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Juan Martín Nero quiere estar en Palermo, pero dice sobre La Dolfina: "No sé si con Poroto Cambiaso no va a jugar mejor todavía"
Ese domingo 11 de octubre de 2020 no fue parecido a aquel sábado 14 de diciembre de 2019, cuando su brutal caída en la cancha 1 de Palermo, en plena final con Ellerstina, paralizó los corazones de 13.000 personas. Pero Juan Martín Nero lo sintió peor... "Nooooo, el golpe del año pasado fue nada al lado de éste. En cuanto a dolor, te diría que incomparable. En la caída de la final después me pude subir al caballo y anduve un rato. Acá no me podía subir ni de pedo", asegura.
Con 39 años, 10 de handicap y 10 títulos en el Campeonato Argentino Abierto, casado con Josefina Aldanondo y con tres hijos (Lorenzo, Isabel y Victoria), Nero viene golpeado desde aquel aterrizaje forzoso cuando entró jugadísimo en una acción con Nicolás Pieres, de Ellerstina, rodó, impactó de lleno contra el piso y la yegua le pasó por arriba con sus 500 kilos. Fue atendido, volvió al palenque, regresó a la cancha con el peroné fracturado y jugó 2 minutos más muy mareado, tomando un riesgo excesivo.Festejó el séptuple título seguido con La Dolfina, a los pocos días lo operaron, y en Estados Unidos, ya en enero, volvió a quebrarse casi en la misma zona. Y no sólo eso: tiempo más tarde, la rodilla lo mandó de nuevo al quirófano por un añejo problema de meniscos nunca tratado.
La doble fractura (clavícula y muñeca izquierdas), cuarto paso por el quirófano en 10 meses, no sólo cambió el mapa y las sensaciones del equipo en su año de despedida con la mítica formación (Adolfo Cambiaso, Pelón Stirling, Pablo Mac Donough y Nero) que ganó 8 veces el Abierto de Palermo desde 2011: desde el mismo momento disparó el interrogante sobre si el trenquelauquense podría jugar algo de la temporada. Por lo pronto, aceleró el debut de Poroto Cambiaso, de 14 años y ascendido a 6 goles, previsto originalmente para 2021, ya como un proyecto nuevo de Adolfito. Ahora bien, ¿llega Nero o se queda fuera de todo?
"Te pasan mil cosas por la cabeza, tratás de reflexionar un poco y ver sucede lo que sucede. Siempre puede haber un poco de mala suerte, pero también hay que analizar qué hacés bien y qué mal. Me tocó de todo: las dos fracturas del peroné y ahora este golpazo. Te venís abajo. Es un año difícil para todos. Hoy, a casi dos semanas de lo que me pasó, me siento mejor, con muchas ganas. Y empiezo a mirar para adelante.
–¿Cuando decís de analizar qué hacés bien y qué mal a qué te referís?
–A ver, repaso la jugada del 2019, y sin olvidar el contexto de que estás jugando el Abierto de Palermo, la final. Pero iba a fondo y sin estribo a una acción bastante riesgosa. Y después, ya en Palm Beach, no le dí el tiempo que le tenía que dar a la recuperación. Y me rompí de nuevo. Uno se empieza a sentir bien demasiado pronto y piensa que el cuerpo está listo, y resulta que no. A veces hay que darle un tiempito más.
–Encima se sumó lo de la rodilla al poco tiempo...
–Sí, pero ese problema lo tenía desde hacía 20 años. El menisco rotísimo. Como podía seguir jugando y no encontraba el momento ni lugar para operarme, la venía pateando. Y ahora, cuando quedé con el pie tan debilitado por las dos fracturas, a la primera jugada que me exigí se me bloqueó la rodilla... y nunca más la pude desbloquear. La rodilla era algo menor te diría. Demasiado me aguantó. Fue muy noble.
–En concreto, ¿cuánto pudiste jugar en el año?
–Julio y agosto en Aspen, en Estados Unidos. Dos meses. Y acá, en septiembre, un poco de prácticas. Prácticamente nada.
El Abierto de Tortugas, con 8 equipos y por eliminación directa, comenzará el domingo 1° de noviembre en el predio de la AAP, en Pilar. Ese día jugarán Ellerstina vs. La Irenita (a las 11) y RS Murus Sanctus vs. La Natividad-Las Monjitas (16); el lunes 2, La Dolfina vs. La Ensenada-La Aguada (11), y La Dolfina Polo Ranch vs. Los Machitos (16).
