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Pasan los años, los rivales y los golpes, pero La Dolfina sigue siendo un supercampeón a prueba de todo
¿Qué más tiene que pasar como para que La Dolfina no gane el Abierto de Palermo? Cambian –poco, pero cambian– los adversarios, no hay renovación posible de objetivos y hasta aparecen percances importantes. Y no hay caso. Nada puede con el mejor equipo de polo de los últimos 40 años, que de tan bueno ya se habla cada vez más de tú a tú con el mítico, ¿todavía inalcanzable?, Coronel Suárez. El cuarteto Cambiaso-Stirling-Mac Donough-Nero se impuso a su archirrival Ellerstina por 16 a 12, se coronó campeón por séptimo año sucesivo del Argentino Abierto y ya no está lejos de la seguidilla de diez que Suárez estableció entre 1961 y 1970. Entre otros méritos, estadísticos y no.
Esta vez fue más que un cuarteto, porque Rodrigo Ribeiro De Andrade tuvo que ocupar el lugar de Juan Martín en el último chukker y medio, y no solo no se resintieron el funcionamiento y la ventaja de La Dolfina (ganaba por 13-10 cuando el back dejó la cancha), sino que además se amplió la diferencia a 4 goles, con dos del brasileño, el primer ganador de su país en la historia del mejor certamen del mundo.
La Dolfina ya había ungido a un uruguayo, David Stirling, y extendió un poquito de su gloria a otra nación del Mercosur. De tan poderoso que es, parece convertir en oro todo lo que lo toca. Y se podría pensar que aburre con tanto dominio, con la película repetida en cada año. Pero todas las finales le dejan algo. Pocas, claro, como esta, la de 2019, en la que se mostró como un campeón a prueba de todo. No lo doblegó el hambre de Ellerstina, no lo quebró la espeluznante caída de Nero, no lo afectó la incipiente remontada de los Pieres, no se amedrentó con el estado patinoso de una cancha 1 de Palermo que, de no ser porque se trataba del partido más importante del planeta y lo miraban unas 13.000 personas, habría convencido a los protagonistas de dejarlo para mejor ocasión, como sí había ocurrido con la definición del Abierto de Tortugas.
De las cinco caídas que hubo, cuatro involucraron a jugadores blancos. La segunda, que fue a su vez fue la segunda de David Stirling, encendió la alarma: fue un resbalón a alta velocidad de Rana, la yegua que montaba el uruguayo, sobre un manchón armarronado y húmedo en el medio de la cancha, cerca de las plateas. No le pasó nada a Pelón, pero Adolfo Cambiaso se quedó mirando un rato hacia el palco de autoridades. El reclamo era implícito.
Pero cuando del Argentino Abierto se trata, nada desconcentra a este La Dolfina. Puede evadirse mentalmente un rato en Tortugas o en Hurlingham, sí; no cuando tiene a mano la copa más preciada del polo. Su única derrota en Libertador y Dorrego, la final de 2012, fue por 12-10 en un partido que dominó largamente en situaciones totales de gol (24-16). Fuera de eso, en poquísimos de sus 39 triunfos allí el equipo pasó zozobras.
Y nada logra perturbar a estos tipos de los que, si no fueran ellos, uno podría sospechar que estarían en el camino de bajada de la cúspide altísima que alcanzaron. Tiene 37 años el más joven, Pablo Mac Donough, al que la organización premio este sábado como el mejor de la final; andan por los 38 Stirling y Nero, y ni hablar de Cambiaso y sus 44. Es cierto que al esfuerzo físico mayor lo hacen las máquinas que ellos montan, tanto como que, a esas edades, otros ya no rinden como antes.
La felicidad de ganar Palermo es cada vez mayor a pesar de los años y los títulos que tenemos. Para nosotros esto es un mundial y siempre lo encaramos con mucho compromiso.
Algo que empieza a rondar por las mentes de los Pieres. Gonzalito está a punto de cumplir 37; Facundo, con 33, tiene unos cuantos años más de alto nivel, pero lo llamativo en ambos casos es que con semejante talento acumulan apenas tres abiertos de Palermo cada uno. Parecían destinados a acopiar muchos más, pero afrontan el mismo problema de la Next Gen del tenis: la longevidad atlética de sus ilustres adversarios. Cambiaso es Roger Federer, o Rafael Nadal; Nero, Stirling y Mac Donough son Novak Djokovic, Andy Murray. Pete Sampras, más atrás. Con una virtud no menor: la voracidad. Porque ganan y ganan y quieren más. No hay trofeo que los relaje.
