Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
Qué fue de la vida de Emilse Raponi, la tenista que derrotó a la imparable Steffi Graf y se retiró a los 19 años
Desde hace 45 años vive en Miami, a donde se mudó con su esposo; sus anécdotas con Gabriela Sabatini y el crecimiento que experimentó: “El pasado me gustaba, pero disfruto más esto que vivo”
- 12 minutos de lectura'
Cada tanto, Emilse Raponi tiene algunos reflejos de anglicismos. No es casualidad: vive en Miami, Estados Unidos, desde hace 45 años, a donde se mudó con su esposo Norberto Longo, después de su casamiento, y aprendió a expresarse en inglés. Ahora, cuando se retrotrae al pasado deportivo se ve como “una tenista autodidacta” porque siente que “se hizo sola”, cuando aún no existía la figura del entrenador o coach, como se la conoce hoy. Para ganarle a sus rivales les pedía algunos tips a sus amigas tenistas sobre cómo pegarle a la pelota para enfrentar a las que hoy son las grandes estrellas del tenis femenino.
Entrenamiento. Disciplina. Pasión. Práctica. Amor. Esas, dice, fueron las claves que la ayudaron a tener una carrera digna, por la que hoy, después de tantos años, la recuerdan en las canchas de Sitas, donde se formó. Cuando tenía 12 años aprendió a jugar dobles con “gente grande” y “a los golpes”. Hoy se la considera una de las primeras cinco tenistas argentinas en triunfar en ese deporte, cuando la disciplina era a pulmón, junto a Ivanna Madruga, Claudia Casabianca, Mariana Pérez Roldán y Gabriela Sabatini.
“La verdad que no sé cómo le hice. Creo que tengo que creer en la práctica. Ahora veo mi vida colorida”, dice a LA NACION. Emilse tenía todo lo necesario para convertirse en una gran estrella del tenis argentino: tenía toque, slice y drop, y sus hinchas enloquecían por su estilo de juego. De hecho, un rápido search por las redes sociales dan cuenta de que en su época de gloria había padres que llamaban a sus hijas “Emilse” por ella. A sus 64 años, asegura, está entrenada y si bien dejó de competir profesionalmente, sigue preparada psicológica y mentalmente; además, ha afilado el ojo a través de ejercicios que potencian la visión periférica.
“Antes me gustaba mi pasado, pero ahora me gusta más mi presente. La vida es de crecimiento. Uno tiene que crecer y aportar, ayudar. Esa es mi filosofía de momento. Antes era más egoísta. Estoy mucho más orgullosa de mí en este momento, de todo lo que crecí y todo lo que seguí creciendo. Es algo realmente hermoso. Es como que renací”, asegura.
Allá por 1984, Emilse consiguió dos triunfos importantes en su carrera de los que hoy, más de 30 años después, se habla en el mundo del tenis. El 9 de abril de aquel año se enfrentó por primera vez a Steffi Graf, una de las mejores tenistas de todos los tiempos, en la ronda clasificatoria del Family Circle Magazine Cup, un torneo que se desarrolló en Carolina del Sur. En esa oportunidad no pudo conseguir la tan deseada victoria contra la alemana, que años más tarde se iba a convertir en una de las tenistas más afamadas de la actualidad. La argentina sufrió una estrepitosa caída por 6-3, 6-0 en ese primer encuentro entre ambas, y a sabiendas del tipo de juego que proponía la 22 veces ganadora del Grand Slam, Emilse decidió prepararse técnica y físicamente para el próximo juego.
Caer y volver a levantarse
“La primera vez me agarró y me reventó. La siguiente semana me tocó de vuelta contra ella y le digo a Ivanna Madruga, que era amiga mía: ‘Che, yo no quiero perder contra esta mina. ¿Qué tengo que hacer?”, recuerda con este medio. Ganarle a Graf se convirtió en poco tiempo en una suerte de escollo imposible entre las deportistas que tuvieron que padecerla. La alemana era invencible en la cancha; de hecho, es la primera y la única persona en ganar el verdadero Golden Slam en Seúl.
A sus 15 años, Graf ya era top 80 del mundo y le había dado una paliza a Emilse y a otras tantas deportistas de esa época. Una semana después, las tenistas tenían que verse las caras en el court en el Ponte Vedra Beach, de Florida, pero para ese entonces la argentina se había preparado técnicamente para sacarle alguna ventaja. Solo buscaba eso. “Ivanna me dijo: ‘Bueno, lo que tenés que hacer es levantarle la pelota, tirarle alta, al revés y que no toque la derecha’. Le dije que no jugaba así, pero me dijo: ‘¿Vos querés ganar?’. Haciendo lo que me dijo le gané a Graf. ¡Te das cuenta que eso te ayuda!”, describe. Emilse solo quería tener un partido digno ese día, pero le ganó por 7-5, 5-7, 7-5 a la alemana invencible.
