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Leonardo Ponzio y su debut oficial en el polo: cómo lo recibió un ex campeón del Abierto de Palermo y el balance de su actuación
Con 41 años y emblema del River de la era Gallardo, el santafecino disfrutó de un día muy especial; su vínculo con el campo y desde cuándo se interesó por este deporte
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Montado en su caballo, vio una cara conocida que se acercaba a saludarlo antes del partido: la de un campeón del Abierto de Palermo. “Hola, mi capitán”, le dijo Sebastián Merlos, ex 10 goles de handicap y jugador de La Dolfina cuando el equipo de Cañuelas ganó su primer título en el Campeonato Argentino Abierto, allá por 2002. Leonardo Ponzio sonrió. Acostumbrado a ese tipo de saludos de hinchas de River, como el caso de Sebi Merlos, hijo de Héctor “Cacho” Merlos, destacado jugador de Santa Ana (uno de los grandes equipos de la historia y clásico rival de Coronel Suárez), y hermano de Juan Ignacio y Agustín, también grandes polistas del alto handicap.
Para Leo Ponzio, recientemente retirado del fútbol luego de una etapa gloriosa en el ciclo de Marcelo Gallardo como capitán, ganador de 17 títulos con el club de Núñez -el más ganador en la historia de la entidad- que lo transformó en uno de sus pilares a lo largo del tiempo, no era un partido de polo más el que iba a sostener en el Club Centauros, válido para el Polo Tour Argentino. Se trataba del primer encuentro oficial. A los 41 años, con 0 de handicap, Ponzio cumplía un viejo sueño.
Desde chico, en sus pagos santafecinos (Las Rosas, unos 125 kilómetros al oeste de Rosario), la vida de campo lo marcó de lleno y más de una vez reconoció que “todo lo que gané en el fútbol lo invertía en el campo”. Una mirada a futuro que no siempre suelen tener los futbolistas, más propensos a las compras y recambio de autos que al “ladrillo”, como les recomendaban algunos buenos entrenadores. “Primero la casa, después el auto” fue un lema que Ponzio adoptó como propio y con el que se permitió aconsejar a muchos juveniles que le empezaron a seguir los pasos, primero en Newell’s y luego en River.
El vínculo de Leo Ponzio con el polo data de poco más de una década, paralemente con su actividad futbolística. Amigo personal de Santiago Hirsig, otro ex jugador y también manager, le pidió en 2012 conocer a los Pieres y la organización Ellerstina, creada en 2000 por Gonzalo Pieres, nueve veces campeón de Palermo y uno de los personajes más importantes en la evolución del profesionalismo en el polo argentino, con el aporte económico del magnate australiano Kerry Packer, “el Rey de las propinas”, ya fallecido.
Ponzio conoció a los Pieres durante un asado, también el Club Ellerstina, en General Rodríguez, al lado de Pilar, y comenzó a entablar una relación de amistad con Facundo Pieres, uno de los tres hijos de Gonzalo (los otros son Gonzalito y Nicolás). Frecuentemente se lo veía en Ellerstina o bien en los palenques, durante los partidos que el equipo disputaba en los torneos de la Triple Corona, el circuito de alto handicap más importante del mundo y que integran los Abiertos de Tortugas, Hurlingham y Palermo. Algunos compañeros de River lo cargaban cuando en la concentración, Leo se ponía a mirar partidos de polo por TV. Y paralelamente, empezó a construir su propia carrera polística. Facundo Pieres lo decía hace algunos años: “Leo va a jugar al polo una vez que se retire del fútbol”.
Prácticas en Ellerstina y en otros escenarios, a veces con los profesionales, otras con los jugadores de bajo handicap, e incluso petiseros. Todo sirve para ir moldeando al nuevo polista. El conocimiento de los movimientos, habituarse a la velocidad: no sólo es montar bien, sino que hay que acostumbrarse a pegarle a una bocha con un taco fino, preferentemente con el cigarro, que es la parte inferior del implemento. Saber cuándo acelerar, cuándo sujetar las riendas para no “volar” en el intento de taquear en altas velocidades. El polista de elite, con caballos cracks, puede estar jugando a una velocidad lanzada de hasta 60km/h. Todo requiere de aprendizaje.
Y después, claro está, acomodarse a las reglas de juego, algo que no es precisamente sencillo. Incluso en el Abierto de Palermo, el torneo más importante del mundo que se desarrolla entre noviembre y diciembre en las canchas del Campo Argentino, dos personas sentadas una al lado de la otra, con más de tres décadas viendo partidos y jugadores distintos, ven una misma jugada sin ponerse de acuerdo en si hubo o no infracción. Así de complejo es el reglamento de este deporte.
En este certamen en el que juega Ponzio participan 14 conjuntos de hasta 16 goles y entre los principales protagonistas, además de Merlos, están Alfredo Bigatti (9), de Bardon; Guillermo Terrera (9), de Ainsley Saddlery; Alejo Taranco (9), de Cotterel; Bautista Bayugar (8), de Amadeus; Facundo Fernández Llorente (8), de Twenty 20; Joaquín Pittaluga (8), de Natividad Alra; Lukín Monteverde (7), de Mercado de Cañuelas, y Benjamín Panelo (7) e Ignacio Toccalino (7), de Monterosso.