–Este último accidente en Pilar fue raro. El caballo te corcoveó y te tiró en una práctica, ¿no?
–Sí, fue rarísimo. Venía en una yegua mía que estaba probando. Era la última jugada del chukker, se asustó y ¡me mató! Venía fuerte y nunca esperé que me fuera a hacer eso. Me corcoveó y me tiró. ¡El golpe que me pegué! Bastante sano quedé.
–¿Bravo?
–Uffff, duro, muy doloroso. Muñeca, clavícula rotas. Me pegué un piñón bárbaro.
–Te caés, sabés que te rompiste a sólo un par de semanas del comienzo de la Triple Corona. ¿Qué pasó por tu cabeza?
–Se me vino todo abajo. En el piso ya me di cuenta de las fracturas. La muñeca... la mirabas y te dabas cuenta de cómo estaba. Me agarró amargura, tristeza. ¡Otra vez roto! Pensé en mis compañeros, en que los dejaba a gamba comenzando la temporada. Todas cosas negativas. Después me operé, me empecé a sentir mejor, los compañeros te apoyan. Te hace ir para adelante. Pero fue bravo.
–¿Llegaste a llorar?
–Y... sí, de la calentura que te agarra. Sí sí.
–Además, es el año de la despedida.
–Claro. Es el último nuestro después de 10 años increíbles. Lo mínimo que querés es jugar. Después, si ganás, es la frutilla del postre, pero por lo menos quiero retirarme del equipo arriba del caballo, poder darme un abrazo con mis compañeros montado, no desde abajo. Dejar así a mis compañeros es difícil.
–Hoy estás más optimista...
–Sí, y por ahí es un poco el peligro de esto. Te empezás a sentir bien muy rápido... Dolor no siento, pero tengo dos fracturas, dos cirugías, es hueso, y el hueso necesita tiempo... ¡Y tiempo es lo que no tengo! Iré viendo cómo me siento. Apunto y quiero jugar Palermo, me encantaría, pero quiero ser consciente, estar bien, no hacer cagadas. Decir hoy voy a jugar Palermo es apresurado. Tengo que hacerme una tomografía en dos semanas, ver el callo. Si no estoy bien, no voy a perjudicar a mi equipo. Ya sé que no voy a estar en modo ideal si sólo pude jugar dos meses en el año.
–Una cosa son las ganas y otra lo que te dictamine el cuerpo
–Exacto. Si es por ganas, me subo mañana mismo. Pero quiero ver cómo estoy. Con ritmo, sin ritmo. A este nivel no se puede dar ventajas. No voy a perjudicar a La Dolfina porque yo quiera jugar al polo. Si no estoy bien, jugará otro. Lo tengo claro.
–La recuperación viene bien.
–Sí, vengo bien, todo cicatrizó. Hay que ver lo que dice esa tomografía. Mientras, hago kinesiología y gimnasia. Al tercer día ya arranqué a moverme. En unos días empezaré a montar. Vamos de a poco.
–¿Y tu mujer qué te dice?
–Jose... ¡pobre, le tocó brava! Se recibió de enfermera este año. Es crack. Me ha bancado todo el año, los humores. Me hace todo muy fácil.
–¿Pero se asusta con tus golpes? Venís de seguidilla.
–Se asustó en Palermo, pero en esta no, no lo vio, se enteró después y no era grave. En Palermo sí, porque para ver la caída fue impresionante. Pero se la recontrabanca y es una gran compañera.
–Es un año rarísimo: la pandemia, el contexto, cómo está el mundo, el país. Si juegan será con cancha vacía...
–Sí, uno por ahi dice "tuve un año bravo", pero lo mío es diminuto al lado de lo que se está viviendo en el mundo. Impensado. Y difícil porque no se ve la luz, un rumbo, que esto se vaya a acomodar. Supuestamente arrancamos el 1° de noviembre, pero andá a saber. Es un año para tacharlo todo el 2020. Y ni hablar jugar sin gente. Ir a Palermo y que haya 50 por equipo... es nada. Palermo lo queremos ganar, pero puede ser muy distinto. Es lindo llegar y ver la cancha llena, escuchar a la gente. Es un torneo único. Va a ser algo muy raro. Y habrá que trabajar el bocho para darte cuenta de lo que estás jugando. Si tenés la suerte de llegar a una semi, a una final, ser consciente de que estás jugando ese partido. No sé si va a ser tan fácil.
