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¿Qué le pasa a River? Los déficit del equipo de Gallardo que lo hacen irregular
Mientras busca a los nombres y el esquema ideal, sigue extrañando a Nacho Fernández (vendido a Brasil); tiene la posesión del balón y genera muchos remates, pero hay partidos en los que le cuesta encontrar la eficacia
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¿Qué hacer para dejar de extrañar a Nacho Fernández? ¿Cómo salir de la irregularidad? ¿Qué planes alternativos buscar cuando el libreto habitual no se puede desplegar? ¿Qué le falta para poder mantener esos destellos de buen fútbol? ¿Cuánto tiempo pasará hasta encontrar el esquema? ¿Cómo podrá adaptar a los nuevos apellidos? ¿Cómo plasmar la ventaja futbolística en el resultado? River está escaso de certezas y repleto de preguntas. A veces, gana, golea y se luce. Otras, pierde sin merecerlo. Y otras, tal como ocurrió en la noche del sábado, no encuentra lucidez para destrabar partidos incómodos. El empate 0-0 con Arsenal no hace más que desnudar todo lo que Marcelo Gallardo ya anunció que deberá trabajar para encontrar una mejor versión.
“A cualquiera se le hace difícil un partido con un rival que te pone dos líneas juntas, pero no me preocupa, me ocupa”, había dicho Gallardo el miércoles pasado sobre lo que había sido el planteo defensivo de Racing en el 0-0 de la fecha pasada. Y a pesar de que Arsenal planteó un 4-4-2 con más despliegue y oportunidades que la Academia en el Monumental, el trámite del juego tuvo un desarrollo similar.
El DT había explicado que necesitaba un equipo “más agresivo, efectivo, con más fluidez, velocidad con la pelota y mejor maniobra en espacio reducido”. Pero no lo pudo concretar en Sarandí. River jugó 4-1-3-2 y volvió a tener el control absoluto de la posesión (74%) y el manejo de los tiempos, pero nunca supo cómo transformar ese dominio en peligro, al punto tal que solo remató cuatro veces al arco de 20 intentos y abusó de los centros sin destino desde las bandas: según Opta, envió 43 pelotas al área y solo conectó cinco. Exprimió las proyecciones de sus laterales Gonzalo Montiel y Fabrizio Angileri. Síntoma absoluto del mareo.
Las chances perdidas con Arsenal
Sigue extrañando a Nacho Fernández
No hay partido en el que el equipo de Gallardo no parezca extrañar a Nacho Fernández. Desde la salida del volante, el DT dispuso cuatro esquemas distintos y sigue buscando la forma de suplir la pérdida del hilo conductor. Agustín Palavecino y Julián Álvarez parecen cartas habituales, pero siguen buscando su rol. Arsenal ocupó bien los espacios y tapó los huecos en el centro del campo y ninguno de los dos hombres de ataque supo cómo generar peligro.
Por eso, el primer cambio del DT fue el ingreso de Jorge Carrascal por Álvarez para jugar los últimos 25 minutos. Buscó romper el cero con gambeta y desequilibrio, eso que tanto le falta. No lo logró, pero el colombiano mostró chispazos de su talento y renovó la energía del equipo. Luego, ingresaron Federico Girotti por Rafael Borré y Agustín Fontana por Palavecino y River terminó ahogando a su rival con cuatro puntas.
Si no pudo ganar, fue por falencias propias. El planteo rival lo obliga por demás, claro. Y en los últimos 19 minutos Arsenal se encargó de resistir tras la expulsión de Brian Farioli. Pero el Millonario volvió a exponer algunos déficits propios de su irregularidad: poca gente en el área, centros en exceso, escasas gambetas y pases filtrados, baja precisión en la puntada final, remates forzados o apresurados, una marcada falta de ingenio y cambios de ritmo para destrabar el juego. Mismo en situaciones con espacios y superioridad numérica.
A pesar de la marcada irregularidad de su equipo y de los déficits que se reiteran, Gallardo no se retiró preocupado de Sarandí. “No somos efectivos en las situaciones que se nos presentan. En estos dos últimos partidos no lo pudimos hacer, pero no me inquieta porque nosotros hacemos goles hacemos mucho. Cuando hay una racha sin convertir, me enfoco en lo que generamos en el juego y eso me deja tranquilo. Las formas y las ideas son muy claras. Somos un equipo que intenta por un lado, por el otro, por adentro, por afuera. Y hoy no fuimos precisos en cinco o seis situaciones que tuvimos. No me voy conforme con controlar el partido, me voy conforme por el rendimiento y la búsqueda”, argumentó el DT, y sentenció: “Me volvería loco no jugar a nada, no tener una identidad. Hasta no consiguiendo los resultados que intentamos, siempre hay algo para rescatar del equipo”.
River domina, juega, lucha, se esfuerza, trabaja y hasta ahoga. Pero le cuesta ser sagaz, pícaro, astuto. No se afirma colectivamente ni lo rescatan las individualidades. Lleva 222 minutos sin marcar, volvió a empatar 0-0 y sigue sumando preguntas sin poder despegar.
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