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La muerte de Isabel II: su estrecha relación con los polistas argentinos y aquella actitud fuera de protocolo que horrorizó a la prensa británica
Fanática de los caballos, la fallecida reina entregaba anualmente el premio en la tradicional Queen’s Cup. Sus charlas con Adolfo Cambiaso y Facundo Pieres sobre los ejemplares y la vez que intercedió por las visas laborales para los jugadores y los petiseros
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Durante varias décadas fue un clásico en cada final de la Queen’s Cup, uno de los torneos más prestigiosos del polo mundial, que anualmente se desarrolla en el Guards Polo Club, dentro del castillo de Windsor. La reina Isabell II, una apasionada por los caballos, llegaba al promediar el encuentro decisivo, se ubicaba con su comitiva en el palco oficial y una vez terminado el partido, ingresaba en la cancha para la entrega de premios. Un momento muy especial para los protagonistas y los asistentes. Porque, además, la reina no entregaba solamente el trofeo en cuestión: le encantaba quedarse hablando con los polistas sobre el juego en sí, pero sobre todo de los caballos.
“Siempre me pareció una persona muy a tierra, muy normal. Tuve la satisfacción de ganar diez veces la Copa de la Reina, así que la vi muchas veces, incluso en exhibiciones benéficas también. Le encantaban los caballos. Fanática. Te preguntaba los pedigrees, donde jugaban, si las yeguas eran argentinas o inglesas o neozelandesas. Le divertía saber de sus líneas sanguíneas. Era corta la charla, pero siempre muy interesada. Muy fanática del deporte. Una persona que al polo le ha hecho increíblemente bien. La Copa de la Reina fue siempre muy famosa por ella, por participar en la entrega de premios”, cuenta Adolfito Cambiaso, el mejor polista del mundo, un habitué de los podios en todo el planeta y que participa en las temporadas británicas desde hace 31 años.
Jugador de La Dolfina y 17 veces campeón del Abierto de Palermo, Cambiaso fue uno de los que más veces trató a la reina Isabell II, producto de sus conquistas con Ellerston, Geebung, Dubai, RH Polo y Next Generation, equipos que integró con otros polistas argentinos y extranjeros. Incluso, en junio de 2018, Adolfito, junto con su hjo Poroto, ganaron también la Royal Windsor Cup y el adolescente, con apenas 12 años, recibió el premio de manos de Isabel II.
La temporada británica de polo se desarrolla en las afueras de Londres de manera anual, entre fines de mayo y mediados de julio. Sus dos competencias más importantes son la Queen’s Cup y el British Open por la Copa de Oro, que se juega en Cowdray. También se desarrollan competencias en Cirencester. Y cuentan con la participación de numerosos cracks argentinos que se desempeñan de manera profesional, con los llamados “patrones”, sponsors de los equipos. Empresarios y magnates que se dan el lujo de compartir equipo con los mejores polistas del mundo. Como si jugaran dobles con Roger Federer, Rafael Nadal o Novak Djokovic o una laguneada de golf con Tiger Woods, Rory McIlroy y Phil Mickelson.
Hablamos de torneos en los que hay entre 10 y 15 conjuntos de hasta 22 goles de handicap, es decir, un polo de menor valorización al que se desarrolla habitualmente en la Triple Corona argentina, donde las formaciones suelen ser de más de 30 goles, llegando incluso hasta la calificación perfecta: 40 de handicap. Pero aún pese a su menor handicap, son certámenes de una gran tradición y de enorme valor para los dueños de los equipos. Sobre todo en torneos como la Copa de la Reina, donde para un patrón de conjunto era un motivo de honor estar en podio con la reina Isabel II y recibir el trofeo de sus manos, además de contar con la tradicional fotografía.
Otro de los que ha ganado varias veces la Queen’s Cup, cinco más precisamente, es Facundo Pieres. Se coronó con Ellerston, La Indiana, Zacara y King Power Foxes. Pero la que mayor repercusión tuvo en la prensa local fue la de 2014, aunque no tanto por lo polístico. Lo que más se recuerda es un gesto particular que tuvo el crack de Ellerstina luego de la final ganada por Zacara, conjunto que Pieres integraba con Lyndon Lea, Gonzalo Deltour y Matt Perry. Fue cuando, en plena entrega de premios, Pieres le pasó la mano por la espalda a la reina Isabel II, rompiendo todos los protocolos. Justo se dio en el momento en que le entregaban el premio al mejor caballo de la final, a su ejemplar Open Galáctica.
El reciente posteo de Pieres en Instagram
El caso provocó un gran revuelo en los medios sensacionalistas británicos, algunos de ellos “horrorizados” por la actitud del jugador argentino. Un saludo más fraternal, del momento, de Pieres, que lejos estuvo de querer causar una situación desagradable. Algunos lo calificaron como “un gesto de acercamiento improcedente”. ¿De qué le habló Facundo en ese momento? De caballos, obviamente. Con la Open Galáctica cerca.
