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Pablo Mac Donough y la presión: "Uno ya va jugando más para no perder que para ganar"
Pablo Mac Donough pide disculpas para desatender por un momento la conversación telefónica. "¡Milo!", se escucha su grito. Milo, que tiene 9 años, está haciendo algo que no debe con una yegua. Su papá lo reta, es decir, lo cuida, lo educa. El chiquito, como sus hermanos (Olivia, Rafa e Irenita), se entretiene a caballo con el reciente y viejo campeón del Argentino Abierto de polo, casi 23 horas luego de la décima consagración del número 3 de La Dolfina.
"A uno lo agarra como un bajón, la adrenalina se va y uno se queda sin nada", sorprende Mac Donough al revelar la sensación del día después de algo que ya experimentó tantas veces a sus 37 años. "Pero tranqui. Después disfruta esto todo el año. Es muy lindo", advierte quien fue premiado como el jugador más valioso de la final ganada frente a Ellerstina por 16 a 12, en la séptima conquista seguida del equipo en Palermo.
–¿Por cuál hecho o característica vas a recordar esta final?
–Por dos cosas. Primero, porque era impresionante el clima de cancha llena que desde hacía rato no había en una final. Y segundo, porque llegar a 10 abiertos de Palermo está muy por encima de mis expectativas de cuando empecé a jugar.
–Recibiste por primera vez en La Dolfina el premio al jugador más valioso en una definición de Palermo. ¿Qué valor le das? ¿Lo tenías pendiente?
–Con Ellerstina lo había recibido, pero perdiendo una final, la de 2007; el sabor es totalmente distinto. Obviamente, tenemos un gran equipo que funciona muy bien y hay días en que a uno se le dan las cosas más que a otro. Pelón [David Stirling] tuvo sus grandes finales, pero da igual: el premio es intrascendente cuando uno piensa en que el equipo funcione de la mejor forma. No era una deuda; mientras el equipo gane no siento ninguna deuda. Es un lindo reconocimiento, sí, pero un MVP nunca puede ser una deuda. Siempre y cuando ganemos, no me importa mucho.
–¿Por qué te lo dieron?
–Muchas veces resalta mucho el que hace más goles y me tocó ayer hacer bastantes [cinco, sin penales]. Pero para jugar como jugó La Dolfina teníamos que estar muy enchufados los cuatro, los cinco [el suplente Rodrigo Ribeiro De Andrade ingresó por el lastimado Juan Martín Nero]. Puede haber sido mi mejor final, sí, pero me he quedado bastante contento con otras en que uno no resaltaba. Sí fue la final en que más me lucí por los goles. Pero lo que importa es el premio colectivo. Lo que rescato es que todo el equipo estuvo enchufado.
–¿Qué sentiste al ver la impactante caída de Juan Martín Nero?
–Fue una caída horrible, de las perores que he visto. Pero siempre fui bastante positivo en cuanto a que iba a estar bien en seguida. Eso sí: fue bastante innecesario que montara de nuevo. En la locura de la final habría que tener alguien más frío que analizara las cosas.
–En fotos se ve un abrazo tuyo con Nero que parece ser especial. ¿Es tu más amigo del equipo?
–Mi relación con Juanma viene de hace muchísimos años. Jugamos juntos torneos a los 10 años; después, cada uno fue creciendo y jugamos en contra en Argentina y afuera, salvo una o dos temporadas en Estados Unidos. Esta fue la temporada 12 en Argentina y ganamos 10 Palermo juntos. Somos muy amigos.
–Tu hermano, Matías, que es el director técnico de La Dolfina, dijo en los palenques que los Pieres "arrugaron el partido", buscando penales. ¿Coincidís?
–Cuando un equipo va abajo generalmente intenta cuidar más la pelota, y eso lleva a cerrar el juego. Creo que se llevaron algunos fouls y una parte de su levantada fue mediante penales. Me gustaría ver el video; los referís dijeron que no se iba a cobrar ese tipo de cosas, pero se terminó cobrando... Jugar así es lo normal cuando uno está perdiendo. Recurrir a ese juego no es lo que uno quiere en un partido, pero es normal cuando viene 4 o 5 goles abajo.
–Después del partido dijiste "esto parece una costumbre pero nos cuesta mucho y es muy duro psicológicamente". ¿A qué te referiste?
–Desde hace varios años venimos muy bien y ya uno va jugando más para no perder que para ganar. Es la presión de un gran equipo que funciona muy bien y de no querer dejar pasar oportunidades. Los nervios de estas últimas finales fueron bastante mayores que los de hace unos años.
