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Polo. Pablo Mac Donough y las razones por las que decidió irse de La Dolfina y cerrar una década inolvidable junto con Adolfo Cambiaso
"¿Qué van a hacer el año que viene?"
La pandemia había marcado el curso de 2020. En medio del dolor, la angustia y la incertidumbre en el mundo, el deporte se reacomodaba como podía y analizaba coyunturas. Todavía no se hablaba de la llegada de vacunas. ¿Se juega? ¿No se juega? "Primero debería arrancar el fútbol. No podemos jugar al polo si antes no hay señales de otros lados. Sería una falta de respeto", decían algunos referentes del polo argentino. Y en medio de esa espera, la pregunta que era todo un presagio.
RS Murus Sanctus todavía no había comenzado su nuevo proyecto (Facundo Sola, Francisco Elizalde, Guillermo Caset y Alfredo Cappella Barabucci) cuando ya apuntaba al próximo, mucho más ambicioso. Porque todo indicaba que, en caso de jugarse la Triple Corona, sería la última función de una de las mejores formaciones de la historia: La Dolfina. Ya Adolfo Cambiaso había hecho conocer que quería jugar con Poroto, su hijo, y que David Stirling los acompañaría. Y aunque después llegó a replantearse la idea, de si no era mejor esperar un año más, la disolución de la formación era una posibilidad concreta.
La pregunta a Pablo Mac Donough y a Juan Martín Nero provino de dos de los hombres de RS Murus Sanctus: Facundo Sola y Guillermo Caset. Tres meses después, los cuatro serían parte del proyecto 2021. Una decisión compleja para los hombres de La Dolfina, sin dudas. Y que tomaron días después de ganar por octava vez consecutiva el Abierto de Palermo y la novena en diez años inolvidables.
Hoy en West Palm Beach, en Florida, donde está participando en la World Polo League, Mac Donough (flamantes 39 años, 11 veces campeón del Argentino Abierto y ganador de 4 Triples Coronas), repasa con LA NACION lo que fue la despedida y la ilusión por el nuevo proyecto.
–El tema se venía hablando desde hacía varios meses. Después, parecía que seguían otro año. ¿Cuándo empezaste a sentir que era la hora de partir de un equipo como La Dolfina?
–En mi cabeza, lo empecé a pensar hace tres años. Después del quinto Abierto seguido ganado, a fines de 2017. Ya llevábamos siete años juntos, nos iba muy bien y te decís: "Esto no va a durar toda la vida. Ni 20 años. En algún momento hay que ponerle un corte". Siempre tenés la duda sobre en qué momento te conviene salir, pero de un equipo así te querés ir estando arriba. Sí, hacía unos años que lo tenía en mente.
–Por como sos vos, ¿cuánto te cuesta cortar un vínculo así? ¿O sos de dar vuelta rápido la página?
–Es lindo estar en esa situación, con muchas chances de ganar, pero al mismo tiempo cualquier cosa que no fuera ganar el Abierto lo sentía como una desilusión muy grande. Y eso te va generando presión. Y te vas preguntando: "¿Qué necesidad hay de seguir presionándote cuando ya habíamos ganado tanto?". La decisión obvio que es difícil, muy difícil. Irme habiendo ganado fue lo mejor, te queda para siempre. Si arriesgás uno o dos años más y perdés... Te quedás con la intriga de porqué no te fuiste. Hoy, ya con la decisión tomada, no tengo arrepentimiento alguno. Fue el momento justo para salir. Me siento tranquilo conmigo, en paz con la decisión que tomé.
–¿Para vos fue más fácil salir de Ellerstina en 2010 o de La Dolfina ahora?
–Fueron dos cosas distintas. Esta fue después de haber ganado muchos años y la de Ellerstina fue una decisión más personal en un momento que yo sentía que tenía que dar un paso al costado. Fui parte y estuve de acuerdo en su momento cuando se dio el cambio en el equipo en 2008 y entró Juanma (Nero) por mi hermano Matías, y después creí también que era el momento para salir cuando se sabía que no íbamos a seguir jugando con el mismo equipo para 2011. Un tiempo después surgió lo de La Dolfina y se creó este equipo. Es muy difícil comparar. Son dos decisiones distintas, pero muy difíciles las dos.
