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El campeón del año: Pedro Heguy, una historia milagrosa tras su accidente, cómo vive hoy y quién es su jugador preferido
El hijo del Ruso, de 12 años, sufrió un duro golpe tras caerse de un caballo en febrero de 2021. Su recuperación fue asombrosa y pronto espera volver a montar: “Eso me pone muy contento”, dice
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No fue una Nochebuena más para la familia Heguy, la de Eduardo Ruso Heguy y Paz Manau. Alzaron las copas en La Cumbre, Córdoba, y tuvieron mucho para agradecer. Para emocionarse. Para abrazarse fuerte. Para sentir una fuerza acaso desconocida que brotaba del pecho. Apenas diez meses y medio antes, aturdidos, agobiados por el dolor, no sabían muy bien que pasaría con Pedrito Heguy, su hijo de 11 años, y muchos días y noches interminables no pudieron evitar el peor de los presagios. “Pensábamos que lo perdíamos”, llegó a confesar Eduardo, un padre que siempre mostró entereza a lo largo de su vida, pero que no estaba preparado para ese desafío distinto. Son momentos, circunstancias, donde todas las fortalezas, pergaminos y títulos quedan reducidos a la nada.
Jugando un partido familiar de polo en Intendente Alvear, en el Club Chapaleufú, en la tarde del 5 de febrero de 2021, Pedrito sufrió una caída del caballo y a partir de ahí, todo el drama. Internaciones varias en distintos hospitales pampeanos (Reumann Enz, en Intendente Alvear, y Lucio Molas, de Santa Rosa) hasta estabilizarle la presión cerebral, operación para descomprimir hematomas (tuvo una doble fractura en la base del cráneo), traslado en avión sanitario al hospital Austral de Pilar, días y noches de angustia, cadenas de oración que se propagaban con una energía movilizadora, evolución lenta, otro traslado a la clínica de rehabilitación Fleni Escobar, videos conmovedores y fotos aún más sensibilizadoras subidas a las redes o distribuidas por Whats App por papá Eduardo con el día a día. Pedrito estaba dormido, en coma farmacológico, pero sentía una ola que era casi un tsunami de amor. Familiares, amigos, allegados y gente que simplemente se sumó a la movida. El hijo del Ruso, el nieto de la leyenda Alberto Pedro Heguy, jugaba “el partido de su vida”. Nada menos. Hasta que las buenas noticias fueron encadenándose, siempre con un “largo plazo” en la mente de todos. Y el 1° mayo volvió a casa, 85 días después del accidente. Con recaudos. Un milagro, realmente.
Y ahora estaba Pedrito en la Nochebuena, en La Cumbre, brindando con su familia, incluidos sus abuelos maternos, Feliciano y Graciela. Sonriente. Locuaz. Cariñoso. O calentón. “Quizá más de la cuenta, eh”, afirma el Ruso, soltando detrás una sonrisa. ¡Cuántas largó ya y las que todavía le faltan!
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Hoy, ya con 12, cumplidos el 28 de octubre, el mismo día de nacimiento que Juancarlitos Harriott (nada menos), Pedrito habla con LA NACION en plenas vacaciones en Córdoba. Acaba de acompañar al padre en una caminata de 9 hoyos de golf de la que también participó el abuelo Feliciano. Capta las chicanas y se prende a la hora de las bromas: “¿Cuántas pelotas estuvo a punto de mandar a la calle papá?”, se le pregunta. “Varias. Anduvo cerquita, je”, responde. Disfruta de los tiempos de esparcimiento, del encuentro con sus abuelos maternos, de sus hermanos (Cruz, Pampa y Luján). Pero se lo nota algo inquieto...
-En unos días se van para el campo, para Intendente Alvear, allá en La Pampa. ¿Estás ansioso?
-Un poco, sí. Pero más que por volver a La Pampa, estoy ansioso por volver a subirme a un caballo.
-¿No tenés miedo, Pedro?
-No.
