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Murió Juanjo Araya, el polista solidario, que sufrió un accidente insólito y le dio clases a Batistuta
Tenía 53 años y era integrante de una familia polística de Coronel Suárez.
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Nunca dejó de pelear. Y a su alrededor, rodeado del afecto familiar, nadie dejó de creer que Juanjo Araya estaría pleno y de regreso algún día para seguir con su camino. Hombre solidario y de gran corazón e integrante de una familia de Coronel Suárez que respiró y respira polo, que ama los caballos y que siente una profunda pasión por este deporte. En el caso de Juan José, abrió sus puertas, además, al referato.
Fueron dos años de intensa lucha desde aquel insólito accidente en Brasil, en junio de 2022. Juanjo murió este lunes por la noche, a los 53 años. Un personaje muy querido, entrañable, preocupado por lo suyo y por los demás. De profundas creencias religiosas, extremadamente solidario. De esos solidarios que jamás piensan en recibir. Por eso era alguien especial. Muy.
El polo, se sabe, es una actividad con riesgos grandes, producto sobre todo de las caídas. Se juega de a caballo y a velocidad. Hay lesiones habituales de los golpes, como fracturas, esguinces, y también desgarros, lumbalgias, problemas de cervicales. Pero las más serias son los golpes en la cabeza, los accidentes que ocurren en cámara lenta, cuando el jinete no tiene tiempo de soltarse de los estribos y distanciarse del equino.
A Juanjo le tocó el accidente más extraño que se recuerde porque, a pesar de haber sido un polista de 6 goles de hándicap, lo que le sucedió no fue jugando, sino oficiando de referí. Mientras conducía un encuentro en el club Helvetia, cercano a Indaiatuba, estado de San Pablo, Brasil. Nadie dudó en ese momento cuando vio el hecho: “Juanjo tuvo una increíble mala suerte”. Es que mientras dirigía, en una jugada determinada, un polista se lo llevó por delante.
Como se señaló en ese entonces, el infortunio fue muy anormal, una acción que prácticamente nunca sucede en el polo. En un día soleado y sobre una cancha que aparentemente estaba muy bien, el equipo rojo recuperó una bocha y pasó al ataque. Un compañero de quien la poseía salió disparado hacia adelante, mirando a quien llevaba la esfera, atrás, y no adelante. Cuando giró la cabeza y divisó lo que tenía enfrente, ya no pudo frenar a tiempo: delante de él estaba doblando Araya para reposicionarse, y el jugador lo tumbó.
Al polista que lo embistió no le pasó nada: ni siquiera se fue al piso tras el cimbronazo. Al caballo de Araya, que sí se revolcó, tampoco: enseguida se incorporó y se alejó del lugar. Araya, en cambio, fue el más afectado: cayó y su cabeza dio dos latigazos contra el suelo. A pesar de utilizar el casco protector que por reglamento usan los referís, el efecto del doble impacto fue mayúsculo. En ese entonces, Araya tenía 51 años. Y quedó en estado de coma inducido.
Tras un tiempo de internación en un centro de salud local, Araya fue llevado a uno de los mejores hospitales de San Pablo, siempre acompañado por su esposa Clara. Los estudios de los primeros días arrojaron resultados relativamente positivos, a pesar de la gravedad de la situación. Y tiempo más tarde, fue trasladado a la Argentina para completar con internación y la rehabilitación. Estaba internado en el Fleni de Escobar y falleció en el Hospital Austral.
Juan José Araya, que como todo juez de polo es también jugador, tenía 4 goles de hándicap al momento del accidente. Perteneciente a una familia de polistas. Hijo de Juan Carlos y hermano de Marcelo. Su tío, Horacio, integró el equipo de Coronel Suárez II que en 1983 ganó el Abierto de Palermo y era primo de Benjamín (también campeón en ese conjunto), Santiago, José Ignacio y Diego, todos jugadores.
En la última década y fracción, los Araya han sufrido accidentes y situaciones graves. En 2013 fue José Ignacio, “Pepe”, cayó en Coronel Suárez y por unos instantes no sintió nada debajo del cuello: pensó que había quedado cuadripléjico. Fue un caso milagroso, con medallita de la Madre Teresa incluida, y cuya historia contó LA NACION. En la actualidad se dedica al referato.
