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Qué significa el Cenard para el deporte argentino y cuáles son los eventuales peligros de la mudanza
Siempre le faltó "algo más", siempre hubo "mucho más por hacer", pero el Cenard se constituye hasta hoy como la cuna de los sueños de los deportistas argentinos. Con sus deterioros y sus remodelaciones. Con sus carencias y elementos de última generación. Un centro que también representa las contradicciones argentinas, a partir de las contramarchas de los secretarios de Deporte que se fueron sucediendo en el cargo. "¿Qué hacemos con el Cenard?". Y cada uno de ellos, con sus diferentes signos políticos, proyectó ejecuciones diferentes para ese predio que no gozó precisamente de una línea continua de trabajo respecto de su control y evolución.
Al fin y al cabo, en medio de esos vaivenes y oscilaciones en el presupuesto para el deporte, la mayoría de los atletas de nuestro país empezaron a verse importantes, ya que sintieron que en ese complejo podían prepararse, aun con las limitaciones en comparación con los centros deportivos de otros países. Nunca se llegó a un grado de excelencia, pero para los deportistas de pocos recursos, el solo hecho de tener un lugar de pertenencia donde perfeccionarse, convivir con otros atletas y compartir vivencias, les dio vuelo para su imaginación. Entonces, mientras levantaron una pesa, impactaron una bocha o trotaron sobre la pista, se preguntaron por qué no alcanzar un podio, por qué no lograr una gran gesta deportiva. Se permitieron echar a rodar sus ambiciones de trascender en la elite del deporte, tanto en Mundiales como en Juegos Olímpicos. Lo que comenzó de manera romántica en sus lugares natales, con sus primeros profesores, continuó en el Cenard para competir seriamente y triunfar.
En los últimos 29 años, deportistas y selecciones formados en el Cenard obtuvieron cerca de 180 medallas en Mundiales, Juegos Panamericanos y Olímpicos
Y vaya si varios de los nuestros lo consiguieron. Allí están los Leones campeones olímpicos en Río 2016, al igual que la judoca Paula Pareto en la misma cita. Son los más recientes ejemplos de deportistas fogueados en el Cenard, beneficiados por mejoras que, tarde o temprano, les llegaron. En algún tiempo, la carpeta sintética de la cancha hockey estaba tan deteriorada que obligó a que los planteles deambularan por distintos clubes como lugares de entrenamiento. Por fin, en 2016 se colocó una alfombra de la más alta tecnología y la cancha fue certificada por la Federación Internacional de Hockey como "Global", que garantizaba su calidad. En tanto, la Peque, que había sido medallista de bronce en Pekín 2008, también sintió un cambio sensible en 2015, cuando en el gimnasio de judo incorporaron el sistema frío-calor, cuya falta hacía imposible entrenarse a veces y tentaba a resfríos y descompensaciones en el organismo.
El Cenard tiene su origen en la década del ’50, cuando el gobierno de Juan Domingo Perón empezó a considerar el deporte como un valor para la sociedad. Allí funcionó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), hasta que la Revolución Libertadora de 1955 convirtió el predio en tierra arrasada. El Centro de Alto Rendimiento tomó cuerpo tal como se lo conoce hoy en 1989, con los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 95 a la vista. Y fue desde entonces que, en forma zigzagueante, terminó erigiéndose en la fábrica del deporte argentino por excelencia.
En esta mudanza gradual que se prevé, habrá que ver cómo repercutirá el traspaso en los deportistas. Resultaría extraño ver a alguno llorar por el desmantelamiento de las instalaciones; aquí no está en juego la tradición ni se asemeja a derrumbar el Monumental o la Bombonera. A falta del condimento emotivo, sí habrá un lamento por tratarse de un predio que tiene un funcionamiento medianamente aceitado, ubicado en un rincón estratégico de la ciudad y de muy fácil acceso. Además del cambio de paradigma, persistirá una enorme inquietud acerca de si en Villa Soldati se replicarán las condiciones estructurales que hoy dispone el Cenard en Núñez. En definitiva, está en juego buena parte de las carreras de los deportistas; por eso tantas dudas y preocupaciones. Y en la calidad del terreno donde se montarán los nuevos elefantes se abre otro gran interrogante. ¿Inviables en el tiempo?
Antes de esta decisión ya se alzaban las voces críticas. Luis Bruno Barrionuevo, atleta olímpico en Munich 1972, preparador físico, mentor y primer director del Cenard, opinó en cartas de lectores de algunos medios antes de los Juegos Olímpicos de la Juventud: "El Cenard fue incorporando hasta la actualidad diversas instalaciones y reúne muy buenas condiciones para el entrenamiento de distintas disciplinas. El sentido común y el criterio adecuado indicarían que se debería conservar este centro como polo de desarrollo deportivo en la zona norte de la Ciudad, y aprovechar parte de las instalaciones construidas en la zona sur para generar allí otro motor de desarrollo deportivo. Una ciudad multitudinaria, cosmopolita y pujante como Buenos Aires así lo reclama".
Nada más delicado que este gigantesco movimiento de estructuras a lo largo de un año, cuando se tendrán que atender las necesidades e intereses de todos los sectores. Para el deporte argentino, está en juego ni más ni menos que la usina de los futuros campeones.
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