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Argentino Abierto de Polo. Lucas Monteverde, fuera de Palermo, pero con esperanza de volver
Producto de una extraña enfermedad, el cuatro veces campeón del torneo e integrante de Alegría, no jugará esta temporada; tras someterse a una operación, recuperó el entusiasmo y la ilusión de volver a jugar
-¿En qué andás, Lucas?
–En muletas...
Lucas Monteverde ríe. Se permite un chiste ante LA NACION, en los palenques de Alegría, mientras a sus 40 años mira al equipo golear a La Irenita en Pilar. Ahora puede bromear, porque éste es el verdadero Lucas Monteverde. El tipo alegre y calentón, frontal y reflexivo que hace 17 años se metió en la elite del polo argentino. Hasta hace un par de meses, no podía ni sonreír.
Su ánimo estaba en el fondo del mar. Y al mar se fue Lucas para despejarse: eligió Dominicana para unas vacaciones que le dieran respiro de tanto dolor físico y psíquico. Una pierna lo atormentaba desde hacía meses y, claro, lo tenía fuera del deporte.
En la isla había polo y un auspiciante era Hospital for Special Surgery, de Nueva York. Justo el que le habían recomendado a Monteverde. En Dominicana vive su hermana, Martina, con su marido. “¡Tengo acá el número de la secretaria!”, le dijeron, y llamó. “Ya estaba desahuciado. Fui como a hacer el último esfuerzo, a agotar las posibilidades”, recuerda el hombre de 25 de Mayo. Pues ese llamado cambió su vida.
Lucas volvió a ver luz. La oscuridad se había instalado de a poco, cuando el dolor de cadera le impedía jugar en su nivel. Tras cada partido, el 3 de Alegría pasaba largo rato con ejercicios para hacer tirar más a una osamenta averiada. Completó como pudo la Triple Corona 2016 y en febrero fue por la solución: el quirófano. Intento fallido.
Al menos, Lucas supo de qué se trataba: condromatosis sinovial. “Se forman como unos granitos de arroz en el líquido sinovial, muy difíciles de detectar. La articulación tiene como arena, que lastima. El cuerpo se paraliza para no romperse”, explica. El problema está en la cabeza del fémur izquierdo, parte de una pierna que, chueca “de toda la vida”, potencia la enfermedad, al igual que el sobreuso. Y un profesional de alto handicap la explota a más no poder.
“No podía moverme, se me atrofiaba cada vez más. Tenía cortado el psoas, y mucho dolor, constante e insoportable”, cuenta Monteverde, que no sabía si volvería a caminar erguido... Hasta acostado debía mantener unos 90° entre el torso y los muslos. Y los médicos argentinos no daban en el clavo. Dolorido, sin evolución y con incertidumbre, el ex 2 de La Dolfina la pasaba muy mal.
Una estructura deportiva por atender, tres hijos por criar y sólo su mujer, Loli López, en condiciones de manejar... y el sostén económico de la familia ahí, limitado, dolorido, triste. “Se ve todo desde otro plano. Uno viene de 20 años de viajar y no parar, pensando que jugará toda su vida, hasta que ve que por ahí se acaba. Y entonces ve un montón de cosas que no veía. Me sirvió en aspectos personales, de madurez”, revela el hombre.
Para la creyente Loli, que se puso al hombro al equipo Monteverde, el hallazgo del hospital neoyorquino y del doctor Brian Kelly fue como una bendición. “Si acá abren 10 caderas por semana, ahí ven 200. La tenían más clara”, cuenta Lucas. Kelly no vio 200 casos como el suyo, porque son pocos, pero sabía. Abrió la cabeza del fémur, limpió la zona, cerró e hizo feliz a su paciente. “¡Me volvió el alma al cuerpo! Volví a ser yo”, festeja un convaleciente que ya no tiene dolor, que siente lo que antes no: que está curándose.
En estos días volverá a Manhattan para dejar las muletas e intensificar la rehabilitación. “Tenemos 95% de chances de éxito. Y cuando dicen 95% de lluvia, llueve, así que voy a creer que vuelvo...”, ríe Monteverde por segunda vez en pocos minutos, algo raro hace poco. En diciembre irá a Dubai, donde esta vez no actuará en la temporada alta, pero... “Para febrero tengo que estar arriba de un caballo. Para empezar a taquear”, prevé. Sin apuro, tal vez afronte el último torneo. “No lo tengo como meta. Sólo si estoy bien, veré si juego en marzo o abril”, dice.
El futuro es aún incierto, pero luce más diáfano. Este año vencerá su contrato en Alegría, como los de sus compañeros, a quienes reforzó con sus caballos. Hay cuatro candidatos (Guillermo Caset, Hilario Ulloa, su reemplazante Facundo Sola y él) para tres lugares. Como sea, para Lucas Monteverde hoy es tiempo de alegría. Escrita con minúscula, pero mayúscula en intensidad.
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