Su hazaña fue laudable, ya que jugaba sin entrenador y no tenía a nadie que la asesorara deportivamente. Tenía solo los consejos de sus amigas, a quienes enfrentaba cada tanto para poder ganar los partidos con rivales internacionales. “Yo vivía en Estados Unidos con mi marido y mi coach estaba en la Argentina. Era autodidacta”, se define. En esa oportunidad y gracias al tip que le dio Ivanna se convirtió en la primera jugadora del país en derrotar a una de las mejores tenistas de todos los tiempos en un evento WTA. Meses más tarde se volvieron a ver las caras en el Roland Garros, pero esa vez cayó 6-2 y 7-6 (2).
La buena racha del año siguió hasta julio, cuando le ganó a una joven Gabriela Sabatini en el ITF de Río de Janeiro por 6-4, 6-1. Estas hazañas la ubicaron como una de las figuras más importantes en la historia del tenis nacional. Fue la primera tenista nacional, y la única además de Sabatini, que logró vencer a la legendaria Nº1 alemana en un torneo profesional de singles, tal y como cita la página Tenistas Argentinas. A través del tenis, dice, aprendió “lo bueno de la vida”, lo que es “ganar y perder”, y a ver estas situaciones desde otro lado. “Estoy en otra frecuencia de la que estaba cuando jugaba. El tenis me ha enseñado buena parte de mi vida. Estoy en entrenamiento con un lifecoach. Hago muchas cosas que no hice antes, que me ayudan en mi crecimiento personal”, indica.
“Cuando me retiré no quería ir a ver los torneos. Era terca. Decidí trabar todo y me propuse no sentir nada y seguir adelante. Era todo miedo y ansiedad. Entonces me di cuenta de que uno elige si es el miedo o amor lo que siente. Vas evolucionando, teniendo compasión por la gente, siendo más flexible y respetuosa de las opiniones”, esclarece. Aparte de jugar al tenis, Emilse da clases en clínicas privadas donde implementa tanto su filosofía de vida como lo que aprendió del tenis a lo largo de sus años de carrera. “Trato de ayudar a la gente joven que me conoce, gente con negocios, con ambiciones. Intento dar lo que me dieron cuando yo jugaba, y no solo con el tenis”, resalta.
Con el tiempo, dice que entendió que la vida es diferente a lo que se piensa o le han puesto en la cabeza. “Estoy contenta y veo las cosas con más claridad. Los años pueden hacerte más hosco o ser más flexible. Ahora, estoy tratando de que haya más flexibilidad en mi cabeza. De cambiar esa mielina vieja que tenía y poner nueva. No pensar solo en ganar o perder, ahora quiero estar ahí presente en la cancha y dar lo mejor de mí en ese momento. Sentir más tranquilidad. Antes me enojaba, ahora ya no. Y veo las cosas de otra forma, más sencillas”, extiende.
La número 1 que haría las cosas de manera diferente
La “necesidad de imponerse” que tenía entonces la llevó a adquirir un personaje que vivía a la defensiva. Ahora, sumergida en una vida apacible y con una filosofía de vida clara, entiende que las cosas no eran lo que pensaba cuando hacía su carrera deportiva. “Si tuviera que volver a hacer las cosas de nuevo, no las haría igual. Estuvo bárbara, sensacional, fui número 1 en la Argentina, estuve entre las mejores 60 del mundo, le gané a Sabatini, a Graf, a Martina Navrátilová, Hana Mandlíková, pero... ahora veo las cosas con más claridad”, dice.
Emilse empezó a jugar al tenis a los 12 años y a los 15 ya viajaba por varios países del mundo para representar a la Argentina. En 1979, cuando tenía 18 años, ya ocupaba el puesto 60 en el mundo, según figura en el ranking WTA. Sin embargo, en ese momento también “estaba sola en el US Open”, instancia en la que competía sin entrenador. Ahora, alejada de la presión propia de los deportistas, sostiene que para jugar la cabeza es todo. Pero también reconoce que es importante contar con la ayuda de un entrenador que guíe a las deportistas.
Un año después, a los 19, abandonó su carrera, se casó y se mudó a Miami junto a su marido Norberto Longo, quien murió en 2003. Su hija, Federica, vive en Australia. “En ese momento vivía la vida a través de los años y el esfuerzo. Entrené mucho e hice un gran esfuerzo, tenía buen estado físico”, señala. Mientras asimilaba “la vida de casada”, se alejó de las competencias internacionales, aunque se entrenaba a diario para estar en estado físico.