-¿Ya te tiene listos los caballos el abuelo Alberto Pedro?
-No, los del abuelo no, esos son potros.
-Esos son los “fucking caballos del abuelo”, como decías en el video que grabaste cuando estabas internado.
-Sí. Le voy a pedir “abuelo, amansa tus fucking caballos, jaja”.
-¿Y apenas llegues a La Pampa vas a montar o vas a esperar un tiempo?
-No sé, capaz que espero una semana o dos para empezar a montar. Y arranco tranqui, al galopito. Suave. Y después taquear un poco. El médico me dijo que vaya tranquilo, al galopito.
Se lo nota suelto a Pedro. Natural. Con esa misma simplicidad con la que unas semanas atrás posó para LA NACION en la cancha 1 de Palermo luego de una jornada del Campeonato Argentino Abierto. Un torneo muy especial por todo lo que brindó, por la conquista de La Natividad y por la corriente de afecto que nunca se detuvo. Quizás hasta se haya sentido abrumado por cada saludo, por cada beso y abrazo, por sentir que hubo mucha gente que rezó por él durante los peores momentos.
Durante el Abierto de Palermo, Pedrito seguía los partidos del Abierto en la platea con sus amigos. Y después, al igual que su padre, sus tíos y cada descendiente de polista, hizo la suya: corrió por las canchas como si fuese su jardín, jugó con el taquito y la bocha y visitó a los jugadores en los palenques. Su padre, de hecho, fue coach de RS Murus Sanctus, uno de los participantes del certamen.
-¿Disfrutaste el Abierto de Palermo, Pedrito? ¿Qué fue lo que más te gustó?
-Me gustó como jugaron muchos equipos. Pero el que más me gustó fue el Jeta Castagnola. Tiene un taqueo impresionante. Mete goles de todos lados. Una vez jugué con él un torneo en La Pampa y lo ganamos. Habremos metido en el torneo, por ejemplo, 50 goles, y 49 habrán sido de él. ¡Es un animal!
-¿Y cuando Jeta jugó en la semifinal contra Murus Sanctus, que era el equipo de tu papá, por quién hinchaste?
-Hinchaba por Murus, obvio. Me gustó Juan Martín Nero, también Pablo Mac Donough. Lástima que Facu Sola tenía una lesión en un codo.
-En la final de La Natividad, con el Jeta, contra La Dolfina ni te pregunto...
-Obvioooo, hinchaba por La Natividad. Aparte, mi tío Pepe es el coach de ese equipo. Salió campeón.
-¿Qué esperás del año que viene? ¿Qué te dijo el médico?
-Que el año que viene voy a poder jugar torneos. Y eso me pone muy contento.
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Desde que Pedro volvió a su casa fue cumpliendo con el tratamiento progresivo que le indicaron los médicos, encabezado por el neurocirujano Roberto De Rosa, del Austral. El contacto familiar, el reencuentro con su habitación, sus cosas, la mascota Loli, los ejercicios diarios y recreativos. Todo sirvió para que se fuera sintiendo más cómodo. Hubo una nueva operación, en julio, para colocarle una prótesis de plástico rugoso, sobre la cual irán creciendo los huesos de la zona.
Después, kinesiología, actividad física, algo de tenis para ayudar en la parte motriz y reducir el incremento de peso que tuvo en todo este proceso, de aproximadamente 15 kilos. El regreso a clases y la emotiva recepción de sus compañeros del colegio Los Robles, allá por agosto. Sentir que todo se iba reacomodando en su vida. No sólo él: también su familia.
El recuerdo de aquel día,,,
De los medicamentos que ingería en un principio, sólo le queda uno permanente, para las convulsiones, cuyo tratamiento deberá seguir por un par de años. En las vacaciones retomará sus clases de matemáticas para estar “afilado” en el comienzo de las clases 2022. Y también las actividades físicas, ahora con impacto, ya que hasta hace una semana todavía no podía trotar. Neurológicamente está muy bien. “Quizás a veces es más calentón, tiene menos filtro, te dice las cosas como las siente y le salen. A veces es más cariñoso, a veces más agresivo. Pero nada especial”, cuenta el Ruso. Que se detiene especialmente en lo que fue el brindis navideño.
