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Las pruebas empiezan a rendir examen en el polo: el partido de 65 minutos y la satisfacción de Cambiaso
El crack y Stirling se mostraron muy conformes con las nuevas reglas, más allá de sugerir ajustes; el saque en lugar del throw-in de tablas fue lo más elogiado; se acortó el tiempo de juego, pero los 6 minutos por chukker parecen ser escasos
La primera semifinal de la temporada estaba prevista para las 13. Sería el ensayo inicial con las nuevas reglas con que la Asociación Argentina de Polo ( AAP ) pretende abreviar los partidos para volverlos más atractivos. Concluyó a las 13.55. ¿Duró menos de una hora para seis períodos? En realidad, no.
El cielo encapotado, oscuro, había llevado al dueño de casa, Adolfo Cambiaso , a pedirle al equipo rival empezar cuanto antes para eludir la posible lluvia –que finalmente no pasaría de garúa–. El primer throw-in, entonces, fue a las 12.50. Ergo, el partido duró 65 minutos. A la vieja usanza se habría extendido entre 80 y 100, según se diera fluido o entrecortado. Objetivo cumplido. Sólo en ese primer examen, claro está. Quedan varios otros en este Abierto de San Jorge y en el de Jockey hasta que haya que decidir si los retoques al reglamento tendrán vigencia en la mismísima Triple Corona, que se iniciará el martes 19 de este mes.
“No estuvo mal, no estuvo mal”, insistió Cambiaso ante LA NACION. “De última, también se puede usar Tortugas para probar. Después cambiaremos de vuelta si no sirve, si la gente no está contenta y los jugadores tampoco. No podemos opinar sin probar”, comentó de buen humor, a gusto en general con lo que había vivido en la cancha 3 de su club, en el 10-4 de La Dolfina-Valiente sobre La Esquina, que clasificó al ganador para la final que se celebrará en Palermo, el próximo miércoles.
Dos cambios normativos fueron los más influyentes en el juego. El más visible, el del penal del lugar en vez del throw-in junto a una tabla por bocha afuera, y el otro, el de los 6 minutos netos por período en lugar de 7, más los habituales 30 segundos adicionales condicionales.
“¡No, b...! ¡Defendé!”, contó Cambiaso sobre lo que se decían entre compañeros las primeras veces en que, expulsada la pelota por un costado de la cancha, iban a formarse para un throw-in en vez de posicionarse para un saque ajeno que era como un penal del lugar, pero con poco tiempo para tomarlo. Hay apenas 5 segundos para que el atacante, o sea, el conjunto que no tiró afuera la bocha, ejecute el penal. No necesariamente se respetó ese tiempo –los jueces no fueron estrictos en ese ensayo inicial–, pero se agilizó el juego, la meta esencial de las innovaciones que propone la AAP. Tampoco hubo mucho rigor con los 20 segundos para ejecutar un penal –de los clásicos, derivados de faltas–, pero también se demoró menos en esas ocasiones.
“La verdad es que me gustó. En seguida que salía la pelota afuera, se sacaba. Es rápido, está bueno. Hay que probar un poquito más”, apuntó el líder de La Dolfina. Su compañero David Stirling agregó otro costado al análisis. “Sacar el throw-in de la tabla agiliza bastante el juego y hace pensar bastante cuando uno va en defensa, porque si tira un backhander hacia la tabla le da la posesión al otro equipo. Entonces, uno lo tira al medio de la cancha, y se sigue jugando, que es lo que el espectador quiere, y también los jugadores. Eso funcionó bien”, evaluó. La que menciona el uruguayo es una ventaja colateral: el no enviar afuera la bocha da continuidad al juego, e incluso favorece al atacante y su posibilidad de marcar goles.
La reducción de un minuto por cada etapa, en cambio, dejó sabor a poco. En partidos de seis períodos hay apenas 36 minutos de acción más los segundos que suman los pequeños alargues. “Yo sólo metería un minuto más por chukker con este sistema”, objetó Adolfo. Que añadió: “Me gustaría que se jugara algún partido sacando el throw-in del gol. Después habría que analizar si el que hace el gol saca y se cambia de arco, o si saca el que defendía y se mantiene un chukker de cada lado. En Denver probé jugando tres chukkers hacia un lado y tres hacia el otro, sacando de fondo el que recibía el gol, y me gustó. Se agilizaba mucho: a los 10 segundos se sacaba. Con eso sí valía la pena bajar un minuto el tiempo de cada chukker, porque se evitaba los 15, 20 segundos hasta llegar al throw-in. En cambio, de esta forma no sé. Se está quitando mucho tiempo de juego. Yo devolvería el minuto”.
Otra variación estrenada ayer fue la de los penales de 30 yardas con arco libre, no atajables, destinada a proteger a caballos y jugadores, principalmente, pero que a la vez castiga más al infractor.
Para anoche Cambiaso tenía previsto hablar con Eduardo Novillo Astrada (h.), presidente de la AAP y principal impulsor de los cambios. “El jueves vamos a tener otra charla, y lo mismo después del primer partido de Jockey. Y vamos a ir definiendo. Seguramente hay cosas buenas. Estoy de acuerdo con Pepe [Heguy, uno de los mayores detractores de las modificaciones] en que no hay que cambiar tantas cosas, pero ¿por qué no probar? No podemos opinar sin probar. Yo pondría reparos si no funcionara. Pero no quiero decir ‘no me gusta’ si no probé. ¡Probemos!”, enfatizó el mayor innovador del polo.
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