Emilse reflexiona sobre el momento puntual en el que decidió casarse y alejarse de las canchas en una etapa culminante como la que atravesaba. Para ella, tenía la cabeza “turbulenta” y aunque cree que pudo haber hecho más, lo que pudo ser ahora solo lo ve como una utopía. “El pasado me gustaba, pero ahora me gusta más esto que vivo. La vida es de crecimiento. En la vida uno tiene que crecer, aportar y ayudar”, manifiesta la extenista que tiene la energía para seguir evolucionando. Su último viaje a la Argentina fue hace cuatro años, dice, y si bien está alejada de los medios y las noticias, le gusta mantener contacto con sus raíces, aunque la pandemia imposibilitó los encuentros personales con sus amigos y familiares.
Protagonista con Sabatini
Emilse fue protagonista del comienzo de la carrera de Sabatini. Cuando ella disfrutaba de las mieles de ser la número uno del país, Gaby, una adolescente de 14 años, comenzaba a competir por su primer torneo de WTA. “Yo lo vi todo eso, ella estaba con Patricio Apey”, recuerda y cuenta que tuvo que mandar a expulsar al coach chileno. “Hubo otro encuentro contra Mary Joe, que es amiga mía y ella no tenía quien la coacheara y yo la ayudé. Yo estaba retirada. Me acuerdo que Gaby jugaba una barbaridad, pero yo ya sabía cómo ganarle, porque ya lo había hecho. Entonces, la ayudé a Mary Joe y la mamá se enojó conmigo”, relata.
En el momento de rescatar a la rival más fuerte que tuvo en su carrera, menciona también a la checoslovaca Martina Navrátilová. “Fue una bestia. En ese momento era como jugar como un hombre. Jugué con ella en el US Open, me tocó en la cancha central en el primer partido, fue en el 1983. Dije: ‘Acá no quiero salir 6-0, 6-0 ‘. La tipa era tremenda. ¡Grandota, buenísima! Desde el principio sabía que estaba al horno, pero traté de no pasar un papelón. Era muy superior. Había que reconocerlo. En cemento era imponente”, dice.
Ahora, alejada de todo reflexiona que su vida “fue bastante colorida” en medio de los múltiples viajes que hacía con su carrera y con las coberturas que hacía su esposo, el periodista deportivo. “El tenis para mí hace 30 años significaba la libertad de salir un poco de los consejos o de lo que mi mamá trataba de implementar. Era poder ser yo. Era evitar escuchar lo que ella quería yo fuera. Fue mi escape, el amor, la pasión, la alegría, la tristeza y la garra”, describe. Pero ahora entiende que “la vida no se vive así” molestándose por cosas irrelevantes. “La relación con mi mamá fue dura, fuerte, pero ahora entendí que lo hacía a través del amor, porque gracias a mi mamá llegué a donde estoy hoy. Ella me enseño a tener muchos valores, disciplina, entrega y entrenamiento”, extiende.
Los mejores tenistas
Tras su retiro se dedicó a entrenar a chicos que recién comienzan en el tenis, aunque no lo hace de manera profesional, sino como un hobby. También entiende que hacerlo implica “guiar a un deportista como una plantita verde, sin flores”. Con el tiempo, para ella el tenis se convirtió en “algo divertido” y que puede entender al mínimo detalle. “Ahora solo veo tenis y me gusta porque ahora tenés que tener técnica, estado físico y cabeza. Lo ves ahí en la gente que se destaca más, que es la que tiene esas cosas balanceadas. Como la polaca Iga Świątek (N°1 WTA), que se contrató a un psicólogo y entrenador”, cuenta. En una lista rápida de los mejores tenistas destaca a Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer, que para ella juegan libre y “no tienen miedo a perder”. “En el tenis moderno se ve todo y en el de antes no. Era distinto. Había tres jugadores que se destacaban ahí arriba y ya. En mi época era jodido, mucho más entrenamiento y ahora es más disciplina”, reflexiona.
Por último, Emilse que está preparando su mudanza a Australia para pasar más tiempo con su hija, considera que al jugar, los deportistas deben evitar “la necesidad del ego y el conflicto”, y que para eso, hay que tener una buena contención con gente que acompañe y ayude en la parte mental, sobre todo en épocas de la masificación de noticias y redes sociales. De su pasado añora poco, asegura, pese a que lo repasa como una película colorida. “Me gusta 1500 millones de veces donde estoy ahora que antes”, sintetiza.
Otras noticias de En las redes
- 1
Polémica en Italia: el bisnieto de Benito Mussolini anotó un gol y el festejo de los hinchas encendió fuertes reacciones
- 2
El show de Luis Enrique en PSG: el entrenador se sorprendió al ver pocos periodistas en la conferencia de prensa
- 3
Racismo: las cuatro futbolistas de River siguen presas en San Pablo y podrían pasar Navidad tras las rejas
- 4
Las confesiones de Julián Álvarez: por qué decidió irse del City, qué aprendió en River y cómo ser uno más pese a los 70 millones de euros