–Llevás 13 años jugando con Juanma Nero. ¿Qué es lo que hace tan especial esa combinación entre ustedes?
–Con Juanma nos conocemos desde muy chicos. A los 9 años, vino un fin de semana y jugamos un torneo juntos. Mi viejo se llevaba muy bien con el de él, se conocen de toda la vida. Después, llevamos 11 años como compañeros. Evidentemente me siento muy cómodo jugando con él y fue una buena combinación. Estoy hablando seguramente del mejor back de la historia y como número 3 corro con ventaja jugando con alguien de su capacidad.
–Cuando al promediar el año Adolfito empezó a decir que se merecían una despedida con gente en las tribunas, en otro contexto, un año normal, ¿dudaste sobre qué hacer?
–Sí, eso para mi fue un punto bastante importante. Lo he consultado con mi mujer, con algún amigo, y por ahí algunos dicen "sí, hubiese sido lindo", y otros le dan cero importancia. Para mi era importante, que la gente reconociera de alguna manera lo que fue La Dolfina en los últimos diez años, y eso obvio son cosas que no se te dan mucho en la vida. Por ahí hubiese sido lindo vivirlo, pero todo no se puede. Si pensás en la cantidad de cosas que le hizo la pandemia al mundo, no me voy a andar quejando porque el equipo no se pudo despedir con público. Había cosas más importantes, y por ahí el hecho de terminar arriba me empujó más a la decisión de salir. Decisión que realmente se tomó cuando se terminó el Abierto. Hasta ese punto parecía que sí, que nos íbamos a dividir, y era lo que más o menos estaba hablado o pensado por todos, pero la decisión final-final y sin retorno, se tomó dos o tres días después de terminado el Abierto.
–Llegamos al tema. ¿Por qué se fueron?
–Lo que te decía: un equipo al que le fue tan bien durante 10 años y por el hecho de terminar arriba. O buscar motivaciones nuevas. No me costaba seguir jugando para La Dolfina. Pero sí es una realidad que las presiones van aumentando y a medida que pasa el tiempo es más lo que tenés para perder que para ganar. Fueron 8 años en Ellerstina, 10 en La Dolfina. Son 18 años en las dos mejores organizaciones del país de los últimos 20 años. Entonces, también querés ver, darte una oportunidad para ver si podés ganar desde otro lugar.
–¿Cual fue el primer contacto que tuvieron con Murus Sanctus?
–Cuando se empezó a rumorear que era el último año de La Dolfina, en algún cruce, alguna pregunta del Sapo (Caset), de Facu (Sola), "¿Ché, qué van a hacer el año que viene?". Eran los dos jugadores, las opciones más firmes que había. Pero como dije, no se habló ni se cerró hasta que se terminó el Abierto. Fueron dos días de muchas conversaciones. Pero sí, antes de que incluso comenzara la temporada, cuando se presumía que no íbamos a seguir, nos preguntaron eso sobre nuestro futuro.
–¿Por qué pesó más la decisión de ir a Murus?
–Por el hecho de juntarnos con dos jugadores de mucho nivel, que están muy organizados, y sabemos lo que cuesta eso para estar al nivel de un equipo que tiene chances de ganar el Abierto, sumado a tener a Murus como apoyo con caballos, organización y demás. Es un plus que nos da a los cuatro juntos. Es una buena forma de explotar un buen equipo, Para eso está Murus.
–Hace unas semanas se juntaron con Adolfo Cambiaso ahí en Palm Beach vos y Nero. ¿Qué sensaciones te dejó el reencuentro?
–Fuimos a comer a la casa de Juanma. Fue un encuentro como los de siempre. Estos 10 años han generado una relación bastante cercana y obvio que por no jugar ya juntos no vamos a dejar de salir a comer como lo hicimos todo este tiempo. Eso no va a cambiar.
–Hace unos meses, en una nota, Juancarlitos Harriott decía que uno de los secretos de Coronel Suárez era no hablar en caliente en los palenques después de los partidos, sino recién el martes en las caballerizas. ¿A ustedes les pasó algo similar o alguna vez estuvieron cerca del roce, de la ruptura? ¿Llevaron en armonía los 10 años?