También Diego, el hermano menor de Pepe, se accidentó muy seriamente en Suárez en febrero de 2022. Pasó por un largo período de rehabilitación y pudo sortear la adversidad. Fue otro gran cimbronazo familiar.
En el caso de los hijos de Juan Carlos Araya (dos varones y una mujer, Sol), Marcelo “Pete” Araya, hermano de Juan José, falleció en noviembre de 2023 como consecuencia de un tumor cerebral. Otro personaje muy querido del ambiente. En medio de su lucha personal, y cuando su hermano afrontaba los primeros meses de internación, trazó una semblanza que lo identificaba: “Estamos en una batalla los Araya, saliendo adelante porque todos ponemos ganas. Juanjo tiene mucha garra. Es una gran persona. Ayuda mucho a la gente, ayuda mucho en la cárcel involucrado con el equipo de rugby Espartanos, pero es de superbajo perfil y no le gusta hablar de eso. A mí, con el tema del cáncer, me ayuda mucho, me ha acompañado mucho. Me cuesta que esté ahí y lo extraño”.
Y habló también del Juanjo generoso, bienhechor, filántropo, que participa en el Movimiento Cristiano del Polo. “Es referí, jugador, veterinario. Y sobre todo, ayuda a la gente. No para de ayudar. Tiene un corazón enorme. Estamos rezando rosarios y no sabés la cantidad de gente que se suma”.
Deportivamente, siempre fue muy recordada la conquista de la Copa República Argentina, uno de los torneos de mayor tradición del calendario, por parte de Coronel Suárez, en 1991. En esa ocasión, Juan José y Marcelo Araya compartieron la formación con Sergio Boudou (que llegó a participar en el Abierto de Palermo) y con Zenón Zorrilla.
Guillermo Villanueva (h.), uno de los referís profesionales de mayor renombre de la Argentina, dijo sobre Juanjo Araya: “Fue una de las personas más solidarias que conocí en mi vida. Siempre pensando en ayudar a la gente. Muy familiero, muy cercano a Dios. Acercó a mucha gente a la religión. Se lo va a extrañar mucho. Una gran, gran persona”.
Juanjo tenía 53 años, cuatro hijos (Male, Clari, Manu y Segundo) y estaba casado con Clara Moreno Vivot, hermana de Male, la esposa de Eduardo “Coco” Oderigo, el alma mater del equipo de rugby carcelario Los Espartanos. “Amante de su familia, los caballos, los deportes, la Virgen y siempre cuidado a sus amigos”, apunta Oderigo.
Entre las curiosidades que tuvo su carrera, como polista profesional Juan José Araya viajó por el mundo para jugar y trabajar. Y alguna vez estuvo en Dubai. Allí, el destino lo cruzó con Gabriel Batistuta, que estaba en las últimas temporadas de actividad. Hombre de campo y en ese momento con problemas en sus tobillos, Batigol le apuntaba a desarrollar deportes en los que sus pies no tuvieran tanta exigencia. Juanjo se transformó en su primer instructor de polo, el hombre que le enseñó los fundamentos de una disciplina que lo atraparía para siempre.
José Ignacio “Pepe” Araya, jugador y referí como Juanjo, era el primo hermano muy parejo en edad. El hombre que pasó un accidente muy serio y cuya recuperación resultó milagrosa destaca el rol solidario de Juan José. “Era unos meses más grande que yo. A pesar de que él vivía en Buenos Aires y yo en Coronel Suárez, compartíamos mucho juntos. Siempre fue amigo de sus amigos. Una persona increíble. Y no hubo un hecho puntual que disparara su perfil solidario: se fue acentuando con el paso del tiempo. Muy generoso, muy de ayudar a los demás, en dar una mano en lo que sea. Te daba su tiempo sin pedirte nada. Eso es lo que lo destaca. Él era así. Muy creyente, muy cristiano, muy de la Madre Teresa. Y te marco una coincidencia: ayer, 26 de agosto, pero de 1910, justo era la fecha de nacimiento de la Madre Teresa y también el día que se nos fue Juanjo. La coincidencia de fecha de dos personas que siempre se preocuparon en ayudar a los demás”.
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