–Se termina un ciclo inolvidable para La Dolfina. ¿Seguís sin saber que va a ser de tu carrera en 2021?
–No, ni idea. La Dolfina se termina, Adolfito sigue con Poroto y Pelón, y yo veré. Este último mes ni pensé en eso. Quiero tratar de ver si puedo jugar este Abierto y disfrutarlo lo que más pueda.
–En La Dolfina tenés una chance de seguir.
–Sí, hay una chance.
–Pero por ahí aparece otro equipo que te tienta también...
–Por eso. Tengo que ver qué quiero hacer: si seguir o si buscar otras motivaciones, otro equipo. No lo tengo claro. Y encima se sumó esto de la lesión. Por eso, no es un tema que me preocupe hoy.
–Y este Abierto de Palermo es distinto a los últimos para ustedes: les tocó la zona más brava, con La Natividad-Las Monjitas y Murus Sanctus, dos equipos fuertes.
–Sí sí, por eso. Los últimos años éramos los favoritos para llegar a la final, y nos clasificábamos sin tener mucho desgaste. Este año nos hubiese venido perfecto eso. Llegar a la final va a ser muy dificil y tengo que estar bien para jugar. Tenemos que jugar muy bien todos los partidos. Son rivales complicados.
Le viene muy bien al polo que haya una generación nueva como la de los Castagnola. Habrá que ponerse las pilas a ver si les podemos ganar. Porque en poquito tiempo... ¡ya no les ganamos más, seguro!
–Y vienen afilados. ¿Cómo estás viendo a los chicos Castagnola?
–¡Impresionante como juegan! Para el polo es espectacular que haya pasado eso porque los últimos diez años no hubo renovación. Hubo una camada de 10 goles que no apareció. Vos tenés entre los de 40 y 50 años y encontrás a los Heguy, Cambiaso, Monteverde, Lolo Castagnola. Entre los de 40 y 30, a todos nosotros: los Pieres, Pablo, el Sapo Caset, yo. Y entre 20 y 30 años, no hay un 10 goles. Sí muy buenos jugadores, pero no 10 goles. Hasta por eso se los ve más impresionantes a Jeta y a Barto. ¡Son buenísimos! Pero antes aparecían un montón de esa edad que hacían lo que están haciendo ellos hoy. Como por 10 años no pasó, ahora te impresiona aún más. ¡Son tremendos! Ya ganaron afuera, se destacaron acá. Le viene muy bien al polo que haya una generación nueva. Habrá que ponerse las pilas a ver si les podemos ganar. Porque en poquito tiempo... ¡ya no les ganamos más, seguro!.
–¿Ellerstina con Hilario Ulloa es más fuerte que con Polito Pieres o parecido?
–No sé si más fuerte. Habrá que verlos. Sigue siendo un equipazo, con una organización muy buena, y sacan un 10 goles y entra otro. Son muy distintos Polito e Hilario, pero habrá que ver quién le calza mejor al equipo. Con Polito, más allá de no haber ganado Palermo, a nosotros cada vez que jugábamos, o nos ganaban o nos costaba muchísimo vencerlos. Y con Hilario hay que ver. Es un tremendo jugador. No sé si es lo que el equipo necesita, se verá este año.
–¿Y La Dolfina, con o sin Nero, como para qué está?
–Je je. Conmigo, por supuesto que apuntamos a ganar, ni hablar. No hay dudas. Y sin mí, espero que también (risas). Nooo, ¡qué se yo! Jugando Poroto el equipo tiene muchas ventajas. Le va a dar a los chicos un incentivo, una motivación distinta, muy linda para todos. Es como que te sacás una presión, que nosotros siempre la tenemos. No sé si con Poroto no van a jugar mejor todavía. ¡Ufff, ya no me van a dejar entrar más...! Va a ser divertido verlos.
–¿En qué puntaje tendrías que estar para decir "juego"?
–Yo con 2 puntos me mando (risas). A ver, por lo menos 7 puntos. Para jugar este nivel igual es dar ventaja.
–Un Nero al 70 por ciento se la banca, entonces.
–Espero. Por lo menos para estar competitivo.
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