“Fue especial, claro. Pasamos una experiencia muy dura, brava, pero con muchas enseñanzas y mucho para agradecer. Para realmente considerar las cosas que son importantes en la vida. Agradecer todo el apoyo de la gente, personal de salud, médicos, enfermeros, amigos, la familia. A la gente que nos sigue parando y dicéndole la alegría de verlo, que rezaron mucho por él. Pedro se sigue sorprendiendo. Él no vivió todo eso, nosotros sí. Estamos eternamente agradecidos por el apoyo y la buena energía que recibimos. Estas épocas de brindis y balances es de mucho agradecimiento”, expresa un padre feliz.
Es el mismo Ruso que para la final de Palermo invitó a médicos, enfermeros, kinesiólogos del Austral y del Fleni a ver La Natividad y La Dolfina junto con Pedrito. Y que sigue al pie de la letra con los consejos médicos. “Con precaución y con casco si anda a caballo, en bici o con esas rueditas eléctricas que están tan de moda ahora. Lo más importante para él es que se ponga bien físicamente y no apurarse. Hay que estirar los tiempos, dominar las ansiedades. Que cuando llegue a su objetivo, que es como su zanahoria (volver a jugar), el cual no le queremos frustrar, esté en las mejores condiciones posibles”.
-Ruso, vos fuiste, sos polista, ganaste cuatro veces el Abierto de Palermo. Te pegaste golpes duros y volvías a jugar. Pero pienso en Paz. ¿Qué dice la madre sobre esto de que Pedrito vuelva a subirse a un caballo?
-¡No lo quiere ni ver! No quiere estar en ese momento. Sabe que yo lo voy a acompañar. Lo vamos a hacer con mucha conciencia. Pero Paz no quiere volver a vivirlo...
El Ruso, sin quererlo, vuelve solo a aquel 5 de febrero. “Viste que Paz es fotógrafa. Estaba en la cancha ese día. Lo estaba enfocando. Tiene las fotos de su caída. Lo vio perfectamente, todo. Le pasó las fotos a una sobrina por si alguna vez Pedro las quería ver y las borró de su cámara. Pedro hace 15, 20 días las venía pidiendo. Me senté con él y le mostré como había sido su caída. Vio las fotos y no las volvió a pedir”.
-¿Y a vos qué te pasó cuando las veías con él?
-A mí no me influyó tanto. Yo estaba jugando con él, le pasé la bocha, lo vi caerse, lo viví todo. Lo tengo grabado en la cabeza. Pedro vio las fotos y no dijo nada, sólo un “ah, mirá vos”. Le sirvieron para entender la historia. Muchas cosas que te cuenta hoy de su accidente es porque yo fui grabando todo, saqué fotos, y él revivió todo en el Ipad. Lo de “los fucking caballos del abuelo” no se acuerda nada. Lo vio en el video.
El fin de año los encontrará en Intendente Alvear, el lugar en el mundo de los Heguy, donde también estarán, claro, Alberto Pedro y Silvia Molinari, los abuelos que siguieron paso a paso la evolución de Pedrito. Son unos 585 kilómetros desde La Cumbre hasta el campo pampeano. Claro que el viaje tendría un desvío necesario: pasar por la Villa Cura Brochero, también en Córdoba.
“Después del accidente nos mandaron una réplica del poncho del cura Brochero (José Gabriel, beatificado hace cinco años). Ese poncho siempre estuvo a los pies de la cama de Pedro mientras estaba dormido. También tendremos que ir a agradecer a la Virgen del Cerro de Salta, a la Virgen de Luján. Agradecer. Agradecer”. El Ruso lo tiene claro.
Unas fiestas distintas para los Heguy. ¡Nadie duda de quién fue el campeón del año!
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