–Como equipo, siempre lo digo, el año que más podríamos haber tenido un roce fue el 2012, cuando perdimos la final de Palermo con Ellerstina. Ese año demostramos que como equipo estábamos muy juntos y muy fuertes. Nos juntamos a los 3 días, a hablar un poco, a decirnos todo, y Adolfito dijo que creía que teníamos un equipo para que nos fuera bien muchos años. Esa dura derrota fue el puntapié inicial para mejorar todos en lo que podíamos. Obvio que ganar ayuda, pero fueron muy pocas las cosas que nos tuvimos que decir en esos diez años.
–Fue un año complejo, por el tema de las lesiones, el contexto atípico, y cuando parecía que todo se complicaba demasiado, terminaron ganando Palermo. ¿Por qué pasó? El equipo estaba, pero es muy difícil ponerlo a punto para dos partidos.
–Una cosa es arrancar en Tortugas, cuando te faltan dos torneos, los caballos vienen pesados, uno viene con la mentalidad de que todavía hay que ponerse, y otra tener que jugarte cuando te quedan 15 días para la final del Abierto. Tuvimos un partido que nos costó perder, que fue el de Murus, pero después sabíamos que no había que poner más excusas ni nada. La final costó muchísimo, era para cualquiera, y nos la rebuscamos para llegar al octavo chukker ahí en el tablero contra un equipo como Ellerstina, que venía muy bien. Y el último chukker lo jugamos casi perfecto.
–Ante La Natividad, en la semifinal, deben haber jugado el mejor partido del ciclo. Dejaron una imagen convincente en un momento necesario. ¿Qué fue lo que cambió?
–Saber que no te quedan más cartuchos. Uno entra con una mentalidad distinta cuando sabés que si perdés, te quedás afuera. Sos consciente de que no te queda otra, y entonces uno empieza a andar más rápido, a pegarle mejor. Es difícil de explicar. El momento saca lo mejor de cada uno.
–La convocatoria a Milo Fernández Araujo, el coach de siempre, para que volviera estando ahora tu hermano Matías en esa función, ¿te puso incómodo? Cómo lo tomó Mati?
–Lo tomó bien. Fue una idea para terminar con Milo, que había sido muy importante en estos 10 años. Si se venía el final del equipo, era lindo terminar junto con Milo. Y en un momento así, que veníamos fuera de ritmo, por ahí una palabra de afuera, para sumarle a lo que nos venía diciendo Matías, o consejos diferentes como los que te da Milo, viene bien. No fue ni un tema de conflicto. Apenas se lo comenté a mi hermano, me dijo: "Es la mejor idea. Hasta yo les iba a preguntar si no lo querían llamar". Estaba cien por ciento de acuerdo con que se sumara Milo a esa parte final de Palermo.
–Te diste un abrazo interminable con Pelón Stirling tras ganar Palermo. Él se quebró incluso. ¿Que se dijeron? ¿Te quería convencer de seguir?
–No hubo ni una palabra. Con Pelón he logrado una gran amistad. Obvio que el hecho de creer que era el ultimo partido juntos hace que te des un abrazo distinto. Nunca lo pensé. Se dio así. Fue un momento lindo, lo considero un gran amigo, siempre está. Sobre todo cuando se murió mi viejo estuvo muy presente de una manera increíble y eso me va a quedar para toda la vida. Ese abrazo resume mucho de la amistad que tenemos y lo que fueron esos 10 años jugando juntos.
–Jugaron un último chukker perfecto en una final que no sólo era sin gente, sino que había un viento imposible, arena que volaba, la cancha en mal estado. Entran abajo por un gol al último. ¿Qué hablaron en ese descanso del 7° al 8°?
–Yo me fui al palenque pensando que íbamos perdiendo por dos. De milagro no entró esa pelota (NdR: tiro de Facundo Pieres que entró, pero la campana sonó antes y anuló la acción). Le deben haber faltado centímetros. En televisión se vio claramente que no fue gol, pero me fui al palenque pensando que sí lo había sido. Lo tenía a Adolfito al lado y me decía "Vamos, no pasa nada". ¡Yo me quería matar! Llegamos ahí y estábamos increíblemente muy tranquilos los cuatro. Casi que no hablamos. Si te ponés muy loco y nervioso en ese momento no creo que te favorezca. Te olvidás de todo. Lo único que querés es jugar bien ese chukker para llevarte el partido. Y entramos los cuatro muy en la misma para que se pudiera dar de esa forma.