Lo más curioso se dio en 2019. Porque el campeón de la Queen’s Cup, con el equipo de Scone, fue Nicolás Pieres, hermano menor de Facundo. Y durante la ceremonia, involuntariamente, al saludar a la reina Isabel II, Pieres hizo lo mismo que su hermano... “Fue un momento muy especial para todos porque fue la última vez que entregó la copa. Un momento lindo, va a quedar ahí. Único. Sin querer le toqué la espalda durante la foto. Eso no se puede y el asistente de ella me sacó medio cagando. Pero fue un momento muy bueno”, rememora Nicolás Pieres con LA NACION.
Los mejores polistas argentinos e incluso muchos de mediano y bajo handicap han tenido contacto con la reina Isabel II en esos minutos mágicos de cada entrega de premios en Windsor. Un vínculo muy estrecho. Y fotos compartidas con la realeza que se guardan como un tesoro. La Queen’s Cup, desde 1960, ha tenido muchos campeones argentinos, entre ellos, Eduardo “Gordo” Moore, Héctor Barrantes, Daniel González, Cambiaso, Gonzalo, Facundo, Gonzalito, Nicolás Pieres y Polito Pieres; Sebastián y Pite Merlos; Bautista, Nachi, Pepe Heguy y Cruz Heguy; Pablo Mac Donough, Milo Fernández Araujo, Juan Martín Nero, y Bartolomé, Camilo y Bartolomé (h.) Castagnola.
La relación de la reina con los polistas argentinos tuvo un capítulo muy singular en mayo de 2019. Se avecinaba una nueva temporada y desde el gobierno existía una restricción en la extensión de visas temporarias para deportistas o personal relacionado con los deportes. Ello impactaba de lleno para los jugadores de polo de nuestro país y sus equipos de trabajo, como petiseros, veterinarios y asistentes. ¿Que hizo la reina? Movió influencias para que el ministerio del interior autorizara 500 visas anuales para deportistas argentinos y australianos. De esa manera, podrían participar normalmente de los torneos habituales.
Se reunió personalmente con la ministra Rudd en el palacio de Sandringham, en Norfolk. Le hizo llegar su inquietud y preocupación por la eventual restricción a los polistas y cuerpo de trabajo en la antesala de las competencias y obtuvo el visto bueno. De alguna manera, la reina Isabel II “salvó” esa temporada ante una contingencia que había alterado los ánimos de unos cuántos. ¿Si hubiera hecho esa movida por otro deporte? Quizás el turf u otra disciplina relacionada con los caballos. El resto, difícil saberlo.
Pasión por los caballos: el origen
Ahora bien, ¿de dónde proviene ese fanatismo por el polo y por los caballos que siempre tuvo la reina Isabel II? Sus primeros contactos con los equinos se dieron cuando tenía apenas 3 años. Herencia familiar, sin dudas, ya que sus padres, Jorge VI e Isabel Bowes Lyon, llegaron a tener unos 500 caballos a lo largo de sus vidas. Y paulatinamente le fue tomando un cariño muy particular a los caballos, convirtiéndose en una experta amazona. Pero fue más allá del hecho de montar: se interesó precisamente en lo que apuntaba Cambiaso. Es decir, conocer sobre los orígenes, las líneas de sangre, la procedencia. No sólo del polo, sino del caballo en general. Más allá de las razas.
Por eso fueron muy habituales sus fotos con caballos, en paseos junto con el príncipe Felipe (otro fanático de los caballos...y de las mollejas), con la princesa Ana, o asistiendo al Derby de Epsom y a Royal Ascot, célebres pruebas del turf. Incluso, en ocasión de una visita de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos, compartieron en junio de 1982 una cabalgata por Windsor Great Park. Y la propia Isabel II se mostró interesada en que se conocieran los nombres de los ejemplares que utilizaron esa vez: fue Centennial, en el caso de Reagan, y Birmano, el de ella.
La locura de la reina Isabel II por los caballos tenía efectos colaterales, claro. Una de sus debilidades era criar los SPC, razón por la que pocas cosas le gustaban más que asistir a los clásicos del turf londinense. “Ella adora criar caballos de carrera. El negocio británico de los purasangres tiene mucha suerte de tener una mecenas como la Reina”, dijo hace unos años John Warren, su asesor de carreras. De hecho, el Hipódromo de Ascot está ligado a la Familia Real ya que es propiedad de la Corona británica. Se ubica a unos 10 kilómetros del castillo de Windsor.
El ritual de la presencia de la reina Isabel II en las finales de polo se cortó hace unas temporadas, por la pandemia y también por su estado de salud. En el último torneo, ganado por Great Oak Les Lions, en el cual actuaron los argentinos Juan Martín Nero (de La Dolfina) y Cruz Heguy, tampoco asistió. “No sé si va a estar la reina. Ojalá sí, porque estaría buenísimo tener una foto con ella. Pero bueno, es entendible que no vaya; ya está grande. Ojalá sí esté”, había dicho el hijo del Ruso Heguy como expresión de deseos. De alguna manera, su imagen seguirá dando vueltas en cada premiación en el Guards Polo Club. Siempre.
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