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Pumas 7s: los preparadores físicos que viven 200 días por año con los jugadores y los convierten en “aviones”
“Genéticamente no somos potencia mundial, pero el argentino tiene un montón de condimentos extras”, cree Juan Galarraga, el principal responsable de la puesta a punto del mejor equipo de la temporada
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Son una mezcla entre jugadores de rugby y atletas. Una especialidad de siete jugadores que cubren los mismos espacios que 15. “Rob Horne me dijo «ya no sos un jugador de rugby: ahora sos un atleta». Así que tengo que cambiar mi mentalidad”, explicó hace unos meses Michael Hooper, un histórico de los Wallabies que hizo la transición al seven, con el objetivo de estar en París 2024. “Todo el mundo tiene que pasar la pelota como un medio-scrum; todo el mundo tiene que hacer un poco de esto, un poco de lo otro... La brecha es bastante grande”, agregó el jugador de 32 años. Juan Martín Galarraga, encargado de la preparación física de Pumas 7s, coincide con la apreciación de Hooper. “Estoy 100% de acuerdo. Son atletas; si tenés la suerte de que jueguen bien al rugby, pasa lo que pasa con Argentina hoy. A los jugadores a los que les cuesta la parte física, acá se lesionan y se les hace más difícil. Entonces buscamos atletas por talla, peso, condiciones físicas, y si juegan bien al rugby, mucho mejor”, añadió.
Tras una etapa regular de siete fechas, Pumas 7s finalizó primero y logró el título de la liga del Circuito Mundial de Seven. El próximo fin de semana, en Madrid, se dirimirá el campeón de la temporada, que dará paso a los Juegos Olímpicos de París en la última semana de julio. Detrás del equipo liderado por Santiago Gómez Cora, que aspira a lograr la medalla dorada, hay un grupo de trabajo que recorre el mundo, procurando la mejor forma física de los jugadores. “Con los chicos compartimos hasta 45 horas de avión. Vamos generando vínculos y charlas que van mucho más allá de una lesión o un problema muscular. Tratamos de acompañarlos en todo. Si bien no hay tanta diferencia de edad, tratamos de acompañarlos desde la experiencia de la vida en general”, destacó Julián Ferraris, uno de los fisioterapeutas.
Tanto Galarraga como Ferraris se sumaron al staff luego de los Juegos Olímpicos de Tokio, en la etapa dorada del seven argentino, que incluye segundos puestos en las temporadas 2021/2022 y 2022/2023 y el primero en lo que transcurrió de la 2023/2024. Ambos conversaron para LA NACION en Casa Pumas, junto a Juan Iopolo y Gastón Darritchon, antes de viajar a Madrid, donde el equipo nacional actuará entre el viernes y el domingo. “Es un proceso que viene de largo tiempo, no sólo el rugby sino también la preparación física. Llegar recomendado por Fernando Levy ayudó a no empezar en cero en un proceso que lleva seis años con la misma línea”, reconoció Galarraga, encargado de la preparación física del plantel junto a Iopolo. Después de ocho años de trabajo en San Carlos, pasó a CUBA y luego llegó al seleccionado argentino de juego reducido.
–¿Qué es lo que más te sorprendió del seven?
–La parte que más me llamó la atención es la del entrenamiento de la velocidad. Tuve que instruirme bastante con formación en el atletismo en las academias EXOS y ALTIS de Estados Unidos, que tienen un programa interesante del desarrollo de la velocidad. Estudiamos los métodos y los adaptamos a nuestra realidad, la de jugadores de seven. Vimos mejoras en el corto plazo y seguimos viéndolas en el largo plazo. En el rugby de 15 no tenemos tiempo para trabajar la velocidad. Acá la necesitamos y tenemos que desarrollarla porque los jugadores vienen de muchos años de no trabajarla. También me llamaron la atención la intensidad del juego y la recuperación. Los chicos terminan muy cansados y muy golpeados después de un partido y tenemos que pensar en una competencia a las dos o tres horas. El trabajo en conjunto de los preparadores físicos y los fisioterapeutas para volver a preparar al jugador física y mentalmente para el siguiente desafío es fundamental.
–¿Cómo se prepara un plantel para una temporada tan exigente, con lo más importante, los Juegos Olímpicos, al final?
–Es un desafío muy grande llegar de la mejor manera física a los Juegos Olímpicos. Planteamos una pretemporada de 12 semanas el año pasado, pensando en la exigencia del calendario. Ocho semanas de mucho trabajo físico y cuatro semanas trabajando la parte física y rugbística en conjunto de manera fuerte.
–¿Cómo es el método de trabajo entre torneo y torneo?
–Tenemos una estructura muy marcada por la competencia. Competimos cada cuatro semanas. Una semana nos enfocamos 100% en recuperar a los jugadores del torneo. A la siguiente construimos la parte física, en la que se trabaja la fuerza con muchos metros, sin tanto rugby en la cancha. En la tercera se hace la preparación rugbística, cuando se juntan Santi Gómez Cora y vienen los chicos del interior. Y en la última semana previa al torneo se hace la puesta a punto final. Baja la carga física y nos enfocamos 100% en el torneo.
–¿Cómo es tu rol en el desarrollo de los jugadores?
–Buscamos por peso, talla y métricas. Mi parte es a largo plazo. Necesito tres meses para desarrollar a un chico, armarle un buen plan de preparación, ver si mejora su velocidad y sus condiciones. Hay chicos que están por encima de la media y con poco y nada de entrenamiento de velocidad en el club llegan a números parecidos a los de los jugadores de Pumas 7s; ahí hay un diamante en bruto y hay que trabajarlo. Después, depende mucho de cómo se adaptan y cómo se recuperan. Durante la semana vemos cómo los jugadores van creciendo y se cansan menos. Los chicos que son atletas y tienen capacidad aeróbica durante el transcurso de la semana, en vez de caerse a pedazos, van creciendo y se sienten más cómodos y toman mejores decisiones. En el torneo tenemos seis partidos de muy alta intensidad en 48 horas. Necesitamos que el jugador crezca, porque casi siempre el sexto partido es el más importante.