–¿En algún momento imaginaste una carrera así, con 11 títulos en Palermo y 4 Triples Coronas?
–No, sería muy loco, osado de mi parte decir que me imaginé una carrera semejante. Para nada. Siempre tuve muchas ganas de jugarlo y de ganarlo, pero el hecho de haber estado en equipos tan trascendentales y con compañeros muy buenos en estos 18 años, te da la chance de meterte en más finales y más posibilidades de ganarlas. Es una combinación de factores. Pero no me imaginaba ganar 11 veces Palermo.
–Si pensás un proyecto propio como La Irenita, tu club, ¿te lo imaginás como un equipo poderoso o sólo para participar? Y si fuese esta última variante, ¿cómo bajarías de pretensiones cuando ganaste todo lo que ganaste?
–Hoy no me planteo ponerme en un lugar con menos pretensiones. Si me decís mi sueño, sí, es jugar con La Irenita con una formación para ganar el Abierto. Me encantaría. Por ahora no se está dando y a medida de que pasa el tiempo se hace más difícil. Hoy estoy pensando en el 2021 y de hacer lo mejor este año con Murus Sanctus. En el futuro se verá.
–¿Qué es Murus Sanctus, para qué está?
–Es un equipo que está..., la idea es ganar el Abierto y se va a hacer todo lo posible para lograr ese objetivo. Están los jugadores, la organización, los caballos. Hay que mejorar todo lo que se pueda y deba para tener la mayor chance de ganar el Abierto. El objetivo es ese.
–¿El tema del 1 y el 2 te preocupa en algo o ves que hay variedad para que se adapte el que le toque en cada puesto?
–Tenemos bastantes posibilidades de rotar y de ser un equipo en el que juguemos todos en varias posiciones. Lo charlado, teniendo a Juanma y a mi que venimos jugando en estas posiciones hace 13 años, es que no sería bueno cambiar. Con Sapo y Facu se verá. Habrá que probar. Ver qué caballada tiene cada uno, donde se sienten más cómodos. Es un primer año y no te vas a adaptar en un partido, pero nos tenemos mucha fe para agarrar funcionamiento rápido.
–¿Ellerstina tiene ventaja?
–Tiene la ventaja de haber jugado ya un año con este equipo, pero todos vamos a estar queriendo ganar torneos. Los Castagnola ya están más sólidos, con Polito Pieres y Nachi Du Plessis ya tuvieron un año que seguramente habrán capitalizado y van a jugar mejor. La Dolfina, con Adolfito, siempre es un equipo que es candidato, sea como sea. Y están Murus y Ellerstina. Por primera vez en mucho tiempo habrá varios equipos arriba que harán todo más parejo.
–Ya viviste en 2011, cuando te fuiste de Ellerstina, lo que era jugar contra Facu y Gonzalito Pieres. ¿Cómo imaginás el primer cruce con Adolfito y Pelón?
–La primera vez un poco raro va a ser, sí, porque fueron 10 años jugando para La Dolfina. Pero estamos muy acostumbrados a jugar en contra en el exterior. Es un ejercicio que hacemos desde siempre, como profesionales de polo, cuando viajás y jugás en contra de tus propios compañeros por todos lados. No es algo que nos vaya a sorprender. Obvio que cada uno va a estar tirando para su lado y queriendo ganar, pero eso no quita que una relación tenga que cambiar.
–Lo tuviste como rival, una década de compañero. ¿Qué representa Cambiaso en tu carrera?
–Muchísimo. Porque incluso cuando estaba en Ellerstina, me dio la oportunidad de jugar con él en Inglaterra en 2010 y nos fue muy bien con Dubai. Es el mejor de la historia, y si ponés juntas todas las temporadas de afuera y de la Argentina, es lejos el más exitoso. Estoy contento de haber sido parte del ciclo más exitoso de La Dolfina y compartido diez años equipo con el mejor de todos. Aprendí muchísimas cosas con él.
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