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Se largó el polo en Inglaterra: qué comentaron los jugadores argentinos sobre las nuevas medidas
Veintitrés grados centígrados, algunos ratos de sol y 0% de posibilidades de lluvia son condiciones climáticas muy valorables en Reino Unido. Y así, como si el clima le diera la bienvenida, el polo oficial se reanudó luego de unos meses en pausa por la pandemia de coronavirus, con un partido mucho más observado por las autoridades gubernamentales que por espectadores en Holyport, 42 kilómetros al oeste de Londres.
Justo en un día en que se abrieron más negocios, empezó la disputa del trofeo Príncipe de Gales, con tres argentinos en la cancha y unos cuantas medidas de prevención, más estrictas que numerosas, para un polo profesional que, excepcionalmente para el deporte en Inglaterra, tiene permitida la participación de amateurs, sólo si se trata de los patrones, los dueños de los equipos, que solventan la actividad.
Bartolomé Castagnola (h.) y Alejandro Muzzio, que reemplaza a Camilo Castagnola (fracturado en una pierna), actuaron por Les Lions, que venció en su cancha a Polo Stud Schockemöhle, el equipo de Diego Cavanagh y el chileno Jaime García Huidobro, por 13 a 7. El partido inauguró un certamen de 22 goles de handicap, el más alto nivel que existe en Europa, pero por algunos detalles pareció un amistoso: jugadores con pantalones oscuros (los blancos son los "oficiales") y la falta de espectadores le dieron un tono de práctica. Ni siquiera algunos polistas que alojan caballos en Les Lions fueron autorizados a presenciar el encuentro. La idea es que al menos este primer campeonato sirva más como prueba sanitaria que como torneo competitivo, porque el polo necesita hacer buena letra para justificar el permiso especial que se le otorgó, ante quejas de otros deportes ecuestres por la presencia de amateurs en las canchas.
"Si el gobierno británico habilitó, está todo bien. Eso un buen síntoma en términos generales. Esperemos siga todo en esta racha", respondió a LA NACION Cavanagh, de 8 goles de valorización y hombre de La Dolfina Polo Ranch en la Triple Corona de Buenos Aires. Este martes, en Inglaterra, los protagonistas venían de superar exámenes de coronavirus y se les tomó la temperatura cuando llegaron al lugar. Además, se les pidió no estar a menos de un metro de nadie, salvo en el juego en sí, claro, y sus petiseros (hasta cuatro por polista, que puede utilizar hasta diez caballos) usaron barbijos y guantes. Los propios jugadores llevaron una suerte de tapabocas, incluso durante el partido. "Hay que acostumbrarse al barbijo, que es bastante incómodo, pero todo bien", apuntó Cavanagh. Muzzio dio precisiones: "Es como un cuello, que, bien puesto, empaña un poco los anteojos. Pero cuando se está por empezar uno se lo baja un poco y juega sin problemas".
En lo deportivo, para evitar la situación de mayor contacto físico en el polo, el throw-in, el encuentro se abrió con un penal en las 60 yardas propias (por sorteo, lo ejecutó Les Lions; estaba previsto un penal de media cancha, pero se modificó esa variante) y el mismo recurso fue utilizado para reiniciar el juego luego de cada gol, a cargo del equipo que recibió el tanto. "A los 20 segundos ya sacaba el contrario, y eso es un poco apresurado. El throw-in les daba un poco de respiro a los caballos. A esa regla no la veo como buena alternativa para el animal", opinó Muzzio, de 7 de handicap.
Los referís fueron minuciosos al no permitir marcarse antes de que la bocha fuera puesta en juego tras cada interrupción, para cumplir una norma que, por cierto, ya existía. Novedades reglamentarias más técnicas, que en este certamen están a prueba, como la de seguir jugando hasta el segundo campanazo en los 30 segundos adicionales de cada chukker en lugar de terminar el período si existe un corte, encontraron un poco descolocados a los polistas, que terminaron adaptándose. "Jugamos prácticas con esas reglas para ir ensayando, pero sí, al principio uno se pierde un poco", comentó ante LA NACION Muzzio, delantero de Mar del Plata con pasado reciente en la Triple Corona argentina.
En fin. Hay sensación de que la estrictez sanitaria es extrema en el polo, quizás innecesariamente extrema, cuando la población británica aparece ya bastante despreocupada en sus cuidados. Pero no existen cuestionamientos, sino alegría por el regreso de la actividad. "Lo positivo es que se arrancó. Que se juegue ya saca un poco de la paranoia de esta situación", se alivió Muzzio. Y Cavanagh agregó: "Dadas las condiciones, ya estar jugando es un privilegio. Empezaron muchos deportes con sus protocolos, así que hay que acostumbrarse y estar agradecidos de que podemos meterle".
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