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Mackenzie Weisz tiene 18 años y es uno de los jóvenes talentos que mostraron sus cualidades en el Abierto del Jockey Club. A pesar de esas virtudes, ninguno de ellos logró llegar a la final que se jugará este sábado, ya que La Hache, el equipo de los hermanos Ulloa y Gonzalito Pieres, derrotó por 10-7 a BP Polo, el de Adolfito Cambiaso que esta vez contó con Camilo Castagnola y Gonzalo Ferrari, y porque La Dolfina, que tuvo brillantes actuaciones de Lucas Monteverde (n.) y Adolfo Cambiaso (n.), quedó eliminado a pesar de vencer por 13-9 a Ellerstina Pilot, que formó con Facundo y Nicolás Pieres, Matías Torres Zavaleta y el joven Weisz.
Haberse destacado en la tercera fecha del certamen no les garantizó a los chicos avanzar en el torneo cuyo otro finalista es La Ensenada (libre este martes en el grupo B), pero seguramente capitalizarán esta experiencia. Así lo siente Weisz, nacido en Wellington, Palm Beach, Estados Unidos, que tras anotar cuatro de los nueve goles de la Z a La Dolfina contó sus sensaciones para LA NACION. “La verdad es que es impresionante. Tengo mucha suerte de haber jugado en este equipo y con esta caballada. Todo muy bueno”, expresó con un acento bien argentino, al punto de que habría que solicitarle el pasaporte para constatar que no es de aquí...
Comenzó a jugar de muy chico y hace cuatro años vino a disputar la Copa Los Potrillos. Más allá de que el “norte” del polo sea la Argentina, su conexión con el país está también ligada a los afectos. Andrés Weisz, su padre, es nacido en esta tierra y se inició en Mar del Plata Polo Club. En 1988 se mudó a Buenos Aires para trabajar como piloto con Luis Lalor, hasta que dos años más tarde el polo lo llevó a incursionar en Estados Unidos y después de un tiempo yendo y viniendo conoció a su ahora esposa, Heather, neoyorquina, con la que tuvo tres hijos. Su handicap llegó a ser de 6 goles y siente que su hijo, que tiene 4, va camino a hacer una gran carrera: “¡Menos mal que no sacó nada de mí!”, bromeó Andrés, aunque sí se adjudica haberle transmitido su pasión.
Mackenzie disfrutó mucho jugar contra Lukín Monteverde y Poroto Cambiaso, como también ser parte del conjunto de los Pieres. “Ellos me mandan adelante para estirar el equipo. Siempre me dan indicaciones, y hay que aprender de cada oportunidad como ésta”, valoró el adolescente. ¿Cómo surgió la chance de compartir la cancha con semejantes compañeros? “Había jugado con Nico Pieres en Palm Beach y estábamos en Inglaterra cuando, de un día al otro, Facu me dijo de jugar este torneo”, contó. Vestir la camiseta de Ellerstina es para pocos, y Weisz ya saca sus conclusiones: “Siempre, después de jugar los partidos, miro atrás y digo ‘acá podría haber hecho esto’ o ‘lo otro’. Y ahí está la posibilidad de mejorar”. El joven estadounidense confía en su talento, sin perder de vista lo que los consagrados pueden aportarle. Invalorable.
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