–¿Sabés cuál fue el motivo del retiro de Juan Carlos Harriott (h.), en 1980? La presión por jugar más para no perder que para ganar...
–Ese quizás había ganado demasiados... Ya no tengo 25 años; no me quedan 10 o 15 de carrera y quiero aprovechar cada final al máximo. Ahora se da todo bien y tenemos buenas chances de ganar, pero por eso mismo uno se presiona más.
–¿Y cambia con los años, también, el sabor del disfrute?
–Uno siempre disfruta cuando gana, aunque sean diferentes los motivos. Tener a Matías como coach es una motivación importante para mí. Siempre estuvo en los palenques ayudándonos, pero le pedimos "metete más y decinos todas las cosas que creas". Disfruté también por La Irenita, el club de nuestra familia, porque es importante aportar muchos caballos al equipo.
–Muchos opinan que este La Dolfina es el mejor cuarteto de la historia. ¿Qué pensás?
–No soy quién para decir si es el mejor o uno de los mejores. Sí sé que es un gran equipo, que ha ganado muchísimas finales y que generalmente es en los partidos más importantes cuando mejor juega. Que deja su marca en la historia del polo, seguro que sí. Pero hay que ver de ahora a muchos años, cuando terminemos de jugar.
–¿Qué te genera ver las estadísticas que va marcando el equipo?
–En los últimos años no vengo leyendo nada. Es más sano para la cabeza no mirarlas. Demasiados objetivos se pone uno como para andar mirando los números. Hoy no es momento; queizás cuando nos retiremos.
–¿Cómo lo vivías del otro lado, cuando te tocaba más perder finales de Palermo (2005, 2007, 2009) que ganarlas?
–Perder una final duele, pero cuando perdimos tres de las cuatro primeras uno era más joven y creía que tendría otras oportunidades. Más allá de que en el momento tenía mucha calentura, algo bien se hizo para estar en la final.
–¿Cuánto te cambió la carrera aquel llamado de Adolfo Cambiaso en 2011 para invitarte a La Dolfina?
–Soy un privilegiado de haber jugado ocho temporadas en Ellerstina y nueve en La dolfina, las dos organizaciones más grandes de los últimos 20 años. Soy un agradecido y uno debe aprovechar las oportunidad para mantenerse. He tenido suerte con los resultados y con los compañeros que me han tocado.
–¿Qué pensás hacer en 2020? ¿Y más adelante?
–Hablamos muy poco del equipo nosotros. La última vez que hablamos de seguir fue en septiembre de 2018. Tendremos que juntarnos y ver qué planes hay. Hoy no hay ningún plan. Dejar de jugar en un equipo así se hace difícil, porque es increíble lo que se ha logrado en los últimos años. No pensé todavía qué haré; estamos con la euforia. Obviamente, en algún momento me encantaría jugar por La Irenita. Pero uno nunca sabe el momento exacto. Siempre lo tengo en mente, pero no sé cuándo va a darse. Mi hijo más grande tiene 9 años. Imaginá lo lejos que estoy de jugar con el en este nivel...
Un futuro inmediato con los Castaganola
Entre enero y abril Pablo Mac Donough compartirá equipo en Estados Unidos, junto al patrón Marc Ganzi, con los dos chicos a quienes muchos quieren para la Triple Corona argentina de 2020: Bartolomé (h., 18 años) y Camilo Castagnola (17).
Al final, clavos para Nero
La fractura en el peroné derecho de Juan Martín Nero se dio con rotación, lo cual obliga a operar al back de La Dolfina accidentado en la final. "Bastante barata la saqué. No es tan grave", comentó Nero a LA NACION, a quien este lunes le colocarán una planchuela con unos clavos.
El repechaje para Palermo
En el predio de Pilar de la AAP se realizará hoy el partido de repechaje entre La Ensenada (30) y Sol de Agosto-Alegría (27) por un lugar en la Triple Corona de 2020. La Ensenada, que jugó los abiertos de Tortugas, Hurlingham y Palermo en esta temporada, forma con Facundo Fernández Llorente (7), Juan Martín Zavaleta (8), Juan Martín Zubía (8) y Jerónimo Del Carril (7). Sol de Agosto-Alegría, el campeón de la Copa Cámara de Diputados, se compone con Rufino Bensadón (5), Francisco Bensadón (7), Francisco De Narváez (h., 7) y el canadiense Frederick Mannix (8).
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