Cuando se inspiran, son Globetrotters. Como se vio en ese cuarto parcial en que La Dolfina encendió al mejor La Dolfina, ese equipo de pases al vacío sin mirar para que corra un compañero. Y cuando pasa eso, no hay mucho por hacer, para Ellerstina ni para nadie.
Pero menos si el motor de La Z no funciona en sus ocho cilindros. Entre las bondades de uno y las falencias del otro, el resultado llevó a proyectar una paliza cuando marcaba 12-5 en el quinto. Fue entonces cuando los pistones de Ellerstina bramaron por un rato, hasta fines del sexto, y remontaron. Como otras veces en finales de Tortugas y de Hurlingham, como lo habían hecho en tres ocasiones este año. Con un parcial de 5-1 quedaron 10-13, hasta que sucedió el accidente que paralizó Palermo: con ambos a alta velocidad, Nicolás Pieres pechó fuerte a Nero y Cuartetera B04 pasó por encima del trenquelauquense. Luego de unos minutos Nero volvió a la cancha. Una fiera: tenía fracturado el peroné derecho. Sin saberlo, rengueaba pero no quería salir. Ya se había perdido entera, por una fractura en una mano, la definición de 2015 (fue suplido por Sebastián Merlos). Al rato, no dio más y dio paso a Ribeiro De Andrade. Y el suplente se convirtió en estrella de un chukker y medio.
En rigor, no tuvo una figura excluyente el campeón. Todos rindieron muy bien. Como desde hace ocho años. Brille uno o cumplan los cuatro, o los cinco, La Dolfina sigue pidiendo un espacio aun mayor en la consideración de todos los tiempos. El club conquistó el Argentino Abierto por 13ª vez (quedó a dos de Hurlingham, escolta de Suárez). Cambiaso se anotó su 16º cetro (a uno del tercer puesto y a cuatro del primero) y superó las dos centenas de goles (205) en partidos decisivos de Palermo. El cuarteto titular cosechó su victoria 94 en 101 partidos de Triple Corona, y la 39ª en 40 encuentros del Argentino. Y...
Y se entiende que Nicolás Pieres haya vuelto a terminar con lágrimas, y que Polito siga sin haber levantado la copa más ambicionada. Pero no hay demasiado por reprocharse. Los que están enfrente en cada final son a prueba de todo y le hablan a Suárez. A la historia.
La idea es seguir haciendo historia con la misma formación. En la semana nos juntaremos y veremos qué resolvemos.
En los premios, uno especial: el Rubén Sola
La Asociación Argentina de Polo recordó en la ceremonia del podio a Rubén Sola, polista fallecido hace dos semanas en Palermo. Creó el premio Revelación Rubén Sola y lo asignó a Bartolomé (h.) y Camilo Castagnola, de La Natividad. Lo entregaron Facundo (delantero de Las Monjitas) y Rosario Sola, hijos del recordado cordobés.
Además, Pablo Mac Donough resultó el jugador más valioso de la final, distinguido con el trofeo Gonzalo Heguy. Adolfo Cambiaso, el máximo goleador del campeonato, con 39 tantos (premio Javier Novillo Astrada), ganó los lauros al polista mejor montado del partido decisivo (Copa Fomento Equino) y del torneo (Copa Gonzalo Tanoira). Su yegua Cuartetera B06 fue la mejor del certamen (premio Lady Susan Townley) y Más Claudia, utilizada por David Stirling, el mejor producto jugador inscripto en la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo.
La síntesis de La Dolfina 16 vs. Ellestina 12
- La Dolfina: Adolfo Cambiaso, 10; David Stirling, 10; Pablo Mac Donough, 10, y Juan Martín Nero, 10. Total: 40.
- Ellerstina: Facundo Pieres, 10; Gonzalo Pieres (h.), 9; Pablo Pieres, 10, y Nicolás Pieres, 10. Total: 39.
- Incidencias: a los 4m49s del 7º chukker, Rodrigo Ribeiro De Andrade (8) reemplazó a Nero, y a los 1m23s del 8º, fue amonestado Stirling, por equitación peligrosa.
- Progresión: La Dolfina, 1-0, 4-1, 5-3, 9-4, 12-6, 12-9, 13-10 y 16-12.
- Goleadores de La Dolfina: Cambiaso, 6 (2 de penal); Stirling, 1; Mac Donough, 5; Nero, 2 (ambos, de penal), y Ribeiro De Andrade, 2. De Ellerstina: F. Pieres, 8 (6 de penal); G. Pieres, 1, y P. Pieres, 3.
- Jueces: Gastón Lucero y Guillermo Villanueva (h.). Árbitro: Martín Pascual.
- Cancha: Nº 1 de Palermo.
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