El debut oficial de Ponzio se dio en el Club Centauros, ubicado en General Rodríguez, enfrente de Ellerstina. Y representó al equipo La Zeta, que se precisamente la denominación con la que se conoce al histórico conjunto de los Pieres. A Leo le tocaron como compañeros a Alfonso Pieres (h.) (6 goles de handicap), Felipe Llorente (4) y Gonzalo Deltour (6), para un total de 16 tantos de valorización. ¿Su rival? Bel Polo, con Henry Lunn (0), Tommy Severn (4), Sebastián Merlos (7) y Edward Banner-Eve (5). También con total 16.
"Jugó muy bien. Me sorprendió. Lo había visto taqueando hace como un año. Lo vi con muy buen swing. Anda fuerte y lo hizo en un partido que se jugó ligero. Siempre bien ubicado, y no hizo ningún foul. Bien arriba del caballo. Me sorprendió para lo nuevo que es y respecto de lo que había visto de él hace un año"
Sebastián Merlos, campeón de Palermo con La Dolfina
Ponzio jugó como delantero, y según los comentarios, se la rebuscó bastante bien. Convirtiendo, incluso, dos goles. Vale especialmente el enfoque se Sebastián Merlos, más allá del “Hola mi capitán” con el que lo recibió en la cancha, como gratitud a tantas alegrías que Leo le brindó como simpatizante millonario.
“A Leo lo conocía de antes. Jugó muy bien. Metió dos goles. Me sorprendió. Lo había visto taqueando hace como un año. Y me dijo antes de empezar que era su primer partido oficial. Nos tocó ganar por 10 a 6. Ha mejorado muchísimo, me sorprendió para bien. Y lo vi con muy buen swing. Anda fuerte y lo hizo en un partido que se jugó ligero. Siempre bien ubicado, no hizo ningún foul. Se metió un golazo junto con la campana de final de chukker, y después hizo otro en el que hubo varios rebotes y la enganchó y la clavó por el medio del arco. Anduvo en el ritmo del partido. Con buen swing, bien arriba del caballo. Me sorprendió para lo nuevo que es y respecto de lo que había visto de él hace un año”.
Los conceptos de Sebastián Merlos son por demás significativos, bien de evaluación polística. Suele suceder con los novatos, y ni que hablar en un debut oficial, que mientras buscan ubicación en las jugadas se ubiquen en sitios desaconsejables, o que se crucen en el camino de los rivales o que traten de entrar en una acción de juego de manera inapropiada, debido a las reglas del juego. Entonces, cometen foules que pueden costar caro para su equipo en cuanto a la concesión de penales de remate directo al arco. Bueno, que Ponzio no haya cometido infracciones en su debut es un puntazo a su favor.
El “anda ligero y lo hizo en un partido que se jugó fuerte” es otro rasgo del nivel que exhibió Ponzio. Obviamente que en un partido con equipos de 16 goles de handicap no se va a andar con la velocidad con la que se juega la Triple Corona, o torneos de 26 goles, por ejemplo, que resulta una buena medida. Porque se puede andar fuerte a caballo y errarle a la bocha, con lo cual la velocidad no sirve para nada. Pero andar ligero, pegarle a la bocha y poder convertir goles es todo un mérito. Lo mismo que “bien arriba del caballo”, algo esencial.
Este jueves, por la segunda fecha, en el club Monte / Los Machitos, detrás de Centauros y sobre la ruta 28, siempre en General Rodríguez, Ponzio volvió a escena con La Zeta. Le tocó enfrentar a Mercado de Cañuelas, que cuenta con Lukín Monteverde y se impuso por 11-7. Nuevamente Ponzio jugó un aceptable partido y marcó un gol. Según la mirada de un asiduo concurrente, “quizá le falte pulir un poco su equitación, pero juega mucho mejor que varios patrones, y se ubica bien en la cancha”.
A la par de su flamante puesto en River como secretario técnico, Leo Ponzio comenzó con la parte más seria de su carrera polística. Un deporte que siempre le gustó. Siempre le gustaron los caballos y es una pasión que comparte con su hija, Paula. Leo ha llevado a los palenques de los grandes partidos a compañeros de equipo, como el arquero Germán Lux (hoy integrante del cuerpo técnico de Martín Demichelis en River), y también posteado fotos en Instagram con Alfredo Cappella Barabucci, polista de alto handicap, en su campo en Las Rosas.
Tan ligada está su imagen al polo que cuando se instrumentó, hace unos años, un rol especial del capitán en esta disciplina ecuestre, Facundo Pieres le pidió a Ponzio uno de los brazaletes que portaba en River. Y el capitán de Ellerstina lucía orgulloso en su brazo izquierdo el obsequio de su amigo. Que no era uno más: fue el brazalete que Ponzio utilizó en la final de la Supercopa Argentina frente a Boca en Mendoza, ganada por River por 2-0 con goles de Pity Martínez (de penal) y de Ignacio Scocco. Siendo Facundo, además, el único integrante de la familia Pieres que simpatiza con el club millonario. “Todos de Boca son: papá (Gonzalo), mis hermanos (Gonzalito y Nicolás), mi primo Polito. A mi me convencieron Adolfito Cambiaso y Luquitas Monteverde de ser de River”. De alguna manera, Ponzio hace rato que está en el polo. Aunque el debut oficial le dio un carácter más especial a esa relación.
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