadie.
–Hubo una controversia muy grande por su vínculo con Signia y la ropa que viste a nuestros deportistas. ¿Cómo lo explica?
-Yo soy un tipo que da servicios. Trabajé en Signia y en muchas otras marcas deportivas. Por mi situación, siempre tuve la suerte de estar contratado, salvo en Alpargatas, que estuve ocho años fijos. Pero hoy no tengo nada que ver con Signia. Nada, nada que ver porque no es mía y además Signia no es una empresa, es una marca.
–¿Cuánto tiempo trabajó en Signia?
-Desde 2007 hasta 2015 y manejaba toda la parte de Promoción y Marketing. En su momento hubo una licitación para vestir a la delegación nacional y la perdimos en manos de Adidas. Pero el Comité Olímpico no le permitió mostrar las tres tiras y se fue de muchos comités, incluso del COA. Se venía Guadalajara 2011 y nos vinieron a buscar porque no tenían ropa, así que cerramos contrato en esos Panamericanos, los Juegos Olímpicos de Londres y cuatro años más. Y ahí terminé yo: me fui en Río 2016. En mi caso facturaba, nunca fui ni empleado. Cumplía funciones de gerente comercial en GGM Sociedad Anónima sin serlo, era un contratado externo. Pasó que en los Juegos de la Juventud 2018 era tal el caos que me puse a entregar la ropa yo siendo capo del Enard. Puedo ser director, pero si tengo que juntar los papeles o ponerme a barrer lo hago.
–¿Habría preferido ser Secretario de Deporte en lugar de titular de la Agencia?
-No. Eso a mí no me molesta nada. Honestamente lo digo: yo vengo a vender un servicio a los deportistas. A mí, que me digan "agenciero", "secretario de Deporte", "ministro"... No estoy acostumbrado. Mis amigos me dicen "gordo". Sé que hay una jerarquía o escalafón que la gente respeta, pero no me molesta. Yo vine acá a Lima para trabajar para los deportistas, no para mí. Ahí hay un error de concepto.
–Al margen de su cargo, ¿hubiese sido mejor conservar la Secretaría?
-No, estoy convencido de que una Agencia es superior. No hay que mirar el nombre de la entidad, sino las funciones que cumple. Vuelvo a lo de antes: hacía 30 años que la beca no se pagaba en tiempo y forma. ¿Yo soy tan bueno que lo logré en dos meses? ¡No! Es que simplemente puedo ejecutar nuestro propio presupuesto. Es cierto que la burocracia todavía sigue existiendo, pero tenemos autonomía.
–¿Los pibes de transición la tienen más difícil para desarrollarse y recibir apoyo?
-Antes no existían los deportistas de transición, ni tampoco tantos eventos deportivos y categorías en las disciplinas como aparecen hoy. Tenés por ejemplo deportes como beach handball y el otro día me mandaron snow volley. Todo muy lindo, pero ¿cómo lo sostenés? ¿quién lo paga? Argentina tiene una materia prima muy grande. Nosotros somos buenos en todos los deportes: no es que estamos desaparecidos, sino que figuramos en los podios de muchos deportes. El otro día fui a ver a un chico en bowling. Salió cuarto, con tres profesionales arriba ¡Un fenómeno! El tipo, chapeau, es un crack, pero es un amateur compitiendo contra profesionales.
–De 1 a 10, ¿cómo califica hoy al deporte argentino?
-Más que calificar, yo diría que cuando los deportistas actúan para ellos, rinden menos. Pero cuando se ponen la camiseta argentina, todos nuestros atletas dan un plus. Un caso es el de Cecilia Biagioli en aguas abiertas: le ponés la bandera y rinde más. Es increíble, me saco el sombrero con su medalla de plata, y estuvo ahí nomás de la de oro acá en Lima. El voleibol es otro ejemplo: vinimos con un equipo B y los tipos dejaron el alma. Vos me podrás decir que los otros equipos eran alternativos, pero el nuestro también. ¡Ganaron! Al argentino no le gusta perder a nada. Hay un rasgo competitivo que no tienen los otros países. Si me preguntás por puntajes, el esfuerzo que hacen es como para un 10.
–¿Cómo se entabla por estos días su relación con el presidente Mauricio Macri, siendo su amigo personal?
-Yo con él hablo de otras cosas, no como presidente. Pero cuando hablamos políticamente me llama, me convoca y me pregunta cómo estoy y qué necesito; ahora tenemos una reunión pendiente para el futuro.Soy amigo de él desde los 18, 19 años, pero él es cuatro años más grande que yo; eso ponelo ¨(sonríe). Juego al fútbol con él y mis hijos fueron al Newman, el colegio del presidente, pero no soy un "Newman boy".
–¿Y su vínculo con el presidente del COA Gerardo Werthein?
-Bueno, es gracioso, dicen que soy amigo de Gerardo. Yo soy conocido de él, pero no vamos a comer juntos. Tenemos una buena relación y trabajamos en algunas cosas, pero estamos muy bien.
–¿Se siente respetado en su cargo?
-Te digo una pavada: vino el padre de los Simonet; nos conocemos de cuando éramos chicos y jugábamos al handball. Y me dice: "Diógenes, estoy feliz de que estés en la Agencia". Son esas cosas lindas también, no son todas malas. No estoy para que me agradezcan, lo hago por pasión.
–¿En dónde quedará usted frente a un eventual cambio de gobierno?
-No puedo responder esa pregunta, no tengo relación ni los conozco, salvo a Sergio Massa. Me rajarán, ¿qué sé yo?
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