–Otros países tienen ventaja genética por sobre Argentina.
–En Fiji van cambiando los jugadores y cada vez son más grandes de tamaño, aunque por ahí sin desarrollar. La principal diferencia es la cantidad. Lo mismo en Nueva Zelanda: tiene siete jugadores del tamaño de Agus Fraga y Matteo Graziano... A nosotros nos cuesta más encontrarlos y necesitamos más tiempo para desarrollarlos. Genéticamente no somos potencia mundial, pero el argentino tiene un montón de condimentos extras: el amor por lo que hace, el trabajo, la formación multideportiva de la infancia que nos hace ponernos a la altura de los otros países... Necesitamos tiempo. En procesos olímpicos, gracias a Dios lo tenemos.
Antes de incorporarse a Pumas 7s, Julián Ferraris viajó por el mundo durante tres años como fisioterapeuta de la windsurfista china Peina Chen. Ex jugador de Banco Nación, empezó en el 2021 en el área que comparte con Gastón Darritchon. “Al principio tenía un poco de miedo acerca de cómo era estar en un equipo profesional, con muchos chicos que pretenden lo máximo, pero me recibieron muy bien. Armamos un buen staff”, admitió.
–¿Qué es lo más desafiante que encontraste en el seven?
–Lo más complejo es la exigencia que tiene cada uno de los jugadores para estar impecable. En una disciplina en que hay seis partidos por fin de semana, en el primero ya hay lesiones musculares o esguinces de tobillo, o esguinces de hombro, y todavía queda un fin de semana por delante. Y en muchos casos, otro compromiso a la semana siguiente. Tengo el desafío de hacer que estos chicos entren a la cancha lo mejor posible a las dos horas. Es muy exigente la competencia de seven.
–¿Cómo es el trabajo de recuperación de los jugadores entre partido y partido?
–Cuando hay muchas horas, los jugadores se aplican hielo, se bañan, se cambian, comen y tienen un tiempo de descanso, y después hacemos una nueva activación para el otro partido. Cuando el período es de dos o tres horas, no hay mucho tiempo: el baño de frío es más corto y no se cambian. Comen algo y empiezan. Cuando hay un dolor específico, se lo trabaja. Los chicos, sobre todo los que juegan desde hace más tiempo, están muy acostumbrados a esto y cada uno conoce su cuerpo. Saben que en una rodilla inflamada hay que ponerse hielo, pero otros saben que el hielo no les hace bien, porque cuando tienen que comenzar de nuevo no pueden moverse. Los escucho, sobre todo a jugadores como Gastón Revol, Santi Álvarez y Germán Schulz, que están desde hace más de 10 años en esta rutina. Ellos muchas veces me explican a mí. Pienso que hay que darle herramientas al jugador para que tome la mejor decisión.
–¿Cómo es el vínculo de trabajo con Gómez Cora?
–Santi tiene una presencia muy importante. Desde las primeras charlas que tuve, sentí que hay que estar a la altura del staff y de los jugadores. Desde el primer día me dio confianza absoluta y me dijo que él necesitaba soluciones, respuestas, mensajes claros y definidos: “Tal jugador no puede jugar”, “este otro puede jugar dos minutos” o “con el otro tenemos que hacer un trabajo particular”. Necesita información clara.
El susto por la lesión de Marcos Moneta
Una de las imágenes más impactantes de la temporada fue la de Marcos Moneta en Hong Kong, alzado por Ferraris, dejando desconsolado la cancha, con el pie derecho cubierto de hielo. Su lesión, sufrida en la primera jugada frente a Estados Unidos, fue un mazazo para Pumas 7s, que sintió el golpe anímico en tierra asiática. Luego de su vuelta a la Argentina y de los estudios, supieron que no había ligamentos implicados en la rotura de peroné, y El Rayo llegará bien a París.
“El momento de la lesión de Moneta fue durísimo. No pensé que iba a ser tan grave, pero después de estar tanto tiempo con los chicos, uno va conociéndolos y sabe cómo reacciona cada uno frente a cada escenario. Marcos no suele ser exagerado; cuando le duele algo, le duele de verdad. Nuestro trabajo es muy rápido: entramos y asistimos al jugador, y el partido sigue. Las demandas siguen. En el momento pensé que había sido un esguince, pero después, cuando me manifestó lo que le pasaba y me dijo «Juli, no puedo pisar», lo llevé a caballito hasta la enfermería. Por suerte ahora está recuperándose y le da alegría al equipo”, contó Ferraris.
En una temporada que abarca giras por varios continentes y viajes de más de 30 horas, los argentinos comparten más de medio año. “Vivimos juntos 200 días del año. Acompañamos a los jugadores para que estén contenidos y puedan afrontar el desafío”, destacó Galarraga. “Acompañamos mucho a los chicos por fuera de nuestro trabajo puntual. No sólo al jugador, sino también a la persona, que necesita algo más que el resto. Es un grupo humano muy lindo, que se desafía constantemente para lograr desde acciones chicas hasta resultados grandes. Lo que se pone en la cabeza, lo logra”, subrayó, por su parte, Ferraris.
El equipo detrás del equipo que finalizó primero en el tramo regular del tour ya está en Madrid y tratará de coronar una temporada brillante.
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