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Viejitos piolas: los +40 que deslumbran en el torneo más importante del mundo
Ocho jugadores superan esa edad, que antes suponía un límite para ser competitivos en un deporte de tanta exigencia; los secretos del Ruso Heguy, Cambiaso, Sebastián Merlos...
En total, son ocho los jugadores de 40 o más años que participaron del Argentino Abierto, y solamente Marcos Di Paola, con Magual, debió sortear la etapa clasificatoria.
Al ser consultados por LA NACIÓN, todos coinciden en que la clave para permanecer competitivos en el tiempo es la organización. Palabras más, palabras menos, ésa es la principal razón por la cual a los más jóvenes les cuesta dar ese salto de calidad que les exige pertenecer a la elite del polo mundial.
"Nosotros estamos instalados en un equipo bien organizado y por eso podemos competir contra los más jóvenes, ésa es la realidad. Por la organización, más que nada", explica Adolfo Cambiaso, que con 40 años acaba de entrar en este grupo. "Siempre es difícil pegar el salto de 5 a 7 goles. Los chicos se tienen que adaptar a una organización grande para que tengan más facilidades de llegar", agrega.
Chapaleufú, con 45,5 años, tiene el promedio de edad más alto del torneo
Si de caballos se trata, una palabra autorizada es la de Eduardo Heguy. El Ruso, que con 49 años completó su 30° Abierto, es el único polista cuya cría le pertenece íntegramente, a excepción de una yegua. "Si no estuviésemos bien montados no podríamos estar compitiendo con jugadores a los que les llevamos muchísimos años. Somos fanáticos de los caballos. Hemos criado toda la vida y eso da sus frutos", detalla el back de Chapaleufú, el equipo más veterano del torneo, con un promedio de edad de 45,5 años.
Eduardo Novillo Astrada, que con 43 años lidera las Las Monjitas, profundiza ese concepto: "No es fácil organizar los caballos, saber elegirlos y prepararlos para jugar este polo. Lo que aprendí en mi paso por Ellerstina es que siempre hay que mejorar en caballos. Gonzalo Pieres decía que si un caballo es bueno, hay que comprarlo, y que hay que estar buscándolos siempre. Ésa fue su principal enseñanza y lo voy a seguir haciendo".
Otro factor clave es la motivación. "¿Hay algún programa más lindo en el mundo para hacer en esta época? Jugar en el centro de Buenos Aires, en esta cancha, en este escenario, este polo. Es un lujo, un placer", enumera Pepe Heguy, de 48 años, que, como su hermano Eduardo, como su hermano Eduardo, también cumplió 30 Abiertos este año.
"En lo personal, me siento de menos de 40", dice entre risas Sebastián Merlos, y al igual que su compañero en Las Monjitas, destaca las ganas que se necesitan para estar buscando siempre los mejores caballos: "Nosotros recorríamos el país para conseguir una yegua buena y hoy pocos hacen eso. Por ahí en nuestra generación teníamos un poquito más de pasión". Justamente Merlos dejó de jugar de titular durante dos años para "recuperar esa motivación".
¿Hay algún programa más lindo en el mundo para hacer en esta época? Jugar en el centro de Buenos Aires, en esta cancha, en este escenario, este polo. Es un lujo, un placer
La mayoría de los veteranos coincide en que la necesidad de tratar de progresar afuera va en detrimento de cualquier tipo de aspiración en la Triple Corona. Ignacio Heguy, el más joven de los jugadores de Chapaleufú, con 42 años, lo grafica de la mejor manera :"Entrar acá es un compromiso, porque tenés que tener un lote de 15 caballos jugando solamente el Abierto. Esto, para un equipo chico, es un comedero de caballos. Por ahí tenés tres caballos para llevarte afuera y se te quedaron acá", explica con contundencia, y agrega: "Por ahí llegás a los 7 goles y entrás en el interrogante de viajar para vivir o apostar todo a comprar nuevos caballos. Es una barrera muy difícil. Está bien que era otra época, pero antes no pensabas ni en la plata, sólo en jugar".
"Fue mucho tiempo de trabajo y de ir tratando de no vender. Hoy en día los jugadores no tienen ese tiempo y se llevan los caballos. Es una cuestión personal. A veces hay que irse afuera, pero también podés elegir guardarte los caballos para jugar acá", cuenta Marcos Di Paola, de 41 años, el único del grupo que este año pasó por la clasificación.
"Como el Abierto no da plata, los chicos se tienen que llevar los caballos y se les hace difícil organizarse para poder jugar en Palermo. Ahí tenemos ventaja los que no viajamos tanto y nos divierte jugar acá. Nos guardamos todo para esta etapa", cuenta Pepe Heguy, quien le atribuye esto en gran medida a la situación del país: "Es un círculo vicioso. Como no hay plata, se tienen que llevar todo afuera y así nunca van a superar la clasificación. Si las cosas mejoran, van a poder ganar plata acá y tal vez puedan viajar menos para dedicarse a jugar el Abierto".
Cuidar el cuerpo para resistir ante los jóvenes
¿Cómo es el cuidado de alguien que tiene que enfrentarse con otro al que en algunos casos duplica en edad? "Ahora hago un régimen especial. Abandoné el gluten y las pastas y eso me está ayudando; me siento mucho más fuerte. Creo que los más grandes venimos cuidándonos y tomando esto bastante en serio", cuenta Eduardo Novillo Astrada. El resto, aunque no tiene una dieta en particular, concuerda en la importancia de cuidarse más con las comidas y de ejercitarse a menudo.
A modo de desafío, muchos de estos polistas creen que el recambio no se dará hasta que los más jóvenes los superen en la cancha. "Creo que, como en todos los deportes, hay generaciones. La nuestra fue muy buena y tal vez ahora no lo son tanto. Por ahí habrá que esperar hasta que surja otra", comenta Bautista Heguy, de 44 años.
"Para que una nueva camada surja nos van a tener que bajar primero a nosotros, pero capaz todavía no pueden. Que nos retiren ellos. La cosa es así, nosotros lo hicimos con los más grandes y ahora los chicos tendrán que hacerlo con nosotros. Deberán pensar y ver qué esfuerzo extra tienen que hacer para lograrlo", dice Eduardo Novillo Astrada.
Cambiaso se muestra en la misma sintonía aunque con algún matiz: "Veo chicos que juegan muy bien, aunque es verdad que por ahí en las camadas del medio faltan algunos jugadores. Por suerte, los viejos nos estamos manteniendo", cierra con una sonrisa.
Puede ser la organización, la necesidad de irse con los mejores caballos a progresar económicamente en el exterior, la experiencia o simplemente el hecho de que no haya surgido una camada superior, pero lo cierto es que los chicos todavía no han podido superarlos. Como reza el dicho, "viejo es el viento y sigue soplando...".
gc/ae
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